Martin Hansson, el árbitro sueco que escatimó en la pasada Champions un triunfo al Atlético en Anfield al señalar un penalti inexistente de Pernía a Gerrard, se convirtió ayer en el protagonista del encuentro entre franceses e irlandeses. Hansson se tragó una clamorosa mano de Henry en la jugada del tanto francés. El azulgrana la controló con su mano y la sirvió a la línea de gol, donde Gallas remachó el gol a la red. Squillaci incurrió en fuera de juego antes.
El error del colegiado echó por tierra el magnífico trabajo de los irlandeses, quienes devolvieron el 0-1 de la ida con un gol de Robbie Keane, quien pudo anotar otros dos más al presentarse solo ante el meta francés Lloris, una noche más el héroe de los galos.
Los irlandeses impusieron un partido con un elevado ritmo físico y taparon cualquier intento de fútbol combinativo entre los mediapuntas franceses. Trapattoni volvió a darle un baño a Raymond Domenech en la pizarra, pero esta vez los franceses no tenían a la suerte como su aliada, como ocurrió en el partido de ida en el que ganaron con un disparo desviado en propia meta por un defensa irlandés.
Anoche Andrews y Whelan se comieron en el mediocampo a los Diarra, acelerando su juego por las bandas con Duff y Lawrence y aprovechando la movilidad de un Doyle que trabajó muy bien los espacios dejando sólo a Keane ante Lloris en varias ocasiones. En la banda Trap no dejaba de alentar a los suyos aplaudiendo las acometidas de los del trébol. El gol en el minuto 32 no cambió la decoración del partido, porque los visitantes siguieron acechando a la meta e Lloris. Sin embargo, a sus delanteros les falló la puntería ante la meta rival y el milagro se quedó a medias.
Escandaloso.
El silencio sepulcral que durante muchos minutos reinó en el Stade de France era prueba de que el pánico embargaba a la hinchada local. Los gritos de los aficionados irlandeses se dejaban notar y su equipo seguía buscando la portería del meta local. Pero cuando todo apuntaba a que la prórroga desembocaría en los penaltis, un centro largo al área local fue controlado escandalosamente con la mano por Henry que sirvió el balón al corazón del área donde Gallas marcó el gol que clasificaba a Francia y tumbaba a Irlanda.
Los nervios de Barthez y Zizou
Barthez y Zidane, campeones del mundo con Francia en el Mundial del 98, estuvieron en el palco del Stade de France siguiendo el partido y no pudieron evitar pasar nervios ante el empuje irlandés. Barthez se acabó comiendo las uñas.
El error del colegiado echó por tierra el magnífico trabajo de los irlandeses, quienes devolvieron el 0-1 de la ida con un gol de Robbie Keane, quien pudo anotar otros dos más al presentarse solo ante el meta francés Lloris, una noche más el héroe de los galos.
Los irlandeses impusieron un partido con un elevado ritmo físico y taparon cualquier intento de fútbol combinativo entre los mediapuntas franceses. Trapattoni volvió a darle un baño a Raymond Domenech en la pizarra, pero esta vez los franceses no tenían a la suerte como su aliada, como ocurrió en el partido de ida en el que ganaron con un disparo desviado en propia meta por un defensa irlandés.
Anoche Andrews y Whelan se comieron en el mediocampo a los Diarra, acelerando su juego por las bandas con Duff y Lawrence y aprovechando la movilidad de un Doyle que trabajó muy bien los espacios dejando sólo a Keane ante Lloris en varias ocasiones. En la banda Trap no dejaba de alentar a los suyos aplaudiendo las acometidas de los del trébol. El gol en el minuto 32 no cambió la decoración del partido, porque los visitantes siguieron acechando a la meta e Lloris. Sin embargo, a sus delanteros les falló la puntería ante la meta rival y el milagro se quedó a medias.
Escandaloso.
El silencio sepulcral que durante muchos minutos reinó en el Stade de France era prueba de que el pánico embargaba a la hinchada local. Los gritos de los aficionados irlandeses se dejaban notar y su equipo seguía buscando la portería del meta local. Pero cuando todo apuntaba a que la prórroga desembocaría en los penaltis, un centro largo al área local fue controlado escandalosamente con la mano por Henry que sirvió el balón al corazón del área donde Gallas marcó el gol que clasificaba a Francia y tumbaba a Irlanda.
Los nervios de Barthez y Zizou
Barthez y Zidane, campeones del mundo con Francia en el Mundial del 98, estuvieron en el palco del Stade de France siguiendo el partido y no pudieron evitar pasar nervios ante el empuje irlandés. Barthez se acabó comiendo las uñas.