La caja malagueña ve roto un proceso que tampoco quería y tendrá que buscar una fusión fría o acercarse a Ibercaja
El intento de fusión entre Unicaja y Cajasol ha fracasado. Era la última carta que le quedaba a la Junta de Andalucía para conformar una caja netamente andaluza de grandes dimensiones, pero el as no ha aparecido. Según anunciaron ayer en Sevilla fuentes financieras, Cajasol ha preferido buscarse una fusión fría con Banca Cívica, integrada por CajaCanarias, Caja Navarra y Caja de Burgos, y evitar así una fusión con Unicaja en la que tenía mucho que perder, aunque es cierto que a la caja malagueña tampoco le entusiasmaba iniciar el proceso.
Tampoco ha habido nunca mucha «química» entre los presidentes de las dos cajas, Braulio Medel y Antonio Pulido, según comentan otras fuentes. Los estudios de viabilidad de la fusión encargados estos meses a instancias de la Junta –Unicaja se lo encargó a Boston Consulting Group y Cajasol a KPMG– han sido más apariencias que un deseo real de que el proceso fuera posible. «En realidad, la fusión no se ha intentado porque no se quería llegar a ella», apuntan.
Cajasol era la que más perdía con la fusión con Unicaja. En primer lugar, porque la entidad sevillana hubiera visto sin duda reducido su peso específico dentro de la entidad resultante y del consejo de administración, ya que Unicaja no iba a aceptar nunca una fusión paritaria con un caja de menos tamaño y peor solvencia. De hecho, en la hipotética fusión, los recursos aportados por Unicaja y Cajasol respondían a una proporción del 70%-30%. Ayer mismo ya se apelaba en Sevilla a esas «diferencias» como el gran escollo para llegar a un entendimiento.
Y en segundo término, porque Cajasol quería evitar el alto sacrificio que tendría que acometer en términos laborales, como vienen apuntando los informes de viabilidad encargados por ambas entidades. Cajasol tiene tantos empleos como Unicaja (unos 5.000) y mejor pagados, por lo que a la caja sevillana también le hubiera tocado la mayoría de los despidos para que las cuentas saliesen.
Por todo ello, Cajasol, a falta todavía de que la entidad lo confirme hoy oficialmente, se incorporará así al Sistema Institucional de Protección (SIP) de Banca Cívica, que tendrá su sede social en Sevilla y que será copresidida por Antonio Pulido y el actual presidente de ese SIP, Enrique Goñi, director general de Caja Navarra. Sin embargo, se pierde para Sevilla la sede operativa de la SIP, que pasará a Madrid.
Las mismas fuentes financieras resaltaron que, según el plan de negocio, el ajuste laboral que se deberá acometer con la entrada en Banca Cívica «sería menos de una cuarta parte de una hipotética fusión entre Unicaja y Cajasol». Además, apuntaron que «habrá la mitad de prejubilaciones y salida de trabajadores que si Cajasol permaneciera sola». Con esta operación «no habrá solapamiento de oficinas» y constituye «una integración muy buena, muy sana y muy positiva para Andalucía».
La unión de Cajasol al Grupo Banca Cívica sumará cerca de 80.000 millones de euros en activos y podría recibir unos 1.100 millones del FROB.
Unicaja, ¿SIP o Ibercaja?
Mientras, en Málaga, el mutismo en el entorno de Unicaja fue ayer total, pero deslizando dos mensajes: uno, que ellos no son los que tenían prisa por encarrilar la fusión, dado que su buena situación le permite seguir en solitario cuando haga falta; y dos, que sólo cuando Cajasol se posicione oficialmente estudiarán el nuevo escenario. Es cierto que a la entidad sevillana le urgía más concretar antes de final de año, dada la premura a la que le estaba sometiendo el Banco de España y el propio presidente de la Junta, José Antonio Griñán. En vista de que un SIP con Unicaja no era viable –el Banco de España lo desaconseja para cajas de la misma comunidad– Cajasol ha optado por la Banca Cívica.
El problema para Unicaja es que, pese a su indudable salud, se le acaban las parejas de baile. De hecho, ahora mismo el panorama a corto plazo tan sólo le permite aspirar a liderar una SIP con cajas de menor tamaño que le permitan ganar dimensión sin perder poder, o acercarse a Ibercaja, entidad que le permitiría dar un notable salto de dimensión pero que también le obligaría a negociar duro para imponer sus criterios. Las circunstancias urgen a Unicaja que, con 33.000 millones en activos, tiene un tamaño respetable, pero a quien la ola de fusiones la ha dejado atrás en el ranking.
