La ausencia de un jugador sub-22 coloca al Unicaja en la tesitura de limitar su plantel a 11 fichas, las mismas que tiene copadas en estos momentos. La duodécima sólo sería posible para un jugador de dicha categoría. Ante el último contratiempo sufrido por Cabezas, intervenido de apendicitis el pasado 5 de marzo, el club de Los Guindos optó por inscribir en su lugar a Jon Cortaberria. Sin embargo, a pesar de recalar procedente del Clínicas Rincón, sus 26 años le obligan a ocupar una de las plazas profesionales en el primer equipo.
Sin regreso al Clínicas
De esta forma, el alero donostiarra figura como el principal candidato a ceder su puesto al base malagueño. La circunstancia implicaría, como principal daño colateral, que Cortaberria no pudiera volver a jugar en lo que queda de temporada, a no ser que una nueva lesión o decisión técnica le abran nuevamente las puertas del primer equipo. La normativa le impide en cualquier caso su regreso al Clínicas Rincón, ya que el plazo de incorporaciones en la LEB Oro se encuentra cerrado.
Su papel a partir de ahora será el de refuerzo en los entrenamientos y hombre de retén ante posibles problemas físicos del resto de componentes del equipo. Vistos los antecedentes de la temporada, no resultaría descabellado pensar que pudiera volver a ocurrir. De hecho, si la semana transcurre según lo previsto, el sábado Aíto podría celebrar su duodécimo encuentro con la plantilla al completo. Es decir, menos de un tercio de la temporada, ya que por el momento el conjunto malagueño ha disputado 46 partidos oficiales.
Con todo, la vuelta de Cabezas se antoja como la mejor noticia posible para el Unicaja. El base formado en Los Guindos está atravesando esta campaña serios problemas para encontrar la continuidad que precisa. Su fulgurante comienzo se vio truncado primero por un esguince de tobillo que lo mantuvo en el dique seco durante cinco encuentros entre noviembre y diciembre.
Tampoco pudo despedir el año 2008 en San Sebastián, ya que un fuerte proceso gripal le impidió enfrentarse al Bruesa. Todo parecía volver a la normalidad cuando apenas diez días antes del comienzo de la Copa del Rey una rotura muscular dejaba casi descartado su concurso. Los servicios médicos lo cuidaron entre algodones y finalmente pudo reaparecer en el partido decisivo frente al Tau.
Tampoco fue la reaparición definitiva. Otros diez días después, un ataque severo de apendicitis lo condujo al quirófano de urgencia, lo que lo ha llevado a perderse los últimos cinco encuentros con el equipo. Justo la misma cantidad de partidos que esperan ahora hasta el final de la temporada regular.