El histórico comercio de la calle Santa María ha echado la persiana. En los últimos tiempos lo han hecho otros establecimientos del Centro.
Málaga pierde uno de sus comercios más tradicionales en el sector de mercería, por el que han pasado varias generaciones de mujeres. Tomé cerró definitivamente sus puertas la pasada semana, después de sesenta y tantos años de actividad comercial. Este establecimiento, fundado por don José Tomé, abrió como mercería y ha sido un referente en el Centro Histórico, concretamente en la calle Santa María. Su hija, Paqui Tomé, entró a trabajar en la tienda con 15 años y ahora que cumple 65 ha optado por la jubilación. Ese es el motivo oficial del cierre.
Sin embargo, a nadie se le escapa que el comercio tradicional no pasa por su mejor momento, sobre todo a raíz de la peatonalización del casco antiguo, en opinión de los propios comerciantes. Dicen que a raíz de restringir el tráfico con los pivotes las ventas han caído. A eso se une a la situación de crisis que sufren todos. «No sé cuánto tiempo voy a durar abierto», comentó a este periódico Jerónimo Ruiz López, propietario de la imprenta Ruiz, que está situada en la calle Molina Lario. Su abuelo, José Ruiz Téllez, abrió la imprenta en 1911 y en los mejores tiempos llegó a tener hasta 13 trabajadores. Posteriormente, el negocio lo continuó su hijo, Julio Ruiz Antequera, y ahora lo mantiene con dificultad el nieto, que tiene sólo dos empleados y una producción muy corta. «No hay forma de soportar esto», se la menta.
«Desde que prohibieron la circulación por la calle Molina Lario -está restringida sólo a vehículos autorizados- está esto peor. Antes, mis clientes, que son en su mayoría dueños de papelerías, paraban un momento el coche en la puerta, recogían el paquete de tarjetas, pagaban y se iban. Ahora no pueden entrar», se queja este impresor. Enfrente estaba la antigua farmacia Laza, muy famosa por sus análisis, que cerró para irse al extrarradio.
El propietario de un edificio en remodelación en la calle Martínez se llevó el otro día un disgusto porque hasta seis policías locales impidieron que un camión hormigonera, que esperaba a pie de obra, pudiera volcar el cemento porque no había pedido previamente la autorización. Algunas tiendas y grandes almacenes ponen inconvenientes para llevar las compras de los clientes a sus casas por la dificultad de acceder a la 'almendra' del centro. Son quejas de vecinos y de comerciantes.
Paqui Tomé tuvo, durante un tiempo, una tienda de ropa de niños en la calle Santa Lucía, pero la cerró y se recluyó en el establecimiento de toda la vida, en aquella mercería muy asentada en la sociedad malagueña, donde extendió su oferta a bolsos y a otros complementos de señora. Muchas de sus clientas echaran ahora de menos este emblemático comercio.
El local será ocupado en las próximas semanas por La Tierra, una tienda especializada en piedras naturales y alta bisutería, que está abierta actualmente en la calle Larios y busca un espacio más amplio.
En Carretería se han cerrado también varios establecimientos en el último año. Uno de ellos es Natural, una tienda de muebles fundada en 1972 y que regentaba Paco Gámez. Más cerca en el tiempo, La Casa de la Música ha cesado su actividad de cara al público, aunque su propietario, José Jurado, continúa trabajando en servicios técnicos relacionados con el sonido. Pero cuando se pasa por su puerta, se observa la persiana echada y se vislumbra el interior de la tienda sin vida -sin vendedores ni clientes-, los recuerdos se amontonan necesariamente, sobre todo por aquellos que acudían en busca de un instrumento o una partitura soñando con ser alguien importante en la música -algunos lo han sido-. Tomé, Natural y La Casa de la Música han pasado ya al imaginario del pueblo malagueño. A la historia de esta ciudad.
Maldita crisis
Málaga pierde uno de sus comercios más tradicionales en el sector de mercería, por el que han pasado varias generaciones de mujeres. Tomé cerró definitivamente sus puertas la pasada semana, después de sesenta y tantos años de actividad comercial. Este establecimiento, fundado por don José Tomé, abrió como mercería y ha sido un referente en el Centro Histórico, concretamente en la calle Santa María. Su hija, Paqui Tomé, entró a trabajar en la tienda con 15 años y ahora que cumple 65 ha optado por la jubilación. Ese es el motivo oficial del cierre.
Sin embargo, a nadie se le escapa que el comercio tradicional no pasa por su mejor momento, sobre todo a raíz de la peatonalización del casco antiguo, en opinión de los propios comerciantes. Dicen que a raíz de restringir el tráfico con los pivotes las ventas han caído. A eso se une a la situación de crisis que sufren todos. «No sé cuánto tiempo voy a durar abierto», comentó a este periódico Jerónimo Ruiz López, propietario de la imprenta Ruiz, que está situada en la calle Molina Lario. Su abuelo, José Ruiz Téllez, abrió la imprenta en 1911 y en los mejores tiempos llegó a tener hasta 13 trabajadores. Posteriormente, el negocio lo continuó su hijo, Julio Ruiz Antequera, y ahora lo mantiene con dificultad el nieto, que tiene sólo dos empleados y una producción muy corta. «No hay forma de soportar esto», se la menta.
«Desde que prohibieron la circulación por la calle Molina Lario -está restringida sólo a vehículos autorizados- está esto peor. Antes, mis clientes, que son en su mayoría dueños de papelerías, paraban un momento el coche en la puerta, recogían el paquete de tarjetas, pagaban y se iban. Ahora no pueden entrar», se queja este impresor. Enfrente estaba la antigua farmacia Laza, muy famosa por sus análisis, que cerró para irse al extrarradio.
El propietario de un edificio en remodelación en la calle Martínez se llevó el otro día un disgusto porque hasta seis policías locales impidieron que un camión hormigonera, que esperaba a pie de obra, pudiera volcar el cemento porque no había pedido previamente la autorización. Algunas tiendas y grandes almacenes ponen inconvenientes para llevar las compras de los clientes a sus casas por la dificultad de acceder a la 'almendra' del centro. Son quejas de vecinos y de comerciantes.
Paqui Tomé tuvo, durante un tiempo, una tienda de ropa de niños en la calle Santa Lucía, pero la cerró y se recluyó en el establecimiento de toda la vida, en aquella mercería muy asentada en la sociedad malagueña, donde extendió su oferta a bolsos y a otros complementos de señora. Muchas de sus clientas echaran ahora de menos este emblemático comercio.
El local será ocupado en las próximas semanas por La Tierra, una tienda especializada en piedras naturales y alta bisutería, que está abierta actualmente en la calle Larios y busca un espacio más amplio.
En Carretería se han cerrado también varios establecimientos en el último año. Uno de ellos es Natural, una tienda de muebles fundada en 1972 y que regentaba Paco Gámez. Más cerca en el tiempo, La Casa de la Música ha cesado su actividad de cara al público, aunque su propietario, José Jurado, continúa trabajando en servicios técnicos relacionados con el sonido. Pero cuando se pasa por su puerta, se observa la persiana echada y se vislumbra el interior de la tienda sin vida -sin vendedores ni clientes-, los recuerdos se amontonan necesariamente, sobre todo por aquellos que acudían en busca de un instrumento o una partitura soñando con ser alguien importante en la música -algunos lo han sido-. Tomé, Natural y La Casa de la Música han pasado ya al imaginario del pueblo malagueño. A la historia de esta ciudad.
Maldita crisis