Pepe Sánchez siempre fue un jugador diferente. En su dilatada trayectoria nadie decidió por él. Y ahora ha querido retirarse jugando en Argentina, ante los suyos. En el Obras Sanitarias de Buenos Aires, concretamente. Un equipo histórico en horas bajas que ha recurrido a él para elevar sus prestaciones. Comparte equipo con su compadre Gaby Fernández y otros ex jugadores de la ACB, como Juan Alberto Espil o Alloatti. Son los últimos coletazos de Pepe, historia viva del Unicaja. Quizá donde se sintió más realizado, al margen de esa mítica selección argentina campeona olímpica en Atenas que bordó el baloncesto.
Pepe no disfrutó, sólo a cuentagotas, en Barcelona o Madrid, sus últimas estaciones en el baloncesto español. Él no vive sólo del baloncesto, va más allá. Hombre cultivado, empresario de éxito, quería una desconexión. 10 meses de fuera le han valido de terapia para volver a querer al balón. Reapareció ante el Boca y parece que no se le ha olvidado jugar. En 31 minutos, anotó 14 puntos (4/6 en tiros libres, 2/3 en tiros de dos y 2/4 en triples), repartió 12 asistencias, cinco rebotes y cuatro recuperaciones.
"Obras es un equipo con una identidad importante, cuando yo crecí en el baloncesto era uno de los equipos con más historia en Buenos Aires, junto a Ferrocarril Oeste. Es muy lindo jugar acá. Nunca pensé que iba a vestir la camiseta de Obras, pero acá estoy y lo voy a disfrutar", decía en su presentación. Se muda temporalmente desde su Bahía Blanca natal a Buenos Aires, donde tiene una casa. En el futuro quizá le apetezca ser presidente de un club en su ciudad natal.
Vuelve también para darle un impulso a la liga argentina, desde la que se fue siendo un imberbe para estudiar en la Universidad de Temple. "Deportivamente el nivel de la LNB es muy bueno, el jugador argentino incluso es muy valorado. Pero existen cuestiones económicas que no acompañan de la manera que debería ser. A nivel estructural y dirigencial, se hacen muchos esfuerzos, pero tenemos que dar un salto de calidad. Lo que se dice, el dirigente rentado. Por ejemplo, el caso de la ACB sirve para mirar de cerca. Empezó como una liga de clubes y se transformó en profesional, con todos los integrantes de un equipo pagados. El esfuerzo, entonces, debe ser mancomunado para lograr un único fin exitoso. Creo que la Liga debe apuntar a eso, hay que mejorar los viajes, la infraestructura y todo lo relacionado al baloncesto para ofrecer un mejor producto. Así, entonces, se podrá vender mejor a la gente", reflexiona, colocando a la ACB como modelo para que su la liga de su país crezca.
También regresa enseñar a los más jóvenes. "Para los chicos en general, el mensaje es que hay que empezar divirtiéndose. El comienzo no tiene nada que ver con lo profesional. Creo mucho en el deporte como formación de personas. El baloncesto fue el lugar donde me pude empezar a educar y formar. Aprendí a compartir, a disfrutar y también a sufrir. Hice muchos amigos. Esa es la función primaria del deporte, después los mayores -entre los que me incluyo- distorsionamos esa visión por una suma de cuestiones que van apareciendo", es su elocuente epitafio. Genio y figura, incluso en sus últimos coletazos.
Grande Pepe Sanchez.
Pepe no disfrutó, sólo a cuentagotas, en Barcelona o Madrid, sus últimas estaciones en el baloncesto español. Él no vive sólo del baloncesto, va más allá. Hombre cultivado, empresario de éxito, quería una desconexión. 10 meses de fuera le han valido de terapia para volver a querer al balón. Reapareció ante el Boca y parece que no se le ha olvidado jugar. En 31 minutos, anotó 14 puntos (4/6 en tiros libres, 2/3 en tiros de dos y 2/4 en triples), repartió 12 asistencias, cinco rebotes y cuatro recuperaciones.
"Obras es un equipo con una identidad importante, cuando yo crecí en el baloncesto era uno de los equipos con más historia en Buenos Aires, junto a Ferrocarril Oeste. Es muy lindo jugar acá. Nunca pensé que iba a vestir la camiseta de Obras, pero acá estoy y lo voy a disfrutar", decía en su presentación. Se muda temporalmente desde su Bahía Blanca natal a Buenos Aires, donde tiene una casa. En el futuro quizá le apetezca ser presidente de un club en su ciudad natal.
Vuelve también para darle un impulso a la liga argentina, desde la que se fue siendo un imberbe para estudiar en la Universidad de Temple. "Deportivamente el nivel de la LNB es muy bueno, el jugador argentino incluso es muy valorado. Pero existen cuestiones económicas que no acompañan de la manera que debería ser. A nivel estructural y dirigencial, se hacen muchos esfuerzos, pero tenemos que dar un salto de calidad. Lo que se dice, el dirigente rentado. Por ejemplo, el caso de la ACB sirve para mirar de cerca. Empezó como una liga de clubes y se transformó en profesional, con todos los integrantes de un equipo pagados. El esfuerzo, entonces, debe ser mancomunado para lograr un único fin exitoso. Creo que la Liga debe apuntar a eso, hay que mejorar los viajes, la infraestructura y todo lo relacionado al baloncesto para ofrecer un mejor producto. Así, entonces, se podrá vender mejor a la gente", reflexiona, colocando a la ACB como modelo para que su la liga de su país crezca.
También regresa enseñar a los más jóvenes. "Para los chicos en general, el mensaje es que hay que empezar divirtiéndose. El comienzo no tiene nada que ver con lo profesional. Creo mucho en el deporte como formación de personas. El baloncesto fue el lugar donde me pude empezar a educar y formar. Aprendí a compartir, a disfrutar y también a sufrir. Hice muchos amigos. Esa es la función primaria del deporte, después los mayores -entre los que me incluyo- distorsionamos esa visión por una suma de cuestiones que van apareciendo", es su elocuente epitafio. Genio y figura, incluso en sus últimos coletazos.
Grande Pepe Sanchez.