Por Borja Porras
DIARIO MARCA
Diría que somos afortunados. Y no porque los más inmediatos perseguidores del Málaga le estén poniendo en bandeja a los blanquiazules la permanencia; que también. Sino porque, más allá del ya manido eterno e intacto colchón de puntos sobre el descenso, nunca el malaguista de pro se vio tan identificado por los suyos sobre el verde de Martiricos.
Pero que no sea un mero espejismo. Me niego a pensar que los ocho, más otros siete amateur, que hacen del Málaga el equipo más casero de Primera tengan que conformarse en los años venideros –allá donde estén- con disfrutar del fútbol de sus paisanos enfundados en otros colores que no sean los que verdaderamente les duelen.
Once debutantes, once canteranos y, en definitiva, once caramelos para las canteras más galácticas del continente. Será así, desgraciadamente, le pese a quien le pese. El malaguista más añejo y el más contemporáneo ya está escarmentado en este tipo de becas deportivas sin billete de vuelta.
Sin embargo, el no rotundo espetado por Fernando Sanz el pasado verano a Villarreal y Sevilla por dos de sus principales efectivos es el clavo ardiendo al que se agarra ahora la afición boquerona. Algo parece cambiar. Lo que antaño se dejaba escapar por cantidades pírricas (derechos de formación), o por escasos euros que no se correspondían con el potencial futuro de la perla en cuestión, ahora al menos exige un paso por caja del que, de momento, todos recelan.
Aunque mucho me temo que este verano aquellos u otros gigantes volverán a hacer ‘toc-toc’ en la puerta de La Rosaleda. No parece que las aspiraciones deportivas –visto el final de competición que están protagonizando- vayan a saciar a quienes copan más novias en el concierto futbolístico nacional y europeo del vestuario blanquiazul.
La planificación deportiva del pasado estío no da ni siquiera para el 5 raspado (de los ‘nuevos’ sólo Munúa, Mtiliga, Duda y Toribio han respondido a las expectativas) y eso lo ha acusado y mucho un equipo que ha incorporado a 15 jugadores hasta la fecha. El balance del último de ellos, evidente signo delator: Felipe Caicedo, dos goles en diez partidos (nueve de titular).
Pues como no respondían los nuevos, entonces Juan Ramón Muñiz decidió tirarse el all-in. Primero de manera sugerente –en el Heliodoro-para corroborarlo después con el primer de los cuatro duelos frente al Zaragoza. ¿Mensaje subliminal a la dirección deportiva? Lo cierto es que la jugada no le ha podido salir mejor al asturiano. Patrimonio malaguista que se revaloriza y el objetivo de la permanencia, virtualmente cumplido.
Pero yo me pregunto –y supongo que otros muchos también-, ¿qué pasa con Edu Ramos? ¿Todavía arrastra molestias o falta de ritmo por su inoportuna lesión en Nigeria? A Apoño se le ha visto a ratos por su accidentada temporada con las lesiones y su sustituto natural no es otro que el churrianero. Parto una lanza a favor del 16 blanquiazul y me uno, como Apoño, al pensamiento de quienes bien lo conocen. “Marcará una época en el fútbol, aquí o fuera”.
Edu aún no ha debutado en su estadio, su sueño por cumplir; pero mucho me temo que al poco que lo haga con continuidad su nombre ocupará titulares y, por qué no, portadas; y no precisamente de ediciones malagueñas.
Así que disfrutemos cuanto podamos, con permiso de Muñiz, de “uno de los mejores jugadores que Málaga ha dado” y la piedra angular, pese a su insultante juventud, del casi logrado ascenso del Malagueño el pasado verano a Segunda B. Filial, todo sea dicho, en el que jugadores como Iván González, Orozco, Pedrito o Javi López ejercían de magníficos obreros al ritmo que dictaba quien ejerciera de jefe de obra particular de Rafa Gil.La reflexión entrecomillada que sobre estas líneas figura no sólo se sustenta de mis ideas. La respaldan quienes curso tras curso encomendaron a Edu Ramos liderar un centro del campo entre compañeros, y rivales, hasta tres años mayores que él, además de su ídolo confeso. Uno con el que sacude el barro de sus botas a diario: Apoño.
