Hoy es posible que aterrice en Málaga Fernando Sanz, que todavía es presidente del club porque, hasta la fecha, nadie ha dicho lo contrario. Es sólo un detalle. Se denomine como se denomine su rol, no ha dejado nunca de trabajar al servicio de la entidad y está al corriente de todos los movimientos dinamantes de estos nuevos tiempos que corren, especialmente en la parcela deportiva, en definitiva, la base y la causa final del éxito o el fracaso de esta valiente apuesta empresarial emprendida por el Jeque de Qatar, Abdullah Bin Nasser Al Thami. Pero en próximas fechas debe determinarse cuál será su misión específica; ¿presidente profesional? ¿consejero delegado? ¿asesor? ¿director deportivo? Todo se verá. Y pienso que será muy pronto.

Mi opinión personal es que, si el Jeque va a ejercer como máximo accionista, con escasa presencia en la Costa del Sol (por razones lógicas dadas las múltiples responsabilidades en su país), Fernando Sanz debería ser el presidente. Un presidente con mando en plaza, aunque lógicamente sometido a la decisión final de los nuevos propietarios. Un presidente con el carisma de quien ha sido destacado futbolista, histórico motor por salvar de la desaparición a un moribundo club; buen conocedor de dirigentes, representantes, instituciones y que cuenta con el respaldo y la confianza de su afición. Si yo fuera el Jeque, lo tendría claro: dejaría que Fernando Sanz continuase de presidente. Bueno para el Málaga. No me cabe duda.