Publicado el 15-12-08 , por M.Á. Patiño. Madrid
En 2004, un hogar medio pagaba 0,0815 euros por kilovatio hora consumido. Desde ese año, los precios se han revisado una decena de veces, incluida la del próximo enero. El kilovatio valdrá un 37,8% más que entonces.
En enero de 2004, tres meses antes de que José Luis Rodríguez Zapatero ganara las elecciones generales y asumiera la presidencia del Gobierno, un hogar típico, acogido a lo que entonces se llamaba tarifa 2.0, general de potencia no superior a 15 kilovatios, pagaba por la electricidad consumida a razón de 0,081587 euros por kilovatio hora.
Apartir de enero del próximo año, si el Gobierno materializa la subida del recibo de la luz que anunció hace unos días, un hogar medianamente equipado (con lavadora, frigorífico, televisión y aire acondicionado), que necesita un contrato con una potencia de más de 5 kilovatios, pagará 0,1124 euros por kilovatio hora consumido. Es decir, para un hogar estándar, el mismo kilovatio cuesta ahora un 37,8% más. La subida de precios se amortigua si no sólo se tiene en cuenta el consumo eléctrico, sino también la cuota fija que hay que pagar a la compañía suministradora, que aunque también ha subido, lo ha hecho con menor intensidad (de 1,43614 euros por kilovatio se ha pasado a 1,642355 euros por kilovatio, un 14,3% más).
Recibo medio
En cualquier caso, un recibo medio (con 5,2 kilovatios de potencia contratada, y un consumo de 700 kilovatios hora), ha subido más del 31%. La factura media (que de momento sigue siendo bimensual) ha pasado de 72 euros en 2004, a 95 euros a partir de enero de 2009. ¿Qué ha ocurrido a lo largo de ese periodo? Muchas cosas, y todas son campo abonado para un polémico debate político, empresarial e incluso social.
El Partido Popular ha hecho bandera contra el Gobierno socialista de Zapatero por las subidas de la luz, especialmente en estos momentos, en los que la crisis está llegando de lleno a las economías domésticas. Aunque con distintos ministros en el área de energía, desde 2004 se ha producido casi una decena de revisiones tarifarias. En algunas, como la última que se ha anunciado para enero, el Gobierno ha tratado de amortiguar las críticas, explicando la subida con un enrevesado sistema de cálculo.
En lugar de ofrecer porcentajes claros, ha explicado que la subida para el consumidor doméstico medio sólo será de 1,1 euros/mes, también de media, aunque no ha detallado cómo se ha llegado a este cálculo ni cómo se ha ponderado cada tipo de usuario.
La evolución de los últimos años contrasta con el periodo de 1996 a 2004, en el que gobernó el PP, y en el que se produjo una tendencia bajista de los precios eléctricos que sólo se rompió en los dos últimos ejercicios. Según datos de la patronal eléctrica Unesa, entre 1996 y 2001, la tarifa media bajó en términos corrientes (sin tener en cuenta la inflación) un 17,3%. Entre 2001 y 2004, el proceso se invirtió, y los precios subieron en torno al 2%.
25 millones de contratos
La luz es un servicio que afecta a más de 25 millones de contratos, de los que más de 22 millones son hogares. De ahí que cualquier retoque de precios sea especialmente sensible desde el punto de vista social y, por extensión, también electoralmente.
¿Se ha vuelto loco el PSOE? ¿Estaba dotado el PP con una varita mágica para que los precios eléctricos no se dispararan? Lo cierto es que los dos tienen artillería contra el otro.
El PSOE puede argumentar que lo único que hace es corregir un problema que creó el PP, por dar lugar a una entelequia en la que los ingresos del sistema eléctrico no alcanzaban a cubrir los costes.
Fue así como se derivó en el denominado déficit de tarifa. Ese déficit suponía, en la práctica, mantener unos precios artificialmente bajos cada año de cara al consumidor, pero reconociendo a las eléctricas el derecho a cobrar la diferencia hasta cubrir los costes del sistema.
Esa diferencia se cubría posteriormente con pequeños recargos en la factura eléctrica, durante quince años. A fecha de hoy quedan por pagar más de 12.000 millones (la mitad de lo que supone un año de facturación completa en el sector eléctrico español).
El PP también puede defenderse. Con el PSOE, el mecanismo del déficit de tarifa continuó. Y además, se sofisticó, creándose el déficit ex ante (antes de que se genere el agujero, ya se reconoce), para que las eléctricas, por medio de la Comisión Nacional de la Energía, puedan financiarlo vía préstamos bancarios. Es sólo ahora, en plena crisis de liquidez en los mercados bancarios, cuando el sistema del déficit definitivamente ha hecho aguas. De ahí que el Gobierno busque un acuerdo para evitar que se genere más agujero.
A cambio de concesiones por parte de las eléctricas (tarifa social, ofertas para la gran industria, etcétera), el Gobierno plantea nuevos incrementos en los precios.
Ahorro energético
No falta quien echa parte de la culpa del desbarajuste eléctrico al usuario. Gracias a unos precios baratos (muy por debajo de países como Italia, Francia y Alemania), éste ha abusado de la luz sin la menor conciencia de ahorro energético, con la cual fácilmente se podría reducir el gasto en más de un 10% sin disminuir la calidad de vida.
Tarifas y déficit
1. Entre 1996 y 2001, la tarifa media de la electricidad en España cayó un 17% en términos corrientes, es decir, sin contar la inflación.
2. En los dos años siguientes, la tendencia a la baja se invirtió, y los precios repuntaron, aunque apenas se llegó al 2% en el conjunto del periodo.
3. Con la subida que se va a producir el próximo mes de enero casi ha habido una decena de revisiones de tarifas desde 2004.
4. Con los incrementos de precios, el PSOE trata de corregir el problema del déficit de tarifa, un mecanismo que se originó en tiempos del PP, y que permitía mantener tarifas bajas de cara al consumidor.
5. El problema del déficit es que se fue convirtiendo en una bola de nieve que a fecha de hoy alcanza más de 12.000 millones de euros que hay que pagar.
6. Hasta ahora, ese déficit de tarifa se podía financiar con préstamos bancarios, que se amortizaban a lo largo de quince años con pequeños recargos en el recibo de la luz. La crisis de liquidez ha cerrado esa vía de financiación.
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