En momentos de oscuridad siempre hay que engurruñar los ojos y buscar la luz. Hoy, día lúgubre y gris, un halo se cuela por una rendija. Se avista luz en El Palo. Es tenue, pero está llena de vida. Allí, en el barrio marinero malagueño por excelencia, muchos niños se han hecho futbolistas entre la arena y la sal de sus playas, corriendo en el albero de San Ignacio y tonificando los músculos en el gimnasio Pitu. Basti, Bravo, Aranda o Raúl Gaitán dieron lustre a Las Cuevas, a La Pelusa o a Echeverría. Se criaron en sus calles y se imprimieron en tinta el famoso R.I.P. (República Independiente de El Palo) en su ADN. Pero los antiguos ya tienen sucesores. Ayer, los mejores del partido contra el Getafe, los que irradiaron la luz y el coraje que contagió al equipo y a la grada son paleños. Recio, Portillo y Manolo. El Palo Power. Fútbol, raza y arte.
El mejor, Portillo, “la joya de la cantera” según Manolo, aún reside en el barrio, de donde es gran parte de su familia. Jugó en El Palo hasta cadetes de primer año y es un amante del olor a espeto de sus playas. Recio es de los bloques de Echeverría, aunque a los cinco años se mudó al Rincón de la Victoria. Estudió en el célebre San Estanislao de Kostka y de ahí pasó al Málaga siendo alevín. Se siente paleño de pura cepa. Y qué decir de Manolo, bandera del barrio. De Pedrega, y residente en La Cala. Pura raza y arte de catálogo. Los tres levantaron ayer al Málaga cuando caminaba moribundo. Y los tres son hoy la luz en un día de tinieblas. El Palo Power.
Manolo y Portillo, en un entrenamiento
http://www.eldesmarquemalaga.es/agenda-malaga/24493-el-palo-power