La afición animó al Málaga, pese a la crisis de resultados, pitó al árbitro a raíz de señalar el penalti en contra y, en los minutos postreros, gritó ´Muñiz, vete ya´
Solía decir el ex presidente del Málaga CF Fernando Puche que la afición es soberana, que tiene todo el derecho del mundo a expresarse. Y no le faltaba ni una pizca de razón.
Pese a la grave crisis de resultados que vive el conjunto albiceleste, con nueve encuentros consecutivos (hasta ayer) sin conocer la victoria, los seguidores no dudaron a la hora de acudir a La Rosaleda y animar al equipo de su tierra. La afición acudió casi en masa, porque había escasos huecos en las gradas.
Y apoyó al Málaga desde el pitido inicial de Rubinos Pérez, con fuerza y convicción para convertirse en ese auténtico jugador número doce necesario en momentos difíciles.
Como en cada partido que se juega en Martiricos, los dos grupos que se hicieron notar con mayor fuerza fueron Malaka Hinchas y el Frente Bokerón. Con ellos, la animación está garantizada en cada extremo del estadio.
El resto del público le dio una especie de tregua al equipo. Fueron como esos primeros veinte minutos de una película en los que decides si seguir viéndola o cambiar de canal.
Fue a raíz de ese instante cuando el bloque dirigido por Juan Ramón Muñiz tuvo las mejores ocasiones de la primera parte. Un remate de Albert Luque, despejado por la zaga, y un cabezazo fuera de Fernando arrancaron de las gradas un ´Málaga, Málaga´, que contagió al resto de los espectadores, hasta entonces expectantes por ver el desarrollo del choque.
De forma esporádica, se llegó a oír un ´échale huevos, Málaga échale huevos´ que se tornó en aplausos cuando Fernando no llegó por escasos centímetros a un pase de la muerte de Luque.
El público malagueño parece conformarse con poco para alentar a su equipo en busca de ese gol que abra la lata y acerque más la segunda victoria de la Liga. Y así transcurrió la primera parte, que por juego había tenido más pena que gloria. La paciencia de la afición llegó hasta el minuto 42, que fue cuando se oyeron los primeros silbidos, después del enésimo balón despejado sin criterio.
Eso sí, el Frente Bokerón seguía a lo suyo, a animar sin desmayo, con cánticos como ´alé, forza Málaga, alé´ o ´Porque sin ti, mi vida no vale nada...´.
Jarro de agua fría. Arreciaron los pitos, pero para el árbitro, cuando pitó penalti de Munúa, que se complicó la vida en demasía, sobre Lafita. Al mismo tiempo, hubo un conato de empujar aún más al equipo malaguista con cánticos y gritos de apoyo, con el fin de encontrar una esperada reacción, que no se traducía en ocasiones claras.
La expulsión de Paredes, provocada por Jesús Gámez, fue un atisbo de esperanza. Los seguidores gritaron: ´A por ellos, oé, a por ellos, oé´. Fueron momentos de máxima tensión, en los que se buscaba la remontada, pero al mismo tiempo se mascaba la tragedia. La expulsión de Weligton llevó a gran parte de la grada a gritar con gran fuerza: ´Qué malo eres, árbitro, qué malo eres´.
El exiguo marcador en contra llevaba a pensar en la posibilidad de igualarlo y, con ello, en la esperanza, aunque tímida, de darle la vuelta a la tortilla.
Conforme avanzaban las manecillas del reloj, los aficionados iban perdiendo la paciencia. Algunos la tomaban con Munúa, cuando el guardameta despejaba una pelota con dirección a la grada en lugar de dirigirla hacia algún compañero; otros, con Forestieri cuando buscaba con anarquía la puerta contraria, tratándose de ir de dos rivales a la vez.
Y llegó una explosión de alegría en el 78´, cuando marcó Iván González de espléndido testarazo a centro de Albert Luque. Era el empate merecido. Curiosamente, surgieron los gritos de ´Muñiz, vete ya´ tras el empate, cuando los aficionados se vieron que el tercer cambio iba a ser Hélder. El técnico dio marcha atrás. Los últimos minutos fueron para acordarse de la madre de Ewerthon tras un rifirrafe en el área local, para echarse las manos a la cabeza tras el tiro al poste de Lafita, y para gritar una vez más ´Muñiz, vete ya´, sobre todo tras el pitido final.
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