"¿Helenio Herrera? Había que estar bajo su pequeña dictadura"

Joaquín Peiró (Madrid, 1936) pasó del Atlético, donde hizo historia al ganar dos Copas al Madrid, al Torino en el 62. Luego fue al Inter, donde alzó dos Intercontinentales, la Copa de Europa y dos Scudetos. Pocos conocen a Helenio Herrera como él, que lo tuvo en Inter, Roma y Selección.




Marco Ruiz | 13/02/2011

Usted nació en el 36. ¿Se acuerda de la Guerra?
Era demasiado pequeño.

¿Pasó hambre después?
La verdad es que no. Mi madre nos cuidó mucho. Pero en la Guerra perdí a mi padre. Mi madre nunca supo ni en qué bando combatió. Entraban en las casas a buscar a los hombres y se los llevaban al frente. La familia nos llevó de Madrid, que es donde caían las bombas, a Honrubia y allí me crié sin problemas.

¿Cómo terminó en la cantera del Atlético?
Yo estaba en la Agrupación Deportiva Ferroviaria y jugamos un partido de la Selección Regional de Madrid. Se dieron las cosas bien y vino una persona para hablar conmigo...

¿Cómo llevaba aquel Atlético de los 50 rivalizar con el Madrid de las cinco Copas?
Como se podía Del Sol, Alfredo, Puskas, Gento Decíamos: ¿A quién sujetamos? Había mucha rivalidad, pero ningún drama. Aquel equipo nuestro tenía mucho carisma. A mí me llamaban el Galgo del Metropolitano. Me lo puso un periodista por mi zancada.

¿Y aquel dúo que formó usted con Collar?
Nos entendíamos a ciegas. No hacía falta mirar para saber dónde estaba cada uno. De allí surgió lo del Ala infernal.

¿Qué recuerdos tiene de las Copas ganadas al Madrid?
¡Las dos fueron en el Bernabéu! Fue un honor. En la segunda, en el 61, me puse malísimo en el vestuario. No sé si era algo que había comido o los nervios. Pero el caso es que no paraba de vomitar. Quería jugar a toda costa y lo hice, y para ello tuve que ocultárselo al médico. Y marqué dos goles...

¿Cómo se enteró de que el Torino le quería? Era 1962...
Veníamos de A Coruña de jugar el tercer partido de Liga. Después de viajar en tren toda la noche llegamos a la Estación del Norte. Había un empleado del club que me dijo que me pasase por las oficinas, que querían hablar conmigo. Ya lo tenían todo apalabrado. Tardamos 48 horas en ponernos de acuerdo. El mismo miércoles me marché para Turín con sólo un maletín de ropa. Mi mujer vino unos días después.

¿Cómo es que le seguían?
Allí había un secretario técnico, Osterreicher, un austríaco que había estado antes en el Madrid. Él me recomendó.

¿Se fue obligado?
No hubiera podido irme queriendo. Había una cláusula de retención en los contratos que lo impedía. El Atlético me lo pidió: ofrecían mucho dinero.

¿Cuánto?
A mí me dijeron que 22 millones de pesetas. Luego leí que 26. Dejémoslo en 24 (risas).

¿Tan mal estaba de dinero el Atlético?
No tanto, pero se necesitaba, como siempre. Había compañeros que me amenazaban en broma: "Tú vete y luego ya veremos". ¡Querían asegurarse el sueldo de unos años!

¿Y cuánto ganaba usted?
Yo en el Atlético cobraba 333.333,33 pesetas cada año. Un millón por tres años. En Italia subí bastante. (Las crónicas hablan de cuatro millones y medio anuales).

¿Llegó a coincidir con Gigi Meroni en el Torino? (Fue una gran estrella en Italia que murió trágicamente atropellado por un fan suyo, Romero, que luego llegó a ser presidente de la entidad).
Él estaba jugando en el Sampdoria cuando yo estaba en el Torino. Y cuando yo negociaba mi traspaso con el Inter, estos compraron a Meroni, se lo dieron al Torino y el Torino facilitó mi pase al Inter. Fue una operación a tres bandas.

¿También se fue obligado?
Helenio, que ya entrenaba al Inter, me llamó y me dijo que quería comer para explicarme todo. Y después, a firmar.

¿Helenio ya le conocía?
Él me había entrenado con España en el Mundial de Chile 62. Los dos sabíamos muy bien cómo era cada uno. Era un hombre serio, enérgico, y yo le comprendía. Entrenaba muy bien y si hacías el holgazán se enfadaba. ¡Cuántos gritos me dio por quedarme quieto cuando el balón iba en largo! Me quería para aprovechar mi velocidad.

