El buen juego ofrecido y el equilibrio en todas las líneas obligan a analizar si el equipo supera la imagen ofrecida en Primera con Peiró y Juande
Se suele decir que, para gustos, los colores. Estadísticas y récords al margen, la regularidad mostrada por el Málaga y el nivel de juego ofrecido obligan a plantear la cuestión sobre si se trata del mejor equipo en la actual etapa, bajo la denominación de Club de Fútbol. El recuerdo de tiempos pasados (con Joaquín Peiró, Juande Ramos y el propio Antonio Tapia) aconseja ser cautos con semejante aseveración. Conviene emplear los signos de interrogación, aunque no pocos aficionados consideran ya que en un análisis global, con la inclusión de todas las facetas del juego, no es arriesgado afirmarlo.
El Málaga de Peiró brillaba por su velocidad en las bandas y su capacidad ofensiva; el Málaga de Juande, por su orden inmaculado y la presencia de un ariete de garantías (Salva); el Málaga de la primera parte de Tapia, por su cohesión y la elevada rentabilidad de sus oportunidades. Este parece más completo. Atrás y adelante. Por el centro y por las bandas. Varios argumentos fuerzan al debate, aunque también es cierto que para optar por un análisis con el rigor necesario habría que aguardar al final de la temporada. En cualquier momento puede llegar el lógico declive.
Una plantilla
Al contrario que en otras etapas, este Málaga cuenta con una plantilla en la que cualquier futbolista ofrece un nivel similar. Incluso en algunos casos ha sido superior, lo que ha propiciado la continuidad de determinados elementos (Miguel Ángel, Apoño, luego Lolo...) En el pasado, con técnicos anteriores, se apreciaba un claro escalón en varias zonas del campo entre los titulares y los suplentes. Por ejemplo, en la delantera. No ofrecía la misma confianza la pareja Darío Silva-Dely Valdés que sus posibles recambios. Igual sucedía con Salva y su relevo natural. En el grupo actual cualquiera parece capacitado para que el tono no baje, sino al contrario.
Regularidad
Más allá de los resultados y los datos numéricos, llama poderosamente la atención que en cada encuentro del Málaga sólo figura un jugador -a lo sumo dos- que están por debajo del resto, más flojos. Pero nunca para el suspenso. En los últimos partidos se han apreciado actuaciones más bajas de Duda o Eliseu, pero su aportación siempre se ha dejado notar en fases del encuentro.
Velocidad
La velocidad se asocia a la rapidez. En este sentido, nada como esa chispa que aportaban los 'puñales' de Peiró en los costados, Rufete y Agostinho. No obstante, en el fútbol actual la velocidad también es mental. El jugador que ejecuta con celeridad triunfa, y el que se muestra más lento tiene más dificultades. Eliseu y Duda ofrecen esa capacidad para desbordar en los flancos, pero el Málaga actual desarma a los rivales gracias en gran medida a que mueve el balón con ese punto de velocidad que permite superar la presión del contrario.
Juego sin balón
El Málaga más vistoso, el que dirigía Peiró, quería el balón al pie. En cambio, el de Juande sí trabajaba más sin balón. Este Málaga de Tapia destaca por un aspecto del juego que apenas llama la atención a los espectadores: los movimientos entre las líneas. Lolo (o antes Miguel Ángel) y Apoño intervienen en el juego casi constantemente -más incluso que la pareja De los Santos-Movilla- porque siempre cuentan con al menos un desmarque de apoyo y con una cómoda línea de pase. Igual sucede con la labor de los puntas. A Baha se le recrimina que tal vez juegue demasiado lejos de la portería, pero eso facilita un desahogo que acaba por generar huecos en la cobertura rival y sacarle partido al otro tipo de desmarque, el de ruptura, a la espalda de los contrarios, con Adrián, Luque, Eliseu, Duda...
Movilidad
Ya ha quedado constancia en uno de los puntos anteriores de que el Málaga ahora no tiene la dependencia de determinados jugadores de ataque (Darío y Dely, con Peiró; Salva, con Juande, y Baiano, con Tapia), aunque también convendría incidir en que todos los delanteros de los que ha dispuesto el Málaga -se excluye a Salva, casi inédito- han brillado por su movilidad. Adrián, Baha, Luque y Fernando aportan tal dinamismo que esa virtud sólo puede ser frenada con centrales rápidos cuando la mayoría de los equipos de Primera cuentan con futbolistas muy estáticos y corpulentos en esa función.