DIARIO MARCA
Diría que somos afortunados. Y no porque los más inmediatos perseguidores del Málaga le estén poniendo en bandeja a los blanquiazules la permanencia; que también. Sino porque, más allá del ya manido eterno e intacto colchón de puntos sobre el descenso, nunca el malaguista de pro se vio tan identificado por los suyos sobre el verde de Martiricos.
Pero que no sea un mero espejismo. Me niego a pensar que los ocho, más otros siete amateur, que hacen del Málaga el equipo más casero de Primera tengan que conformarse en los años venideros –allá donde estén- con disfrutar del fútbol de sus paisanos enfundados en otros colores que no sean los que verdaderamente les duelen.
Once debutantes, once canteranos y, en definitiva, once caramelos para las canteras más galácticas del continente. Será así, desgraciadamente, le pese a quien le pese. El malaguista más añejo y el más contemporáneo ya está escarmentado en este tipo de becas deportivas sin billete de vuelta.
Sin embargo, el no rotundo espetado por Fernando Sanz el pasado verano a Villarreal y Sevilla por dos de sus principales efectivos es el clavo ardiendo al que se agarra ahora la afición boquerona. Algo parece cambiar. Lo que antaño se dejaba escapar por cantidades pírricas (derechos de formación), o por escasos euros que no se correspondían con el potencial futuro de la perla en cuestión, ahora al menos exige un paso por caja del que, de momento, todos recelan.
Aunque mucho me temo que este verano aquellos u otros gigantes volverán a hacer ‘toc-toc’ en la puerta de La Rosaleda. No parece que las aspiraciones deportivas –visto el final de competición que están protagonizando- vayan a saciar a quienes copan más novias en el concierto futbolístico nacional y europeo del vestuario blanquiazul.
La planificación deportiva del pasado estío no da ni siquiera para el 5 raspado (de los ‘nuevos’ sólo Munúa, Mtiliga, Duda y Toribio han respondido a las expectativas) y eso lo ha acusado y mucho un equipo que ha incorporado a 15 jugadores hasta la fecha. El balance del último de ellos, evidente signo delator: Felipe Caicedo, dos goles en diez partidos (nueve de titular).
Pues como no respondían los nuevos, entonces Juan Ramón Muñiz decidió tirarse el all-in. Primero de manera sugerente –en el Heliodoro-para corroborarlo después con el primer de los cuatro duelos frente al Zaragoza. ¿Mensaje subliminal a la dirección deportiva? Lo cierto es que la jugada no le ha podido salir mejor al asturiano. Patrimonio malaguista que se revaloriza y el objetivo de la permanencia, virtualmente cumplido.
Pero yo me pregunto –y supongo que otros muchos también-, ¿qué pasa con Edu Ramos? ¿Todavía arrastra molestias o falta de ritmo por su inoportuna lesión en Nigeria? A Apoño se le ha visto a ratos por su accidentada temporada con las lesiones y su sustituto natural no es otro que el churrianero. Parto una lanza a favor del 16 blanquiazul y me uno, como Apoño, al pensamiento de quienes bien lo conocen. “Marcará una época en el fútbol, aquí o fuera”.
Edu aún no ha debutado en su estadio, su sueño por cumplir; pero mucho me temo que al poco que lo haga con continuidad su nombre ocupará titulares y, por qué no, portadas; y no precisamente de ediciones malagueñas.
Así que disfrutemos cuanto podamos, con permiso de Muñiz, de “uno de los mejores jugadores que Málaga ha dado” y la piedra angular, pese a su insultante juventud, del casi logrado ascenso del Malagueño el pasado verano a Segunda B. Filial, todo sea dicho, en el que jugadores como Iván González, Orozco, Pedrito o Javi López ejercían de magníficos obreros al ritmo que dictaba quien ejerciera de jefe de obra particular de Rafa Gil.La reflexión entrecomillada que sobre estas líneas figura no sólo se sustenta de mis ideas. La respaldan quienes curso tras curso encomendaron a Edu Ramos liderar un centro del campo entre compañeros, y rivales, hasta tres años mayores que él, además de su ídolo confeso. Uno con el que sacude el barro de sus botas a diario: Apoño.