La primera vuelta ha terminado con muchas sombras y algunas luces. Hay fe en el jeque porque responde con acción y con inversión. Pero lo cierto es que el Málaga ha vivido de todo en sus primeros meses como dueño. Dos entrenadores muy distintos, crisis deportiva, muchos fichajes...
El Málaga ha vivido casi de todo desde que llegó Abdullah bin Nasser al-Thani. Han sido pocos meses pero muy intensos. Con la derrota en Barcelona se cerró una primera vuelta de suspenso. Sin embargo, el bajo nivel de los otros equipos que compiten por la permanencia ha permitido que llegue al ecuador de la competición fuera de la zona de descenso. Pero a pesar de todos los males, el malaguismo sigue tremendamente ilusionado. Cree en el futuro lleno de brillo que le promete.
Gran parte de culpa de que la llama de la ilusión continúe viva la tiene el propio jeque. No le tembló el pulso para cargarse a Jesualdo Ferreira y sustituirle en sus dos parcelas. La deportiva se la dio a Manuel Pellegrini. La llave de los fichajes al novato Antonio Fernández, que afronta su primera aventura como director deportivo.
Lo cierto es que la era Ferreira es una de las más oscuras de la historia del Málaga. Mal en el campo y peor fuera de él. Después de 17 millones en fichajes y alguna renovación al alza, la plantilla era un desastre. Con Pellegrini, por el prestigio que acumula en su carrera, la ilusión reflotó. Todo justo en el momento en el que más se dudaba de la seriedad del jeque, de su capacidad económica, de su proyecto.
El siguiente golpe en la mesa del jeque ha sido fichar jugadores de prestigio como Demichelis y Baptista. Han generado una expectación inusitada, sobre todo en el caso de La Bestia. Nadie ilusionó tanto a la afición. Después de la llegada de Al-Thani, claro.
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