El Málaga sufrió una de esas derrotas que hacen grandes a los equipos y que consiguen que cada vez haya más aficionados devotos a sus colores. Sólo la intolerancia de los dioses futboleros impidieron que el equipo de Muñiz rompiera todas las quinielas y consiguiera empatar en el Camp Nou ante el todopoderoso Barcelona. Es más, estuvo sólo a cinco minutos de hacerlo, cuando Valdo (clara demostración de lo que ha mejorado este Málaga en los últimos tiempos) tras hacer una gran combinación con Obinna encaró a Valdés y lo dejó por los suelos. Era la gloria, la releche. Era tan bonito que al final no fue así. Y no lo fue no por ningún fallo del equipo blanquiazul, sino porque si hay algún equipo en el mundo capaz de hacer un gol como el 2-1 de anoche ese es el Barcelona y nadie puede discutir su potencial y que incluso mereció el triunfo. Pero enfrente estaba el Málaga, oigan, el equipo de Málaga, cargado de bajas, con un montón de jugadores que hace cuatro meses no sabían si jugarían en Tercera o en otro sitio, pero que con el orden y la entrega como banderas plantó cara, hizo sufrir a los locales lo que no está en los escritos, y mantuvo la estadística que muestra que hoy por hoy ningún equipo de Primera ha podido derrotar al Málaga por más de dos goles, cuando el Barcelona y el Madrid se aburrren de golear a otros mucho más poderosos que el nuestro, pero también mucho menos singulares y comprometidos. Perder en Barcelona era lo normal. Lo anormal hubiese sido lo contrario, pero también fue que se perdiera en el suspiro final. Todavía nos falta un poquito. Pero con noches como la vivida estamos en el buen camino.
http://malagacf.sur.es/noticias/2010-02-28/perder-triunfo-20100228.html
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