TENÍA dos ilusiones ante el partido del Almería: encontrarme al Málaga recuperado de antes del encuentro con el Xerez, y que lo de la semana pasada fue un accidente; otra, atisbar lo mínimo positivo posible para hablar bien de Muñiz. Imposible. Y lo siento. Perder ayer era posible e incluso previsible, pero tras el partido, uno llega a la conclusión de que no ganó el equipo rival sino que perdió el Málaga. De entrada, ver la alineación inicial de Muñiz y mirar hacia su banquillo te daba una impresión de surrealismo, porque eso de ver sentados a Apoño, Juanito, Luque, Baha y Obinna de una tacada creo que es excesivo para un modesto y humilde equipo. La ausencia de Duda, además, era excesivo lastre, y el Málaga nunca se encontró. Es más, desde el comienzo se intuía el resultado final. «1-0 perderemos», dijo alguien en un grupo de aficionados 'enchufados' ante Canal Plus. No se equivocó. Entre el planteamiento de Muñiz, la ausencia de Duda y la suerte que tiene ante el Málaga el curioso Lillo (que cada vez parece más un extra de 'Corrupción en Miami' que un entrenador), la suerte parecía estar echada. Así, cuando llegó el gol de Soriano, precedido por una pifia monumental en un despeje, ya todo parecía llamado a sentencia, sobre todo si Muñiz se encargaba, como hizo, en reaccionar tan tarde y tan mal, con esa manía (segunda semana seguida) de poner juntos a Apoño y Toribio, cuando uno anula al otro y todos nos damos cuenta menos él. Total, que cero puntos en dos partidos asequibles. No me gusta la cara que se nos ha quedado. Más de lo mismo que hace siete días.
http://malagacf.sur.es/noticias/2010-03-15/mismo-20100315.html
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