El paro seguirá batiendo récords en España, según las previsiones de otoño publicadas ayer por la Comisión Europea. Un análisis detallado de sus cálculos muestra que Bruselas cree que el número de parados superará en España claramente los seis millones en 2013.
Además de cuestionar las previsiones de evolución del producto interior bruto y de déficit público, el informe presentado ayer por el comisario de economía, Olli Rehn, es también una enmienda a la totalidad de las previsiones del Gobierno español en materia laboral.
Frente a la mínima destrucción de empleo que espera el Gobierno, Bruselas prevé que se destruya el 2,7% del empleo en 2013, lo que equivale a cerca de medio millón de puestos de trabajo. Con ello, la tasa de paro subiría hasta un nuevo récord del 26,6%, mientras que el Gobierno de Mariano Rajoy cree que la tasa de paro bajará al 24,3%. En 2014, cuando la economía empiece a crecer ligeramente solo se crearían unos 30.000 empleos, de modo que el paro seguiría por encima del 26%, según Bruselas. Tanto el año que viene como el siguiente, la tasa de paro española seguirá siendo la mayor de la Unión Europea.
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Con los datos de destrucción de empleo y de tasa de paro, se puede calcular la cifra de parados que estima Bruselas, ya que la combinación de ambas permite calcular la población activa. Unas simples operaciones muestran que el nivel de desempleo que se deduce de esos cálculos supera los seis millones de parados, más aún si se tiene en cuenta que la previsión de Bruselas es una media anual y que el pico del desempleo se alcanzará previsiblemente en el primer trimestre del año próximo.
La Comisión Europea subraya además que la destrucción de empleo ya no solo está afectando a los trabajos temporales, sino que está golpeando también con dureza al empleo indefinido. El ajuste del empleo se sigue haciendo mediante la destrucción de puestos de trabajo y no por la reducción de horas. En ambas materias, la reforma laboral no está dando los frutos pretendidos, aunque Bruselas cree que en el futuro sí que permitirá una mayor “flexibilidad” para las empresas. “Puede llevar algún tiempo antes de que lo primeros efectos positivos se manifiesten”, señala el informe de Bruselas. Donde sí está desplegando efectos es en la pérdida de poder adquisitivo de los trabajadores, pues los costes salariales suben menos mientras que la inflación se mantiene alta.