El campamento Benítez cumple quince años cerrado a cal y canto
El tiempo pasa por el Campamento Benítez sin que se avance ni medio metro en el proyecto para convertirlo en el Museo del Transporte y en un gran parque metropolitano. El antiguo acuartelamiento, mientras tanto, se va deteriorando poco a poco. En los quince años transcurridos desde su cierre (abril de 1995) no se le ha dado ningún uso. El recinto, de 28 hectáreas, reúne todas las condiciones para convertirse en un gran parque para disfrute de los malagueños. Se encuentra situado en una zona estratégica, al oeste de Málaga, en el límite con Torremolinos, cerca de la playa, con buenas conexiones por carretera y el tren litoral y en las proximidades de zonas de ocio como Plaza Mayor.
La idea de convertir el Benítez en el Museo del Transporte y en un parque metropolitano se halla en punto muerto a pesar de que se dijo que podrían estar en abiertos en 2010. La iniciativa partió de Magdalena Álvarez cuando era ministra de Fomento. Sin embargo, al ser relevada del cargo y asumirlo José Blanco, el asunto se paró. Y así sigue: parado. Hacen falta más de 300 millones de euros para convertirlo en una realidad.
Málaga necesita esos terrenos para su uso y disfrute. No tiene sentido que los casi 300.000 metros cuadrados de la antigua instalación militar se encuentren abandonados cuando la ciudad carece de un parque de la singularidad del que se podría crear en ese espacio. Además de su valor simbólico -por el campamento pasaron varias generaciones de malagueños cuando cumplieron su servicio militar-, el Benítez cuenta con una gran masa forestal que, con una correcta actuación de saneamiento, daría mayor lustre a ese gran parque. Hay ejemplares de pinos carrascos, eucaliptos, cipreses y palmeras, entre otras especies. Es el lugar idóneo para que se haga en él una zona recreativa y de ocio al aire libre, por la que poder pasear, descansar, jugar y pasar un día muy agradable. La esencia está, hace falta voluntad política para poner sobre la mesa el dinero y los recursos para crear el parque que los malagueños necesitan.
El camino seguido por el campamento desde que Defensa lo cerró hace quince años ha ido a paso lento. En julio de 2005, Magdalena Álvarez dio un golpe de efecto que parecía despejar el incierto futuro del Benítez. Anunció la creación del Museo del Transporte y la Obra Pública, así como un gran parque metropolitano. Álvarez presentó el proyecto tras alcanzar un acuerdo con el Ministerio de Defensa. Mediante una permuta, el Benítez pasaba a poder de Fomento y este, a cambio, pagaría a Defensa una obra en Torrejón de Ardoz. La entonces ministra explicó que ese espacio expositivo difundiría la historia y los avances tecnológicos de todos los modos de transporte: terrestres, marítimos y aéreos. Además del museo, se sanearía y mejoraría la masa forestal del campamento, enmarcándola dentro de un gran parque de uso ciudadano. Para hacer viable la iniciativa, se constituyó un consorcio integrado por Fomento, la Junta, el Ayuntamiento de Málaga, la Diputación, la Universidad, la Cámara de Comercio, Unicaja y las empresas Sando y Vera.
Asimismo, se convocó un concurso internacional de ideas. Lo ganó la arquitecta catalana Carme Pinos. El proyecto, titulado 'Hoja, La', preveía un edificio que creciese siguiendo una forma orgánica y entrelazándose con la vegetación.
Desde julio 2007, que se hizó pública esa información, poco se ha avanzando. Se destinaron 2,2 millones para la redacción de proyecto arquitectónico y museográfico, pero las obras no han comenzado y no hay perspectivas de que empiecen. En el verano de 2008, Fomento limpió los terrenos y valló su perímetro para que no entrase gente y se asentase allí, como ocurrió con un grupo de inmigrantes rumanos.
La idea de convertir el Benítez en el Museo del Transporte y en un parque metropolitano se halla en punto muerto a pesar de que se dijo que podrían estar en abiertos en 2010. La iniciativa partió de Magdalena Álvarez cuando era ministra de Fomento. Sin embargo, al ser relevada del cargo y asumirlo José Blanco, el asunto se paró. Y así sigue: parado. Hacen falta más de 300 millones de euros para convertirlo en una realidad.
Málaga necesita esos terrenos para su uso y disfrute. No tiene sentido que los casi 300.000 metros cuadrados de la antigua instalación militar se encuentren abandonados cuando la ciudad carece de un parque de la singularidad del que se podría crear en ese espacio. Además de su valor simbólico -por el campamento pasaron varias generaciones de malagueños cuando cumplieron su servicio militar-, el Benítez cuenta con una gran masa forestal que, con una correcta actuación de saneamiento, daría mayor lustre a ese gran parque. Hay ejemplares de pinos carrascos, eucaliptos, cipreses y palmeras, entre otras especies. Es el lugar idóneo para que se haga en él una zona recreativa y de ocio al aire libre, por la que poder pasear, descansar, jugar y pasar un día muy agradable. La esencia está, hace falta voluntad política para poner sobre la mesa el dinero y los recursos para crear el parque que los malagueños necesitan.
El camino seguido por el campamento desde que Defensa lo cerró hace quince años ha ido a paso lento. En julio de 2005, Magdalena Álvarez dio un golpe de efecto que parecía despejar el incierto futuro del Benítez. Anunció la creación del Museo del Transporte y la Obra Pública, así como un gran parque metropolitano. Álvarez presentó el proyecto tras alcanzar un acuerdo con el Ministerio de Defensa. Mediante una permuta, el Benítez pasaba a poder de Fomento y este, a cambio, pagaría a Defensa una obra en Torrejón de Ardoz. La entonces ministra explicó que ese espacio expositivo difundiría la historia y los avances tecnológicos de todos los modos de transporte: terrestres, marítimos y aéreos. Además del museo, se sanearía y mejoraría la masa forestal del campamento, enmarcándola dentro de un gran parque de uso ciudadano. Para hacer viable la iniciativa, se constituyó un consorcio integrado por Fomento, la Junta, el Ayuntamiento de Málaga, la Diputación, la Universidad, la Cámara de Comercio, Unicaja y las empresas Sando y Vera.
Asimismo, se convocó un concurso internacional de ideas. Lo ganó la arquitecta catalana Carme Pinos. El proyecto, titulado 'Hoja, La', preveía un edificio que creciese siguiendo una forma orgánica y entrelazándose con la vegetación.
Desde julio 2007, que se hizó pública esa información, poco se ha avanzando. Se destinaron 2,2 millones para la redacción de proyecto arquitectónico y museográfico, pero las obras no han comenzado y no hay perspectivas de que empiecen. En el verano de 2008, Fomento limpió los terrenos y valló su perímetro para que no entrase gente y se asentase allí, como ocurrió con un grupo de inmigrantes rumanos.