Autocontrol
Otro factor que pasa casi inadvertido en este Málaga está relacionado con la capacidad para no incurrir en amonestaciones absurdas. Los jugadores apenas entran al trapo con faltas tontas o protestas ingenuas. La experiencia de muchos tiene un enorme valor, aunque probablemente influya aún más el autocontrol. Futbolistas como Hélder o Apoño han experimentado un cambio notable en este sentido.
Los laterales
Salvo Valcarce en su primer año en la élite y en determinados partidos del segundo (antes de la grave lesión), el Málaga nunca tuvo laterales ofensivos. Si acaso, Rufete, cuando Peiró optó en algunos partidos por él como falso lateral derecho. Los hombres empleados tenían otras características (Josemi y Roteta contribuyeron al mejor registro defensivo junto a la pareja Litos-Fernando Sanz), mientras que en la actualidad Jesús Gámez y Calleja destacan tanto o más por sus apariciones en ataque que por su elevado nivel defensivo. Hasta supieron a poco las subidas de Manolo y Nacho cuando los sustituyeron pese a que lo hicieron con más decisión que muchos de sus antecesores en el puesto.
Equilibrio
El Málaga actual ha logrado el equilibrio defensa-ataque. Con Peiró es evidente que la zaga sufría más; con Juande el equipo debía ampararse en su orden defensivo y a partir de ahí buscaba el triunfo, y con Tapia era ilógico entrar en un intercambio de golpes con el adversario. En esta nueva etapa bajo la batuta del técnico fuengiroleño la zaga sufre lo justo (al margen de que haya puesto el listón alto) y no tiene el más mínimo reparo en entrar en el cuerpo a cuerpo aunque tenga enfrente al Barcelona, al Real Madrid, al Villarreal o al Atlético de Madrid.
Confianza
Está por ver si el Málaga sufrirá tarde o temprano el bajón lógico y hasta esperado (por ejemplo, el partido en San Mamés entraña complicaciones), pero la confianza que destila nada tiene que ver con etapas anteriores. Sin ir más lejos, se produjo la entrada de Goitia en un momento determinado y, pese a su corta experiencia en Primera, se ha contagiado de esa seguridad.
http://malagacf.sur.es/noticias/2009-01-28/este-mejor-malaga-20090128.html
Se suele decir que, para gustos, los colores. Estadísticas y récords al margen, la regularidad mostrada por el Málaga y el nivel de juego ofrecido obligan a plantear la cuestión sobre si se trata del mejor equipo en la actual etapa, bajo la denominación de Club de Fútbol. El recuerdo de tiempos pasados (con Joaquín Peiró, Juande Ramos y el propio Antonio Tapia) aconseja ser cautos con semejante aseveración. Conviene emplear los signos de interrogación, aunque no pocos aficionados consideran ya que en un análisis global, con la inclusión de todas las facetas del juego, no es arriesgado afirmarlo.
El Málaga de Peiró brillaba por su velocidad en las bandas y su capacidad ofensiva; el Málaga de Juande, por su orden inmaculado y la presencia de un ariete de garantías (Salva); el Málaga de la primera parte de Tapia, por su cohesión y la elevada rentabilidad de sus oportunidades. Este parece más completo. Atrás y adelante. Por el centro y por las bandas. Varios argumentos fuerzan al debate, aunque también es cierto que para optar por un análisis con el rigor necesario habría que aguardar al final de la temporada. En cualquier momento puede llegar el lógico declive.
Una plantilla
Al contrario que en otras etapas, este Málaga cuenta con una plantilla en la que cualquier futbolista ofrece un nivel similar. Incluso en algunos casos ha sido superior, lo que ha propiciado la continuidad de determinados elementos (Miguel Ángel, Apoño, luego Lolo...) En el pasado, con técnicos anteriores, se apreciaba un claro escalón en varias zonas del campo entre los titulares y los suplentes. Por ejemplo, en la delantera. No ofrecía la misma confianza la pareja Darío Silva-Dely Valdés que sus posibles recambios. Igual sucedía con Salva y su relevo natural. En el grupo actual cualquiera parece capacitado para que el tono no baje, sino al contrario.
Regularidad
Más allá de los resultados y los datos numéricos, llama poderosamente la atención que en cada encuentro del Málaga sólo figura un jugador -a lo sumo dos- que están por debajo del resto, más flojos. Pero nunca para el suspenso. En los últimos partidos se han apreciado actuaciones más bajas de Duda o Eliseu, pero su aportación siempre se ha dejado notar en fases del encuentro.