¿Por qué era tan especial?
Se informaba de todo de los equipos contrarios. Pero de todo, y en aquella época nadie lo hacía. Como lo de la preparación física. Lo hacía todo él solo, y nos daba mucha caña.

¿Cómo veía a los rivales sin televisión?
Tenía una importante red de espías. Pero luego en el campo no quería ayudantes. Lo hacía él todo, ya le digo...

¿Y los entrenamientos?
Mucho físico y mucha táctica. Si sólo había una sesión, nadie nos quitaba las dos horas y media de trabajo. Y cuidaba mucho la alimentación. Siempre estábamos concentrados en la Pinetina. Y los cocineros eran los utilleros. Allí no entraba nadie ajeno. Y Helenio decía lo que tenías que comer. Si no te gustaba, te levantabas, se lo decías, y te lo cambiaba. Tampoco era un ogro. Se buscó una casa cerca de la Pinetina para llegar el primero e irse el último.

¿Se le quedó grabado algún comentario que le hiciera?
Siempre estaba encima mía, y me decía: "Así, así entrenando así no puedes fracasar". Y era verdad, tú mismo te sentías muchísimo mejor.

¿Era su ojito derecho?
¡Helenio no tenía de eso, amigo mío, ni siquiera Luisito, que también se llevaba sus reprimendas y tenía que trabajar!

¿Qué importancia tuvo Helenio para el fútbol?
Ha sido un ejemplo para el resto de entrenadores que venía detrás. Hizo mucho positivo, pero todos sabíamos cómo era, había que estar bajo una pequeña dictadura que tenía. Decía que se jugaba mejor con 10 que con once, pero con la boca pequeña. Si por él fuese, habría jugado con 12 (risas).

¿Le recuerda Mourinho a Helenio Herrera?
Prefiero no compararlos. No conozco de cerca su trabajo.

¿Cuál era la posición que usted ocupaba en aquel Inter?
En la punta pero jugando detrás de un delantero. Y a veces partiendo de la izquierda. Aunque también me gustaba ayudar en el centro del campo.

¿Cómo jugaba aquel Inter?
Tenía dos laterales, Burgnich y Facchetti, que jugaban abiertos. Y Facchetti solía subir a veces, con esa zancada y esa velocidad que tenía. Luego dos centrales, Guarneri, marcador del delantero centro contrario, y Picchi, que era el libre. En el centro del campo estaban Tagnin, Luis Suárez, Corso Y arriba, Mazzola, Jair y yo. Y yo jugaba un poquitín más retrasado.

¿Con quién se entendía mejor usted?
Sobre todo con Suárez, porque él tenía que lanzar y yo ir a buscarla. Todos estábamos de acuerdo en que Luisito era el jugador de más calidad. No era el típico que regatea a uno y otro y otro. Cogía el balón y ya sabía donde tenía que lanzarlo, y lo hacía con una exactitud milimétrica.. Mazzola era también muy completito. Aquel Inter era media selección. Y luego los extranjeros, Jair, Suárez y yo mismo... Ganamos el triplete mi primer año. Había mucha velocidad en Mazzola, Jair y un tal Peiró. Ganamos muchas espaldas en aquellos años.

¿Qué recuerdos tiene de sus dos Intercontinentales?
Las dos contra Independiente. Yo la primera la jugué casi recién llegado, con desempate en el Bernabéu, donde yo le di el pase a Corso para que marcara en el descuento.

¿Y la final de la Copa de Europa ganada al Benfica?
En San Siro, en un día de perros. No paraba de llover y hubo poco fútbol. Al portero Costa Pereira le entró un tiro fácil de Jair entre las piernas.

¿Por qué se fue del Inter?
Al siguiente año no se ganó nada y renovaron el equipo. Yo ya tenía 30 años. Fui al Roma y Luis Suárez al Sampdoria.

¿Qué se encontró en Roma?
¡A Capello! Llegó al año siguiente y estuvimos tres juntos. Era muy técnico. Jugaba en el centro del campo por detrás de mí. Me guardaba las espaldas. Y cuando cogía la pelota, yo ya me desmarcaba porque sabía que venía un pase bueno.

http://www.as.com/futbol/articulo/helenio-herrera-habia-estar-pequena/20110213dasdaiftb_45/Tes

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