Las dificultades empujan a las empresas a negociar con las plantillas cambios en las condiciones laborales La eliminación de incentivos, la reducción de la jornada o los salarios variables, opciones más frecuentes
Hace tan solo una semana los trabajadores de Seat saltaron a la portada de todos los medios económicos especializados en economía. ¿El motivo? Su disposición, respaldada por el 65% de la plantilla, a aceptar una congelación de sus salarios para optar a que la factoría de Martorell fabrique el nuevo Audi Q3; un proyecto que, de llegar a buen puerto, evitaría la destrucción de 1.500 empleos en la firma automovilística. La noticia no es más que la punta de un iceberg que lleva meses fraguándose en otras muchas pequeñas y medianas empresas, una realidad que también está teniendo eco en el tejido productivo malagueño.
Sindicatos, empresarios y asesores laborales confirman que las dificultades económicas están obligando a muchas compañías a negociar nuevas condiciones con sus empleados como salida desesperada frente a la crisis. Es lo que los expertos denominan «soluciones menos traumáticas». Fórmulas imaginativas cuyo fin último es evitar el despido definitivo del trabajador. Eso sí, sólo de forma transitoria, hasta que el negocio remonte el bache financiero.
Las posibilidades son variadas: desde prejubilaciones a suspensiones de contratos, reducción de jornadas, recortes de incentivos, supresión de bonus o beneficios sociales, hasta congelación de nóminas. En la mayoría de estos casos, el empresario debe recibir el visto bueno de la plantilla para introducir los cambios en el seno de su compañía y fijar un plazo concreto de duración de dichas modificaciones que, según revelan los asesores laborales, suele rondar los dos años; el tiempo estimado para que remita el huracán económico y la empresa pueda remontar el vuelo.
Recortar gastos
Las estimaciones de los expertos consultados apuntan a que cerca de la mitad de las empresas están tanteando en estos momentos algún tipo de soluciones provisionales para paliar los efectos de la crisis y recortar gastos a cuenta de su capital humano.
El secretario de Acción Sindical y Salud Laboral de UGT Málaga, Manuel Morales, admite que este tipo de fórmulas están hoy a la orden del día. «Nos consta que muchas compañías están congelando sueldos y acortando jornadas bajo el argumento de que lo hacen para no tener que cerrar», señala al tiempo que recuerda que aunque dentro de lo malo es la mejor salida, no deja de ser negativa para el trabajador, que sigue siendo el «eslabón más débil» de la cadena. «Lo que deben hacer las empresas es planificarse bien en tiempos de bonanza para evitar llegar a estas situaciones», critica Morales.
Cristóbal García, socio del departamento laboral del despacho de abogados Garrigues, asegura que corren tiempos de «reestructuración». «Lo cual significa reorganizar, racionalizar, ajustar e incluso, prever», aclara. En su opinión, el empresario está haciendo un gran esfuerzo por amoldarse a este nuevo escenario y afrontar las dificultades. No obstante, indica que aún existe un gran desconocimiento de este tipo de atajos de organización interna que, según subraya, «dan muchos resultados».
El gran volumen de negocios que se ven abocados a barajar estas alternativas es tal que García confiesa que en los últimos meses ha cambiado bastante el perfil de su trabajo del día a día. «Ahora centramos buena parte de nuestra actividad en asesorar a las compañías con problemas que requieren de una reorganización», asevera.
Preguntado por la actitud de los empleados, el socio del departamento laboral de Garrigues concluye que se está dando un cambio de mentalidad. «Estamos ante una mayor sensibilidad y concienciación por parte de las plantillas, que están más dispuestas a apretarse el cinturón», mantiene.
Más sensibilizados
En esta línea, Javier Martín-Gamero -responsable del departamento Laboral de Landwell en Andalucía-, afirma que existe un caldo de cultivo favorable hacia la implantación de estas medidas gracias a la mayor sensibilización por parte de los trabajadores, más dispuestos ahora a sentarse a escuchar.
Las alternativas más repetidas pasan por amortizar puestos de trabajo (bien mediante prejubilaciones -totales o parciales- bien a través de cambios de contratos de tiempo completo a tiempo parcial) y meter la tijera en las nóminas. Dentro de este último capítulo, Martín-Gamero resalta la opción de la denominada absorción y compensación de salarios, a la que pueden acogerse los empresarios que vengan aplicando mejoras salariales por encima de convenio.
