El Inter, guiado por el camerunés, gana el Mundialito, su quinto título del año
El símbolo del Mazembe es un cocodrilo que se zampa a un balón. Pero frente al hambre de Samuel Eto'o hay poco que zampar. El camerunés rompió el sueño del primer equipo africano que se clasifica para una final del Mundialito. "La final de los sueños no es la que juegas, es la que ganas", había dicho el punta del Inter en la víspera después de haber vaticinado que Dejan Stankovic anotaría un hat-trick. Stankovic se sentó en el banquillo. Eto'o dio el pase del primer gol, marcó el segundo y fue a buscar a Marco Materazzi en el banquillo. Lo celebró subido al altísimo central y levantando dos bolsas de plástico. El camerunés ha marcado este año en seis competiciones, igualando el récord de Pedrito.
Rafa Benítez perdió a Sneijder pero recuperó a Julio Cesar, Maicon y Diego Milito. Armó un centro del campo a tres y tiró de capitán Zanetti, incansable a sus 37 años y 721 partidos. Y supersticioso como pocos. Decidió, junto a Cambiasso, seguir todos los rituales que siguieron el pasado 22 de mayo cuando la final de Champions en el Bernabéu. Desayunaron lo mismo, llevaron la misma ropa y pidieron comparecer en la rueda de prensa del día antes. Tal y como hicieron en Chamartín hace seis meses.
En aquella ocasión les escoltó José Mourinho. Esta vez, Benítez. El técnico del Inter, lejísimo del líder en la Liga y cuestionado por el presidente Moratti y por muchos aficionados por su incapacidad de transmitir carácter al equipo, empieza a respirar tranquilo. Aun a medio gas, el Inter aplastó el frágil Mazembe. Los jugadores africanos también cumplieron con todos los rituales. No habían encajado ni un solo gol en toda la competición y anoche encajaron tres. Antes del pitido inicial se abrazaron de rodillas en la línea de la portería para rezar. Es la versión romántica del fútbol, personificada por su presidente, hijo de un comerciante judío. Dijo que para él el fútbol "es ayudarse los unos a los otros". También dijo que antes de su llegada, la plantilla cobraba coca-colas en lugar de dinero.
El Inter puede que haya perdido el romanticismo de la temporada pasada. Pero no se ha olvidado del cinismo y de ganar. Se impuso por 3-0 y Massimo Moratti pudo así levantar la misma Copa, aunque no se llame igual, que levantó su padre en 1964 y 1965. Estaba Helenio Herrera en el banquillo y Corso, Facchetti, Mazzola y Suárez en la cancha. Esta nueva Inter es la de Eto'o, Zanetti y Cambiasso.
http://www.elpais.com/articulo/deportes/Eto/rompe/sueno/africano/elpepudep/20101218elpepudep_8/Tes
El símbolo del Mazembe es un cocodrilo que se zampa a un balón. Pero frente al hambre de Samuel Eto'o hay poco que zampar. El camerunés rompió el sueño del primer equipo africano que se clasifica para una final del Mundialito. "La final de los sueños no es la que juegas, es la que ganas", había dicho el punta del Inter en la víspera después de haber vaticinado que Dejan Stankovic anotaría un hat-trick. Stankovic se sentó en el banquillo. Eto'o dio el pase del primer gol, marcó el segundo y fue a buscar a Marco Materazzi en el banquillo. Lo celebró subido al altísimo central y levantando dos bolsas de plástico. El camerunés ha marcado este año en seis competiciones, igualando el récord de Pedrito.
Rafa Benítez perdió a Sneijder pero recuperó a Julio Cesar, Maicon y Diego Milito. Armó un centro del campo a tres y tiró de capitán Zanetti, incansable a sus 37 años y 721 partidos. Y supersticioso como pocos. Decidió, junto a Cambiasso, seguir todos los rituales que siguieron el pasado 22 de mayo cuando la final de Champions en el Bernabéu. Desayunaron lo mismo, llevaron la misma ropa y pidieron comparecer en la rueda de prensa del día antes. Tal y como hicieron en Chamartín hace seis meses.
En aquella ocasión les escoltó José Mourinho. Esta vez, Benítez. El técnico del Inter, lejísimo del líder en la Liga y cuestionado por el presidente Moratti y por muchos aficionados por su incapacidad de transmitir carácter al equipo, empieza a respirar tranquilo. Aun a medio gas, el Inter aplastó el frágil Mazembe. Los jugadores africanos también cumplieron con todos los rituales. No habían encajado ni un solo gol en toda la competición y anoche encajaron tres. Antes del pitido inicial se abrazaron de rodillas en la línea de la portería para rezar. Es la versión romántica del fútbol, personificada por su presidente, hijo de un comerciante judío. Dijo que para él el fútbol "es ayudarse los unos a los otros". También dijo que antes de su llegada, la plantilla cobraba coca-colas en lugar de dinero.
El Inter puede que haya perdido el romanticismo de la temporada pasada. Pero no se ha olvidado del cinismo y de ganar. Se impuso por 3-0 y Massimo Moratti pudo así levantar la misma Copa, aunque no se llame igual, que levantó su padre en 1964 y 1965. Estaba Helenio Herrera en el banquillo y Corso, Facchetti, Mazzola y Suárez en la cancha. Esta nueva Inter es la de Eto'o, Zanetti y Cambiasso.
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