El Comité Ejecutivo de la UEFA avisa que esta medida acarreará otras consencuencias, como multas y cierre del estadio.
En primer lugar, si el colegiado detecta comportamientos de este tipo o es informado de ellos por su asistente, deberá, de acuerdo con el artículo 5 del reglamento del fútbol, detener el partido y solicitar por megafonía al público que deponga esta actitud.
Si los incidentes no se detienen después de esto, como segundo paso el árbitro suspenderá el encuentro por un período de tiempo definido por la UEFA como "razonable", que oscilará entre los cinco y los diez minutos, además de solicitar a los equipos que regresen al vestuario. El público volverá a ser informado por megafonía.
En caso de que persistan los comportamientos racistas, el árbitro suspenderá el partido como tercera y última medida, un paso que sólo debe darse tras los citados anteriormente y después de valorar el impacto que la marcha del colegiado pueda tener en la seguridad de los jugadores y del público.
Las consecuencias de alcanzar ese tercer paso del protocolo, que podrán consistir en penalizaciones, suspensiones de estadio o multas, deberán ser abordadas por los órganos disciplinarios de la UEFA.
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