El intento de fusión entre Unicaja y Cajasol ha fracasado. Era la última carta que le quedaba a la Junta de Andalucía para conformar una caja netamente andaluza de grandes dimensiones, pero el as no ha aparecido. Según anunciaron ayer en Sevilla fuentes financieras, Cajasol ha preferido buscarse una fusión fría con Banca Cívica, integrada por CajaCanarias, Caja Navarra y Caja de Burgos, y evitar así una fusión con Unicaja en la que tenía mucho que perder, aunque es cierto que a la caja malagueña tampoco le entusiasmaba iniciar el proceso.
Tampoco ha habido nunca mucha «química» entre los presidentes de las dos cajas, Braulio Medel y Antonio Pulido, según comentan otras fuentes. Los estudios de viabilidad de la fusión encargados estos meses a instancias de la Junta –Unicaja se lo encargó a Boston Consulting Group y Cajasol a KPMG– han sido más apariencias que un deseo real de que el proceso fuera posible. «En realidad, la fusión no se ha intentado porque no se quería llegar a ella», apuntan.
Cajasol era la que más perdía con la fusión con Unicaja. En primer lugar, porque la entidad sevillana hubiera visto sin duda reducido su peso específico dentro de la entidad resultante y del consejo de administración, ya que Unicaja no iba a aceptar nunca una fusión paritaria con un caja de menos tamaño y peor solvencia. De hecho, en la hipotética fusión, los recursos aportados por Unicaja y Cajasol respondían a una proporción del 70%-30%. Ayer mismo ya se apelaba en Sevilla a esas «diferencias» como el gran escollo para llegar a un entendimiento.
Y en segundo término, porque Cajasol quería evitar el alto sacrificio que tendría que acometer en términos laborales, como vienen apuntando los informes de viabilidad encargados por ambas entidades. Cajasol tiene tantos empleos como Unicaja (unos 5.000) y mejor pagados, por lo que a la caja sevillana también le hubiera tocado la mayoría de los despidos para que las cuentas saliesen.
Por todo ello, Cajasol, a falta todavía de que la entidad lo confirme hoy oficialmente, se incorporará así al Sistema Institucional de Protección (SIP) de Banca Cívica, que tendrá su sede social en Sevilla y que será copresidida por Antonio Pulido y el actual presidente de ese SIP, Enrique Goñi, director general de Caja Navarra. Sin embargo, se pierde para Sevilla la sede operativa de la SIP, que pasará a Madrid.
Las mismas fuentes financieras resaltaron que, según el plan de negocio, el ajuste laboral que se deberá acometer con la entrada en Banca Cívica «sería menos de una cuarta parte de una hipotética fusión entre Unicaja y Cajasol». Además, apuntaron que «habrá la mitad de prejubilaciones y salida de trabajadores que si Cajasol permaneciera sola». Con esta operación «no habrá solapamiento de oficinas» y constituye «una integración muy buena, muy sana y muy positiva para Andalucía».
La unión de Cajasol al Grupo Banca Cívica sumará cerca de 80.000 millones de euros en activos y podría recibir unos 1.100 millones del FROB.
Unicaja, ¿SIP o Ibercaja?
Mientras, en Málaga, el mutismo en el entorno de Unicaja fue ayer total, pero deslizando dos mensajes: uno, que ellos no son los que tenían prisa por encarrilar la fusión, dado que su buena situación le permite seguir en solitario cuando haga falta; y dos, que sólo cuando Cajasol se posicione oficialmente estudiarán el nuevo escenario. Es cierto que a la entidad sevillana le urgía más concretar antes de final de año, dada la premura a la que le estaba sometiendo el Banco de España y el propio presidente de la Junta, José Antonio Griñán. En vista de que un SIP con Unicaja no era viable –el Banco de España lo desaconseja para cajas de la misma comunidad– Cajasol ha optado por la Banca Cívica.
El problema para Unicaja es que, pese a su indudable salud, se le acaban las parejas de baile. De hecho, ahora mismo el panorama a corto plazo tan sólo le permite aspirar a liderar una SIP con cajas de menor tamaño que le permitan ganar dimensión sin perder poder, o acercarse a Ibercaja, entidad que le permitiría dar un notable salto de dimensión pero que también le obligaría a negociar duro para imponer sus criterios. Las circunstancias urgen a Unicaja que, con 33.000 millones en activos, tiene un tamaño respetable, pero a quien la ola de fusiones la ha dejado atrás en el ranking.