Patrick Mtiliga es un santo. Lo digo por todo lo que tuvo que aguantar la pasada temporada por la acción que tuvo en el Bernabéu con el mediático Cristiano Ronaldo. Parecía que el culpable era el jugador del Málaga. Y a éste le rompió la nariz el portugués. Pero Mtiliga no es rencoroso y ni se acuerda. Es un tipo serio y educado. Buen jugador y, según quienes le conocen, mejor persona. Aunque el problema es que es jugador del Málaga y todo lo que no sea Real Madrid y Barcelona en este país no vale. Lo demás no tiene trascendencia. O si la tiene, muy poca.

Lo hemos podido comprobar con el caso de Eliseu. Los árbitros no respetan a los equipos menos mediáticos y se pudo comprobar la pasada temporada en el partido entre el Málaga y el Real Madrid en La Rosaleda. Aquel día fue Undiano Mallenco el colegiado (el mismo que pitará el próximo sábado), cuando un empujón de Sergio Ramos a Felipe Caicedo dentro del área no lo señalizó y estaba a un metro de la jugada. El Málaga pudo descender porque pasó de un posible 2-0 al 1-1. Está claro. Los equipos denominados grandes siempre serán ayudados. Así es la vida. Pero es preferible ser humilde y pobre que no rico y egocéntrico. El Málaga es un sentimiento. Volveré.