La supresión de incentivos o pluses por objetivos (ya sólo ligados a metas muy altas y concretas) es otra medida que se está repitiendo estos días en el seno de las compañías malagueñas, donde también se están quitando beneficios sociales (como planes de pensiones) y dando mayor protagonismo a la parte variable del sueldo, la asociada a la evolución de la empresa.
Si aún así se tiene que prescindir del trabajador, los asesores aconsejan la suspensión temporal, una posibilidad que permite que el empleado siga vinculado a la empresa y a su vez contempla bonificaciones del 50% de las cuotas de la Seguridad Social.
Gonzalo Fuentes, secretario general de la Federación de Comercio, Hostelería y Turismo de CC OO de Andalucía, reconoce que las empresas están ideando atajos imaginativos para no destruir empleo, aunque lamenta que también exista la picaresca, «quien aprovecha la crisis para recortar plantillas». Javier González de Lara, presidente de la Confederación de Empresarios, defiende que se tomen las medidas alcanzando compromisos con los trabajadores «Hay que llegar a un equilibrio sensato», dice.
PRINCIPALES MEDIDAS
Reducción de incentivos: La política pasa ahora por imponer sueldos base con incentivos únicamente ligados a objetivos muy claros y concretos. Se pacta con los empleados.
Congelación de salarios: Al igual que ha ocurrido con Seat, muchas plantillas se están viendo obligadas a renunciar a la subida del IPC que le corresponde por convenio hasta que pase la crisis. A efectos legales, muchos empresarios tienen a su favor la denominada cláusula de descuelgue salarial a la que pueden acogerse para congelar los sueldos en el caso de que demuestren que dicha subida pone en peligro su actividad.
Supresión de bonus y beneficios sociales: Para ahorrar se acuerda recortar alicientes como los seguros de vida o planes de pensiones.
Recorte de jornadas: Lo más habitual es convertir jornadas completas en a tiempo parcial para ahorrar nóminas y seguros sociales.
Más salario variable: Consiste en darle más protagonismo a la proporción variable del salario para que tenga peso la coyuntura económica.
Prejubilaciones: Es una de las soluciones más recurridas para amortizar puestos de trabajo. Se suele articular a través de un ERE.
Suspensiones temporales de contratos: De este modo, el trabajador no pierde su puesto. Dicha medida cuenta desde hace semanas con bonificaciones en la Seguridad Social.
http://www.diariosur.es/20090330/malaga/empleados-empiezan-aceptar-recortes-20090330.html
Hace tan solo una semana los trabajadores de Seat saltaron a la portada de todos los medios económicos especializados en economía. ¿El motivo? Su disposición, respaldada por el 65% de la plantilla, a aceptar una congelación de sus salarios para optar a que la factoría de Martorell fabrique el nuevo Audi Q3; un proyecto que, de llegar a buen puerto, evitaría la destrucción de 1.500 empleos en la firma automovilística. La noticia no es más que la punta de un iceberg que lleva meses fraguándose en otras muchas pequeñas y medianas empresas, una realidad que también está teniendo eco en el tejido productivo malagueño.
Sindicatos, empresarios y asesores laborales confirman que las dificultades económicas están obligando a muchas compañías a negociar nuevas condiciones con sus empleados como salida desesperada frente a la crisis. Es lo que los expertos denominan «soluciones menos traumáticas». Fórmulas imaginativas cuyo fin último es evitar el despido definitivo del trabajador. Eso sí, sólo de forma transitoria, hasta que el negocio remonte el bache financiero.
Las posibilidades son variadas: desde prejubilaciones a suspensiones de contratos, reducción de jornadas, recortes de incentivos, supresión de bonus o beneficios sociales, hasta congelación de nóminas. En la mayoría de estos casos, el empresario debe recibir el visto bueno de la plantilla para introducir los cambios en el seno de su compañía y fijar un plazo concreto de duración de dichas modificaciones que, según revelan los asesores laborales, suele rondar los dos años; el tiempo estimado para que remita el huracán económico y la empresa pueda remontar el vuelo.
Recortar gastos
Las estimaciones de los expertos consultados apuntan a que cerca de la mitad de las empresas están tanteando en estos momentos algún tipo de soluciones provisionales para paliar los efectos de la crisis y recortar gastos a cuenta de su capital humano.
El secretario de Acción Sindical y Salud Laboral de UGT Málaga, Manuel Morales, admite que este tipo de fórmulas están hoy a la orden del día. «Nos consta que muchas compañías están congelando sueldos y acortando jornadas bajo el argumento de que lo hacen para no tener que cerrar», señala al tiempo que recuerda que aunque dentro de lo malo es la mejor salida, no deja de ser negativa para el trabajador, que sigue siendo el «eslabón más débil» de la cadena. «Lo que deben hacer las empresas es planificarse bien en tiempos de bonanza para evitar llegar a estas situaciones», critica Morales.
