Puede sonar duro. Pero es así de real. Jesualdo Ferreira lleva más de tres meses al frente del Málaga y su mano aún no se ha notado. Bueno, sí, pero no para bien. Su aportación al proyecto, aparte de la discutible confección de la plantilla y de la millonada gastada, ha sido un sistema de juego mal ejecutado y, por tanto, lleno de lagunas, y un discurso ofensivo cargado de demagogia. Desde el primer día ha entregado todas sus opciones de éxito en cada partido a la chispa y la velocidad de sus tres atacantes, Eliseu, Rondón y Quincy. Por cierto, este último necesita terapia y que su entrenador le hable un poco de lo que significa jugar al fútbol en equipo y de utilizar sus recursos técnicos y físicos en pro del bien del colectivo. De cada diez decisiones que toma Quincy en un partido, ocho, como mínimo, son desacertadas. Tiene un talento y un potencial tan notables como su capacidad para desaprovecharlos.
El equipo se está desangrando defensivamente desde el primer día y, ocho partidos después, aún está por llegar el primer reajuste táctico del técnico para poner fin a tanta sangría. Tras más de tres meses de trabajo, la única solución ofensiva de este equipo sigue siendo la velocidad de sus delanteros. Atrás, los goles caen como churros. El avance ha sido casi imperceptible.
Es muy lícito y hasta inteligente explotar la velocidad de tus jugadores y plantear partidos al contragolpe cuando se tiene a futbolistas como Eliseu y Quincy. Pero no lo es tanto que el discurso sea que vas a discutir de tú a tú el partido a cualquiera, incluidos los grandes, y tu equipo no tenga un plan para hacer daño al rival si le cierran los espacios y tus velocistas no tienen metros para correr. Eso pasó en Pamplona. El Málaga encajó un gol prontísimo, Osasuna taponó las contras y al equipo se le bajó la persiana. En el caso de Jesualdo, no diría tanto que se le bajaron las persianas porque igual nunca las ha tenido arriba.
En España no se puede sobrevivir con una línea de cuatro atrás y un único pivote por delante para defender. Aquí, en la mejor Liga del mundo, si eres el Málaga y defiendes sólo con cinco, estás condenado a sufrir. En Portugal, si entrenas al Oporto, igual esa propuesta sí te da para ganar a Naval, Río Ave, Nacional de Madeira y compañía. Equipos que no competirían en España ni en Segunda División. Pero España no es Portugal, ni la Liga es la Superliga lusa. Que le pregunten a Di María, que acaba de llegar desde el Benfica. Urge que Ferreira lo asuma.
http://www.eldesmarquemalaga.es/desmarcados/23553-cero-avances-en-tres-meses