Una treintena de afortunados, clientes habituales del establecimiento, consiguen un pellizco para «tapar agujeros» .
La administración número 20 de la capital reparte cerca de un millón de euros en el sorteo del jueves de la Lotería
El 10.480 es un número con historia. Y a partir de ahora, unos 25 afortunados lo recordará siempre con una sonrisa en los labios. La administración número 20 de la capital, situada en el centro comercial Rosaleda, junto a la barriada de La Palma, amaneció ayer con la mejor de las noticias. Ha repartido cerca de un millón de euros en el primer premio de la Lotería Nacional, en el sorteo ordinario del jueves.
La propietaria del establecimiento, Emilia Nuño, cuenta que se trata de un número al que estaban abonados muchos clientes fijos de la barriada. Hasta ahora, no había acaparado buena suerte. Pero por fin la paciencia y la fidelidad han dado sus frutos. En total, se vendieron tres series. Cada décimo está premiado con 30.000 euros. «No es mucho, pero en estos tiempos seguro que le viene muy bien a todos, aunque sea para tapar agujeros», dice Emilia.
La alegría de los clientes no tardó en contagiar ayer a la administración. Hasta el establecimiento, que se encuentra en la segunda planta del centro comercial, se acercaron muchos de los agraciados para compartir su alegría. «Para nosotras, es como si nos hubiese tocado también», indica Emilia, que cuenta con la ayuda de su empleada, Carmen Sánchez, quien despacha a diario los décimos.
«Lo bueno de este premio es que ha ido a gente trabajadora del barrio de La Palma y ha estado muy repartido», indica Carmen, que ayer conoció un poco más de la vida de sus clientes gracias al premio. «Hay un chico de La Palma que lleva fijo el número desde que recuerdo; normalmente, recoge el décimo antes de las cuatro porque si no, lo devolvemos a la central, pero yo se lo guardé porque nunca falla y vino a por él a las siete de la tarde pensando que ya no lo tenía», señala Carmen. Por eso, cuando ayer por la mañana se enteró que había ganado, lo primero que hizo fue ir a darle las gracias a Carmen. «Me trajo llorando un ramo de flores con una tarjeta que decía 'Me has salvado'», explica. No en vano, el joven se encuentra en el paro y su mujer está esperando un hijo que, parece, llegará con un premio debajo del brazo.
Clientes del barrio
No es la única historia Carmen vivió ayer en primera persona. «Un abuelo vino, me pidió un número cualquiera y yo le di el ganador, así que hoy ha vuelto muy contento», indica Carmen que lleva diez años trabajando en este punto de venta. Otro de los afortunados fue un empleado del centro comercial. «No sabía nada y fui yo quien le dijo que le había tocado; no me creía, se ha llevado una sorpresa», afirma. Muchos se acercaron para preguntar dónde podían cobrarlo, mientras que otro de los compradores habituales ya lo había repartido entre sus dos hijas «para ayudarles un poco».
Emilia cuenta que el número 10.480 está en la administración desde hace años debido a que era el que siempre jugaba una tía suya. «Lo pedí para poder llevárselo y que no tuviese que ir a por él a otro sitio», indica. A su tía, nunca le tocó, pero por fin parece que ha traído un poco de esperanza a uno de los barrios más humildes de la capital.
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