Cristóbal García, socio del departamento laboral del despacho de abogados Garrigues, asegura que corren tiempos de «reestructuración». «Lo cual significa reorganizar, racionalizar, ajustar e incluso, prever», aclara. En su opinión, el empresario está haciendo un gran esfuerzo por amoldarse a este nuevo escenario y afrontar las dificultades. No obstante, indica que aún existe un gran desconocimiento de este tipo de atajos de organización interna que, según subraya, «dan muchos resultados».
El gran volumen de negocios que se ven abocados a barajar estas alternativas es tal que García confiesa que en los últimos meses ha cambiado bastante el perfil de su trabajo del día a día. «Ahora centramos buena parte de nuestra actividad en asesorar a las compañías con problemas que requieren de una reorganización», asevera.
Preguntado por la actitud de los empleados, el socio del departamento laboral de Garrigues concluye que se está dando un cambio de mentalidad. «Estamos ante una mayor sensibilidad y concienciación por parte de las plantillas, que están más dispuestas a apretarse el cinturón», mantiene.
Más sensibilizados
En esta línea, Javier Martín-Gamero -responsable del departamento Laboral de Landwell en Andalucía-, afirma que existe un caldo de cultivo favorable hacia la implantación de estas medidas gracias a la mayor sensibilización por parte de los trabajadores, más dispuestos ahora a sentarse a escuchar.
Las alternativas más repetidas pasan por amortizar puestos de trabajo (bien mediante prejubilaciones -totales o parciales- bien a través de cambios de contratos de tiempo completo a tiempo parcial) y meter la tijera en las nóminas. Dentro de este último capítulo, Martín-Gamero resalta la opción de la denominada absorción y compensación de salarios, a la que pueden acogerse los empresarios que vengan aplicando mejoras salariales por encima de convenio.
La supresión de incentivos o pluses por objetivos (ya sólo ligados a metas muy altas y concretas) es otra medida que se está repitiendo estos días en el seno de las compañías malagueñas, donde también se están quitando beneficios sociales (como planes de pensiones) y dando mayor protagonismo a la parte variable del sueldo, la asociada a la evolución de la empresa.
Si aún así se tiene que prescindir del trabajador, los asesores aconsejan la suspensión temporal, una posibilidad que permite que el empleado siga vinculado a la empresa y a su vez contempla bonificaciones del 50% de las cuotas de la Seguridad Social.
Gonzalo Fuentes, secretario general de la Federación de Comercio, Hostelería y Turismo de CC OO de Andalucía, reconoce que las empresas están ideando atajos imaginativos para no destruir empleo, aunque lamenta que también exista la picaresca, «quien aprovecha la crisis para recortar plantillas». Javier González de Lara, presidente de la Confederación de Empresarios, defiende que se tomen las medidas alcanzando compromisos con los trabajadores «Hay que llegar a un equilibrio sensato», dice.
PRINCIPALES MEDIDAS
Reducción de incentivos: La política pasa ahora por imponer sueldos base con incentivos únicamente ligados a objetivos muy claros y concretos. Se pacta con los empleados.
Congelación de salarios: Al igual que ha ocurrido con Seat, muchas plantillas se están viendo obligadas a renunciar a la subida del IPC que le corresponde por convenio hasta que pase la crisis. A efectos legales, muchos empresarios tienen a su favor la denominada cláusula de descuelgue salarial a la que pueden acogerse para congelar los sueldos en el caso de que demuestren que dicha subida pone en peligro su actividad.
Supresión de bonus y beneficios sociales: Para ahorrar se acuerda recortar alicientes como los seguros de vida o planes de pensiones.
Recorte de jornadas: Lo más habitual es convertir jornadas completas en a tiempo parcial para ahorrar nóminas y seguros sociales.
Más salario variable: Consiste en darle más protagonismo a la proporción variable del salario para que tenga peso la coyuntura económica.
Prejubilaciones: Es una de las soluciones más recurridas para amortizar puestos de trabajo. Se suele articular a través de un ERE.
Suspensiones temporales de contratos: De este modo, el trabajador no pierde su puesto. Dicha medida cuenta desde hace semanas con bonificaciones en la Seguridad Social.
http://www.diariosur.es/20090330/malaga/empleados-empiezan-aceptar-recortes-20090330.html