El presidente del Málaga y el entrenador mantienen su relación cercana a pesar que ambos son conscientes de la situación actual del equipo
El Málaga ha encadenado por primera vez dos partidos seguidos sin perder. Pero no basta. La mejoría ha sido mínima. El equipo sólo ha mostrado una virtud: capacidad de reacción ante el Tenerife y el Zaragoza. El futuro de Juan Ramón Muñiz como entrenador del Málaga está en entredicho y probablemente dependa del encuentro de esta noche, pero su hipotético despido no va a truncar la sólida amistad que han construido desde hace más de tres años el asturiano y el presidente del club, Fernando Sanz.
¿Cómo es la relación a día de hoy entre ambos? Pudiera pensarse que la condición de colista y la racha de partidos sin ganar hubieran mermado la confianza mutua de Sanz y Muñiz. Sin embargo, no se ha quebrado un ápice. Es más, se ha fortalecido en estas semanas. Si algo tienen en común los dos es la virtud de decirse las cosas a la cara. Con claridad. Sin ambages ni dobleces. Igual que en los peores momentos. Porque ese 'farolillo rojo' que ostenta el Málaga implica preocupación, pero en un porcentaje ínfirmo a lo vivido en pleno apogeo del proceso concursal.
Esa complicidad latente -y que queda de manifiesto en la imagen de la izquierda- permitió superar momentos muy comprometidos. Primero, el riesgo de descenso a Segunda B y la consiguiente desaparición; después, los innumerables obstáculos en el esprint hacia Primera. Durante las celebraciones del ascenso fueron evidentes las muestras de aprecio personal. Tampoco es un secreto que Muñiz dio el paso de marcharse al Racing respaldado por las dudas más que razonables de Sanz para mantener la propiedad del club.
Ni planteárselo
Con estas premisas la conclusión es contundente: a Fernando Sanz no le apetece en absoluto no ya destituir a Muñiz, sino siquiera planteárselo. Eso lo sabe hasta el propio entrenador, porque ambos no se ocultan ni escudan en portavoces o en intermediarios. Mantienen un diálogo fluido. Cada semana conversan y analizan la situación del equipo, la evolución de los fichajes, el estado de los lesionados, la recuperación de los futbolistas en baja forma... Esta, según cuentan sus más cercanos, no ha sido una excepción.
Muñiz es un hombre de fútbol y ha vivido en sus carnes situaciones de distinto calibre. Por eso, como ocurrió hace once años con Joaquín Peiró en Segunda División -tras perder con el Hércules y antes del partido en casa con el Logroñés-, es consciente de que el primer damnificado después de los resultados negativos siempre es el entrenador. Sólo en casos muy puntuales el presidente da la cara por el técnico, lo respalda y anuncia su impermeabilidad ante las críticas externas. «¿Jugarme la vida en Sevilla? Ni voy a torear un 'victoriano' ni bajar a la mína», recalca.
Curado de espanto
El técnico malaguista sabe que la destitución es una ley del fútbol, una situación siempre factible, y es consciente de que la presión del entorno siempre hace mella. Lógicamente los pitos en los dos últimos partidos en casa afectan, pero Muñiz ya está curado de espanto. Pese a su juventud (41 años recién cumplidos). En Santander hizo un máster. Allí tuvo que soportar mucha presión del público, de determinados medios de comunicación e incluso de algunos pesos pesados del vestuario. Y sin el apoyo explícito del presidente. No como aquí. En el Málaga tiene a los jugadores de su parte, y se siente respaldado por el máximo dirigente.
A Sanz, ya queda dicho, no le gusta plantearse un cambio, pero la presión ya se dejó sentir durante el partido con el Zaragoza. Él sabe que Muñiz no es culpable de la situación y que incluso el técnico fue demasiado condescendiente en verano, cuando la planificación llevaba un retraso descomunal. También tiene asumido que la solución no es el relevo en el banquillo. Aun así, no parece dispuesto a echarle un órdago, quizá un pulso, a un sector de la afición.
Además, Sanz se topa con otro problema: el sustituto de Muñiz. En el mercado es vox pópuli que el Málaga no tiene dinero. Encontrar un técnico de garantías se antoja una utopía, más si cabe con las limitaciones consabidas del proyecto. Ocurra lo que ocurra esta noche y en las próximas horas, la sólida amistad entre presidente y técnico no se resquebrajará lo más mínimo.
http://malagacf.sur.es/noticias/2009-11-28/sanz-muniz-solida-amistad-20091128.html