La afición explota ante la desidia y la inoperancia, y se ceba con Jesús Gámez y Apoño Todas las críticas de los seguidores estuvieron centradas en los jugadores con una pitada muy sonora ya en el descanso
La afición ya no perdona una. El encuentro de ayer fue una prueba concluyente del hastío de los seguidores ante la inoperancia del Málaga en casa, pero sobre todo fue la clara evidencia de que los seguidores ya han señalado con el dedo a varios jugadores, con mención especial para dos paisanos, Jesús Gámez y Apoño. Parafraseando al entrenador del Real Madrid, José Mourinho, con su aviso previo a la plantilla del Madrid en vísperas de la Copa del Rey, La Rosaleda le pone la cruz a su equipo.
Solo se llevaban nueve minutos de partido cuando Apoño perdió el balón por primera vez, pero en una zona de riesgo, en el costado derecho del área, pegado a la banda de Tribuna. Los pitos arreciaron contra el centrocampista de La Palmilla. Definitivamente el público se ha divorciado de su futbolista teóricamente más creativo en la medular, al que ya no tiene reparos en reprochar cualquier error con el balón o en sus actitudes hacia el árbitro o el contrario. Después de casi un año y medio aguardando que regrese su mejor versión, la afición ya no está dispuesto a esperarlo más.
En el minuto 42 Apoño se dejó caer descaradamente en el centro del campo y el público actuó con indiferencia. Ni una sola protesta. Un minuto antes el centrocampista ya no acaparaba las iras de la afición. Jesús Gámez se sumaba a él. Del murmullo se pasó a los pitos cuando el fuengiroleño volvió a las andadas y reculó y reculó y volvió a recular ante el avance del lateral izquierdo rival, De la Bella. Un error más en el minuto 44 derivó de nuevo en el sonido de viento.
Desencanto
El desencanto de la afición fue notorio al descanso. Por primera vez se vieron pañuelos en la grada. Y no precisamente pocos. Los comentarios en la grada auguraban más críticas tras el descanso a menos que el cambio del Málaga fuera radical. Por lo tanto, no resultó extraño que a los tres minutos de la reanudación de nuevo Jesús Gámez fuera el centro de las iras cuando en un envío en largo lo mandó a terreno de nadie.
En la segunda parte casi todos recibieron su cuota de críticas. Únicamente se salvaron Sebastián Fernández y Juanmi. No se libraron ni los ídolos más asentados (como Weligton) ni los de nuevo cuño (Quincy). El 0-2 acabó por desesperar a los aficionados, máxime tras comprobar que Xabi Prieto se recreaba en el control del balón, en el avance y en el centro mientras los jugadores blanquiazules lo seguían con la mirada.
Desde ese instante el público 'gruñó' constantemente ante la inoperancia y la desidia. Faltó poco para que se jalearan las acciones de la Real. La reacción experimentada en el tramo final hizo que momentáneamente se olvidaran los constantes errores y el descontrol, pero en los últimos minutos, cuando se hizo más evidente la incapacidad para sacar el balón jugado (Arnau tuvo que hacerlo casi siempre y cometió errores), ya explotó. Los jugadores tendrán que recuperar el cariño.
La afición ya no perdona una. El encuentro de ayer fue una prueba concluyente del hastío de los seguidores ante la inoperancia del Málaga en casa, pero sobre todo fue la clara evidencia de que los seguidores ya han señalado con el dedo a varios jugadores, con mención especial para dos paisanos, Jesús Gámez y Apoño. Parafraseando al entrenador del Real Madrid, José Mourinho, con su aviso previo a la plantilla del Madrid en vísperas de la Copa del Rey, La Rosaleda le pone la cruz a su equipo.
Solo se llevaban nueve minutos de partido cuando Apoño perdió el balón por primera vez, pero en una zona de riesgo, en el costado derecho del área, pegado a la banda de Tribuna. Los pitos arreciaron contra el centrocampista de La Palmilla. Definitivamente el público se ha divorciado de su futbolista teóricamente más creativo en la medular, al que ya no tiene reparos en reprochar cualquier error con el balón o en sus actitudes hacia el árbitro o el contrario. Después de casi un año y medio aguardando que regrese su mejor versión, la afición ya no está dispuesto a esperarlo más.
En el minuto 42 Apoño se dejó caer descaradamente en el centro del campo y el público actuó con indiferencia. Ni una sola protesta. Un minuto antes el centrocampista ya no acaparaba las iras de la afición. Jesús Gámez se sumaba a él. Del murmullo se pasó a los pitos cuando el fuengiroleño volvió a las andadas y reculó y reculó y volvió a recular ante el avance del lateral izquierdo rival, De la Bella. Un error más en el minuto 44 derivó de nuevo en el sonido de viento.
Desencanto
El desencanto de la afición fue notorio al descanso. Por primera vez se vieron pañuelos en la grada. Y no precisamente pocos. Los comentarios en la grada auguraban más críticas tras el descanso a menos que el cambio del Málaga fuera radical. Por lo tanto, no resultó extraño que a los tres minutos de la reanudación de nuevo Jesús Gámez fuera el centro de las iras cuando en un envío en largo lo mandó a terreno de nadie.
En la segunda parte casi todos recibieron su cuota de críticas. Únicamente se salvaron Sebastián Fernández y Juanmi. No se libraron ni los ídolos más asentados (como Weligton) ni los de nuevo cuño (Quincy). El 0-2 acabó por desesperar a los aficionados, máxime tras comprobar que Xabi Prieto se recreaba en el control del balón, en el avance y en el centro mientras los jugadores blanquiazules lo seguían con la mirada.
Desde ese instante el público 'gruñó' constantemente ante la inoperancia y la desidia. Faltó poco para que se jalearan las acciones de la Real. La reacción experimentada en el tramo final hizo que momentáneamente se olvidaran los constantes errores y el descontrol, pero en los últimos minutos, cuando se hizo más evidente la incapacidad para sacar el balón jugado (Arnau tuvo que hacerlo casi siempre y cometió errores), ya explotó. Los jugadores tendrán que recuperar el cariño.