No hace muchos años que el Valencia se proclamó campeón de Liga en La Rosaleda. Sucedió el 5 de mayo de 2002, y los tantos de Ayala y Fabio Aurelio (0-2), este último envuelto en la polémica, permitieron entonar el alirón al cuadro levantino. No mucho antes (13-5-2001), Dely Valdés resolvió en otro duelo en Martiricos (3-0) con un 'hat-trick' ante el mismo once que una semana después perdió en los penaltis la final de la Champions contra el Bayern de Múnich. En todo este ciclo la única obsesión en el Málaga era alcanzar cuanto antes la permanencia, antes de poder pensar en otras metas.

Hoy, sin embargo, las distancias entre Málaga y Valencia se han estrechado. En realidad, ambos han intercambiado los papeles este verano con un comportamiento económico dispar y a su vez radicalmente distinto respecto al pasado. No es que ahora al cuadro blanquiazul se le augure mejor presente que a su rival, pero ya no hay una acusada diferencia. Hace unos meses, el conjunto entrenado por Muñiz visitaba Mestalla con un once cogido con alfileres (infinidad de rotaciones ante el maltrecho estado físico de jugadores clave) y con Orozco de titular. Pese al 1-0 final, apenas hubo partido, y en cambio hoy sí lo hay.

Han sucedido demasiados acontecimientos para explicar este cambio de roles. Al Málaga llegó un nuevo propietario, el jeque qatarí Abdullah Al-Thani, dispuesto a hacer un club grande a medio plazo. De momento, la inversión ha estado incluso por encima de lo esperado. Si se especulaba con unos ocho millones en fichajes, la cifra alcanza casi los 13,5, sin que el cupo se haya cerrado a la espera de que expire el plazo el martes. Como quiera que no hubo beneficio a través de las bajas y que también hubo una apuesta fuerte en las instalaciones (en el estadio Ciudad de Málaga y para adecentar La Rosaleda y su terreno de juego), en realidad la apuesta es aún más ambiciosa.

En cambio, al Valencia no le quedó otra que desprenderse de sus estrellas y reducir deuda. Manuel Llorente se fue de la entidad con 198 millones de déficit y regresó al cargo con la friolera de 580. Por ello se acometió una ampliación de capital en dos fases para inyectar 93 millones en total (18 y 75, estos últimos a través de un crédito concedido por Bancaja a la Fundación del Valencia).

La venta de jugadores hizo el resto. Entre gastos e ingresos por jugadores las cuentas le salen al club con un beneficio de más de sesenta millones (el resultado de la resta de 87,5 y 26,8), como se desglosa en la ficha adjunta. En total, el pasivo del Valencia ahora está muy cerca de los 400 millones, pero no llega a esa cifra redonda, y la esperanza radica en la venta de los terrenos de Mestalla cuando se consume el traslado al nuevo estadio, cuyas obras se han retrasado mucho ante la crisis del ladrillo. Si la intención era que se pudiera efectuar el cambio cara a la campaña 2011-2012, ahora el objetivo es una temporada después, y sigue siendo complicado. Por contra, el pasivo del Málaga supera por poco los diez millones.