El Málaga perdió una gran oportunidad no solo de alejarse del Valladolid, ahora mismo su máximo rival para la permanencia, sino también de demostrarse a sí mismo que se puede aspirar a no estar jugando por no descender hasta la última jornada
El Málaga perdió una gran oportunidad no solo de alejarse del Valladolid, ahora mismo su máximo rival para la permanencia, sino también de demostrarse a sí mismo que se puede aspirar a no estar jugando por no descender hasta la última jornada. Pero peor no pudo salir todo en una tarde aciaga para el equipo, en la que demostró sus múltiples carencias, no solo de juego y de calidad individual y colectiva, sino también de fuerza física, porque el Málaga que fue incapaz de ganarle al Valladolid acabó hecho ‘unos zorros’, como aquel que dice, con medio equipo con problemas físicos, y el otro medio, con la lengua fuera. Una pena, pero este Málaga se ha desmoronado y está en un momento crítico, que como no haya ‘cabeza’ para buscar las soluciones oportunas nos va a hundir en el infierno.
Tras los paupérrimos partidos del Málaga ante el Rayo, Real, Almería y Valladolid, con 2 puntos de 12, uno no puede más que ahogar su corazón malaguista en las penas de la realidad: hoy por hoy, y me duele en el alma decirlo, somos uno de los más serios aspirantes al descenso porque el equipo tiene «más boquetes que el ‘Titanic’», que diría un castizo.
El Málaga comenzó su encuentro de ayer imponiéndose con rotundidad al Valladolid. Daba gusto ver que el empaque de los hombres de arriba imponía ‘susto’ a la zaga rival, y así llegó el tempranero gol de Roque Santa Cruz, exigua renta en ese momento por los méritos blanquiazules, pero... Pues eso, que sin motivo aparente, cuando el Málaga se vio con un gol de ventaja, se vino abajo, reculó, perdió las formas, perdió balones (Tissone y Angeleri, extremadamente desacertados), perdió el sitio y el mediocre equipo pucelano se vino arriba hasta empatar. Quedaba mucho tiempo, sí, pero ya no hubo reacción. Solo algunos ‘empujones’ surgidos de las ganas, que no se discuten, y poco más. Los cambios tampoco solucionaron nada, y el Málaga anduvo a la deriva, sin ton ni son, con una exhibición de carencias que ni en los tiempos que uno pensó superados de Juan Ramón Muñiz, lo que no es decir poco, no.
Los ‘boquetes’ del ‘Titanic’ acabaron con el gigante de la navegación marítima en el fondo del mar, y los del Málaga nos pueden mandar directos a Segunda División, y eso sería un horror no sólo para el presente, sino para el futuro de un equipo que se ha ido diluyendo como un azucarillo conforme avanza la campaña, y además, el divorcio que existe entre la afición, el entrenador y el equipo comienza a ser evidente...
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