Velocidad
La velocidad se asocia a la rapidez. En este sentido, nada como esa chispa que aportaban los 'puñales' de Peiró en los costados, Rufete y Agostinho. No obstante, en el fútbol actual la velocidad también es mental. El jugador que ejecuta con celeridad triunfa, y el que se muestra más lento tiene más dificultades. Eliseu y Duda ofrecen esa capacidad para desbordar en los flancos, pero el Málaga actual desarma a los rivales gracias en gran medida a que mueve el balón con ese punto de velocidad que permite superar la presión del contrario.
Juego sin balón
El Málaga más vistoso, el que dirigía Peiró, quería el balón al pie. En cambio, el de Juande sí trabajaba más sin balón. Este Málaga de Tapia destaca por un aspecto del juego que apenas llama la atención a los espectadores: los movimientos entre las líneas. Lolo (o antes Miguel Ángel) y Apoño intervienen en el juego casi constantemente -más incluso que la pareja De los Santos-Movilla- porque siempre cuentan con al menos un desmarque de apoyo y con una cómoda línea de pase. Igual sucede con la labor de los puntas. A Baha se le recrimina que tal vez juegue demasiado lejos de la portería, pero eso facilita un desahogo que acaba por generar huecos en la cobertura rival y sacarle partido al otro tipo de desmarque, el de ruptura, a la espalda de los contrarios, con Adrián, Luque, Eliseu, Duda...
Movilidad
Ya ha quedado constancia en uno de los puntos anteriores de que el Málaga ahora no tiene la dependencia de determinados jugadores de ataque (Darío y Dely, con Peiró; Salva, con Juande, y Baiano, con Tapia), aunque también convendría incidir en que todos los delanteros de los que ha dispuesto el Málaga -se excluye a Salva, casi inédito- han brillado por su movilidad. Adrián, Baha, Luque y Fernando aportan tal dinamismo que esa virtud sólo puede ser frenada con centrales rápidos cuando la mayoría de los equipos de Primera cuentan con futbolistas muy estáticos y corpulentos en esa función.
Autocontrol
Otro factor que pasa casi inadvertido en este Málaga está relacionado con la capacidad para no incurrir en amonestaciones absurdas. Los jugadores apenas entran al trapo con faltas tontas o protestas ingenuas. La experiencia de muchos tiene un enorme valor, aunque probablemente influya aún más el autocontrol. Futbolistas como Hélder o Apoño han experimentado un cambio notable en este sentido.
Los laterales
Salvo Valcarce en su primer año en la élite y en determinados partidos del segundo (antes de la grave lesión), el Málaga nunca tuvo laterales ofensivos. Si acaso, Rufete, cuando Peiró optó en algunos partidos por él como falso lateral derecho. Los hombres empleados tenían otras características (Josemi y Roteta contribuyeron al mejor registro defensivo junto a la pareja Litos-Fernando Sanz), mientras que en la actualidad Jesús Gámez y Calleja destacan tanto o más por sus apariciones en ataque que por su elevado nivel defensivo. Hasta supieron a poco las subidas de Manolo y Nacho cuando los sustituyeron pese a que lo hicieron con más decisión que muchos de sus antecesores en el puesto.
Equilibrio
El Málaga actual ha logrado el equilibrio defensa-ataque. Con Peiró es evidente que la zaga sufría más; con Juande el equipo debía ampararse en su orden defensivo y a partir de ahí buscaba el triunfo, y con Tapia era ilógico entrar en un intercambio de golpes con el adversario. En esta nueva etapa bajo la batuta del técnico fuengiroleño la zaga sufre lo justo (al margen de que haya puesto el listón alto) y no tiene el más mínimo reparo en entrar en el cuerpo a cuerpo aunque tenga enfrente al Barcelona, al Real Madrid, al Villarreal o al Atlético de Madrid.
Confianza
Está por ver si el Málaga sufrirá tarde o temprano el bajón lógico y hasta esperado (por ejemplo, el partido en San Mamés entraña complicaciones), pero la confianza que destila nada tiene que ver con etapas anteriores. Sin ir más lejos, se produjo la entrada de Goitia en un momento determinado y, pese a su corta experiencia en Primera, se ha contagiado de esa seguridad.
http://malagacf.sur.es/noticias/2009-01-28/este-mejor-malaga-20090128.html