Todo comenzó el viernes 13, una fecha de película de miedo. Desde ese día, varios coches que duermen aparcados en las calles de la ciudad amanecen sin retrovisores. Curiosamente, la carcasa queda intacta. Sólo se llevan los espejos. La policía ha abierto una investigación para esclarecer el robo masivo de estas piezas en la ciudad. Este mes, se han registrado más de cien casos repartidos por todos los distritos del casco urbano sin excepción.
Sin embargo, aunque pueda parecerlo, no son hurtos indiscriminados. Hay un modelo de coche que concentra la inmensa mayoría de las denuncias investigadas: el Volkswagen Golf. También se han dado algunos casos en últimos modelos de Mercedes, aunque en una proporción mucho menor. Pero lo más desconcertante del asunto es que ninguna de las fuentes consultadas ayer por este periódico supo explicar con certeza por qué se están produciendo estos robos. Unos apuntan que en algunos países de Europa del Este se ha puesto de moda esnifar cocaína usando espejos de los retrovisores, aunque esta tesis pierde fuerza al tratarse casi siempre del modelo Golf de Volkswagen.
Mercado negro
Otros ven más plausible la hipótesis del robo para abastecer un mercado negro, aunque se trataría de un fenómeno completamente nuevo ya que, antes de este mes, los hurtos denunciados eran testimoniales. Además, los espejos sustraídos estos días en la ciudad han sido desmontados posiblemente con un destornillador sin causar desperfectos en la carcasa del retrovisor.
En cualquier caso, el robo de esta pieza está suponiendo un doble quebradero de cabeza para los propietarios de los vehículos. De entrada, se ven obligados a conducir con menos visibilidad hasta el taller o el concesionario más cercano. Luego está el precio del dichoso espejo. «Nosotros vendemos los calefactables -llevan un dispositivo para evitar que se empañen- a unos 30 euros, mientras que nuevos valen entre 90 y 100», comenta José Antonio Sánchez, encargado de autodesguaces Hermanos González, empresa situada en el polígono Guadalhorce.
No es de extrañar, por tanto, que la demanda de estas piezas se haya disparado en los últimos meses. Este desguace vende una media de quince o veinte espejos diarios, hasta el punto de que se ha convertido en el accesorio más solicitado por los clientes.
Los espejos de la cuarta generación del Golf, y los de los modelos Ibiza y León, de Seat, son los más demandados. «La misma pieza es compatible para los tres», añade el responsable del negocio, que muestra su desconcierto por el aumento de estos hurtos. «No sé decir por qué se están produciendo tantos. La verdad es que a mí me han quitado los espejos de mi coche (un Ibiza) tres veces en lo que va de año mientras estaba aparcado en la puerta del desguace», apostilla Sánchez.
En Volkswagen tampoco son ajenos a este fenómeno. Aseguran que en un mes han vendido entre 20 y 30 espejos de retrovisores. «Hemos superado las ventas de todo el año anterior», concluyen
Sin embargo, aunque pueda parecerlo, no son hurtos indiscriminados. Hay un modelo de coche que concentra la inmensa mayoría de las denuncias investigadas: el Volkswagen Golf. También se han dado algunos casos en últimos modelos de Mercedes, aunque en una proporción mucho menor. Pero lo más desconcertante del asunto es que ninguna de las fuentes consultadas ayer por este periódico supo explicar con certeza por qué se están produciendo estos robos. Unos apuntan que en algunos países de Europa del Este se ha puesto de moda esnifar cocaína usando espejos de los retrovisores, aunque esta tesis pierde fuerza al tratarse casi siempre del modelo Golf de Volkswagen.
Mercado negro
Otros ven más plausible la hipótesis del robo para abastecer un mercado negro, aunque se trataría de un fenómeno completamente nuevo ya que, antes de este mes, los hurtos denunciados eran testimoniales. Además, los espejos sustraídos estos días en la ciudad han sido desmontados posiblemente con un destornillador sin causar desperfectos en la carcasa del retrovisor.
En cualquier caso, el robo de esta pieza está suponiendo un doble quebradero de cabeza para los propietarios de los vehículos. De entrada, se ven obligados a conducir con menos visibilidad hasta el taller o el concesionario más cercano. Luego está el precio del dichoso espejo. «Nosotros vendemos los calefactables -llevan un dispositivo para evitar que se empañen- a unos 30 euros, mientras que nuevos valen entre 90 y 100», comenta José Antonio Sánchez, encargado de autodesguaces Hermanos González, empresa situada en el polígono Guadalhorce.
No es de extrañar, por tanto, que la demanda de estas piezas se haya disparado en los últimos meses. Este desguace vende una media de quince o veinte espejos diarios, hasta el punto de que se ha convertido en el accesorio más solicitado por los clientes.
Los espejos de la cuarta generación del Golf, y los de los modelos Ibiza y León, de Seat, son los más demandados. «La misma pieza es compatible para los tres», añade el responsable del negocio, que muestra su desconcierto por el aumento de estos hurtos. «No sé decir por qué se están produciendo tantos. La verdad es que a mí me han quitado los espejos de mi coche (un Ibiza) tres veces en lo que va de año mientras estaba aparcado en la puerta del desguace», apostilla Sánchez.
En Volkswagen tampoco son ajenos a este fenómeno. Aseguran que en un mes han vendido entre 20 y 30 espejos de retrovisores. «Hemos superado las ventas de todo el año anterior», concluyen