Sólo un milagro o la intervención de San Judas Tadeo, patrón de los imposibles, nos pueden dejar en Primera. No sería justo apelar al cielo con la que está cayendo y la de gente que sufre para un tema de pelota, sobre todo cuando una serie de personas terrenales, con nombres y apellidos, han sido los culpables de la situación. Hasta el Xerez se puede salvar. Me alegraría, oigan, porque su segunda vuelta ha sido fantástica de la mano de Gorosito. Un cambio efectivo. Los mismos que no se atrevió a hacer el presidente, Fernando Sanz, que no debe olvidar que si el Málaga desciende, él será el máximo responsable de tamaño desastre. Sería una pena que la sexta ciudad de España, que aspira a la capitalidad cultural de Europa en 2016, se fuera al infierno de Segunda, pero estamos a pique de un repique. Hemos jugado con fuego, así que nos podemos achicharrar.
Digo que Sanz sería el máximo responsable, entre otras cosas por mantener a Muñiz cuando ha hecho méritos para irse, sobre todo tras los partidos de Valencia, Zaragoza y Valladolid. Se veía venir, y sólo la pasividad del propietario y de su directiva ha permitido llegar a este final. Pero además hay otros motivos: la pésima planificación, la tardanza en hacer una plantilla, el no gastarse un duro, y encima, el ridículo de diciembre cuando se iba a fichar a un montón de jugadores y sólo llegó Caicedo. Mientras hay vida hay esperanza, pero hay que ser realistas. Encima, lo más ridículo sería que el dinero que no se ha querido gastar en fichajes se tenga que emplear en primas, pero ni Osasuna ni Valencia se juegan nada. Diez jornadas seguidas sin ganar son demasiadas. Vamos derechos al infierno.
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