La policía lo ha detenido tres veces en un mes por incumplir la resolución judicial, que le prohíbe acercarse a menos de 200 metros del recinto
Apareció un día deambulando por el aeropuerto. Y ahí se quedó. Nadie sabe cómo llegó hasta allí, ni tampoco por qué no se va. «Pero el caso es que está aquí empadronado», bromea un trabajador del recinto. Ahora, sin embargo, no puede ni acercarse al que ha sido su refugio durante los dos últimos años. Un juzgado de Málaga ha dictado una resolución por la que le prohíbe aproximarse a las «instalaciones aeroportuarias», una medida insólita para un centro de transporte público.
El destinatario de la orden es un indigente británico llamado Carl Richard, aunque es probable que ninguno de los que se han cruzado con él lo reconozcan por ese nombre. Para la mayoría es El Fucking, porque las únicas palabras inteligibles que se le han escuchado en la terminal son «Fuck you» (en inglés, jódete) o El Ninja, porque siempre viste de negro y practica artes marciales. Tiene 43 años, aunque la calle lo ha avejentado. No hay un rasgo en su físico que lo caracterice por encima del resto. Es alto, enjuto, suele llevar barba y la melena cogida con una gomilla del pelo.
La primera reseña en su historial delictivo aproxima la fecha de su aterrizaje en el aeropuerto. Data de noviembre de 2010. La policía lo arrestó por lanzar una piedra a un vehículo de un rent a car. Al quedar en libertad, volvió para no marcharse. «Dormía en cualquier parte, tumbado en los asientos, en el suelo...», comenta un empleado. Desde entonces, el reguero de denuncias y detenciones es constante. Ahí van algunas. En julio de 2011, roció a una limpiadora con una botella de amoniaco que le había cogido del carrito. Dos meses después, amenazó a varios viajeros con un palo de fregona, que luego utilizó para enfrentarse a los agentes. En 2012, por citar un ejemplo, fue arrestado por romper un cristal de la terminal.
La gota que colmó el vaso cayó en noviembre del año pasado. Una trabajadora de una empresa de alquiler de coches que opera en el recinto denunció que el indigente apareció por la oficina y se puso a gritar y a golpear los cristales. La policía lo detuvo por amenazas y coacciones. Pero, esta vez, la comisaría acompañó las diligencias con una atípica petición de alejamiento del individuo, motivada por la conflictividad, la reincidencia y las constantes quejas de trabajadores y usuarios del aeropuerto, según las fuentes consultadas.
La solicitud cayó en manos de la titular del Juzgado de Instrucción número 2 de Málaga capital. La magistrada dictó una resolución con fecha del 4 de enero en la cual se prohíbe a Carl Richard acercarse a menos de 200 metros del aeródromo malagueño. En menos de un mes, ha sido detenido tres veces por incumplir el mandato judicial. El primero de estos arrestos se produjo a las nueve de la mañana del día 10. Una patrulla de la Policía Nacional lo localizó en la T3 cuando deambulaba por la zona de las puertas giratorias. Pasó por la comisaría, luego por el juzgado y, al quedar en libertad, volvió de nuevo a la terminal. De hecho, fue arrestado en el mismo lugar al día siguiente. La tercera y última detención tuvo lugar el pasado domingo.
Bajo un puente
Nadie sabe ahora dónde para exactamente Carl Richard, aunque todos lo sitúan en el entorno del aeropuerto. Un empleado del recinto asegura que duerme bajo un puente cercano. Un policía sugiere: «Parece que ahora se queda en los alrededores de la gasolinera BP que hay enfrente». En la estación de servicio, sin embargo, confirman que es asiduo de la zona: «A veces viene por aquí y le ponemos un café en las mesas de fuera». También frecuenta la parada de taxis aledaña donde se le ha visto entrenando artes marciales, de ahí el apodo de 'El Ninja'. Pero todos coinciden en algo. Llevan días sin verlo.
Su pasado es un misterio. «He oído que no es mala gente, pero que necesita un tratamiento y, si no lo toma, se vuelve loco», afirma un empleado de Aena. «Dicen que su familia ha venido varias veces a buscarlo, pero que no ha podido llevárselo», apuntan en la gasolinera. Tampoco los servicios sociales, que intentaron que se le declarara incapacitado para que lo internaran, lograron sacarlo de allí. Porque, por alguna extraña razón, sigue anclado a la terminal.
http://www.diariosur.es/v/20130202/malaga/orden-alejamiento-aeropuerto-indigente-20130202.html