El equipo malagueño sumó su vigésima primera victoria consecutiva en la Euroliga como local a costa de un Olympiacos anulado a la vuelta del descanso
Y van 21. De récord. Para lucir entre lo más granado de la Euroliga. El Unicaja pide paso. La línea discontinua sigue pintada en el asfalto de su marcha continental. El adelantamiento del equipo 'cajista' no tiene fin. Sigue y sigue. Un turbodiésel. No para. No necesita repostar. La vigésima primera victoria consecutiva en casa deja al cuadro malagueño a las puertas del liderato de su grupo, que peleará mano a mano con el Olympiacos, que ayer tomó buena cuenta de cómo se las gastan en el Palacio de los Deportes (60-56) desde hace dos años. El todopoderoso plantel de Giannakis tomó cuenta en un duelo en el que se vio sobrepasado en una segunda parte de libro. Sin intermitente.
La vuelta del descanso se prolongó más de lo debido. Los concursos se sucedían y el Unicaja no salía de las entrañas del Martín Carpena. En las tripas del Palacio de los Deportes se gestaba la revolución, el cambio necesario para voltear un encuentro feo en las formas y feo en el marcador (28-35). Qué dijo o qué dejó de decir Aíto será un misterio. Lo cierto es que el cuadro 'cajista' alteró el rumbo del choque durante el tercer cuarto a fuerza de corregir todos y cada uno de los errores cometidos durante los dos primeros parciales.
Problemas
En ellos dejó demasiados problemas sin resolver. Por ejemplo, no tuvo respuestas para la irrupción de Schortsanitis en el choque, con un físico peculiar, pero decisivo, aunque sólo sea para sacar a su defensor del encuentro. En apenas tres minutos en la pista emparejado con él, Ndong se cargó con tres personales. Tampoco la defensa malagueña parecía preparada para ejecutar con solvencia las ayudas requeridas por el juego de ataque del Olympiacos. El equipo griego buscó siempre la posición más cercana a fuerza de forzar penetraciones y doblar la pelota, todo ello basado en la habilidad de Greer, Childress o Printezis en el uno contra uno.
La falta de aportación desde la línea de 6,25 ralentizaba el avance griego en el electrónico. Tampoco necesitaba de su perímetro. No tuvo prisas, ni tampoco pausas en su juego. Justo lo contrario que el Unicaja. Si la anotación del Olympiacos durante el primer tiempo llevó pareja una constancia clave para su dominio en el marcador, la del equipo malagueño estuvo marcada por la profunda laguna del segundo cuarto. Casi ocho minutos sin anotar, entre el 12 y el 19, tuvieron como castigo un 0-11 de parcial que elevó la renta visitante a los 13 puntos (19-31, minuto 17).
Aíto entonces optó por buscar un revulsivo para paliar la sequía anotadora. Lo encontró en Cabezas. La situación le vino como anillo al dedo. En su reaparición después de tres semanas de baja -Haislip también dispuso de minutos, pero no Berni Rodríguez-, el malagueño limó diferencias antes del descanso con dos triples vitales para recuperar el terreno perdido.
Quedaba un mundo por mejorar. Y el equipo dio con la tecla. La puesta en escena del tercer cuarto lo demostró. La defensa comenzó a detener la sangría bajo el aro y entonces, sólo entonces, el Olympiacos cayó en la cuenta de la descompensación de su juego de ataque. Nueve puntos fue su bagaje mientras que el Unicaja diversificó su producción. Al de siempre, Kelati, se sumó la producción interior de un Ndong liberado del martirio de Schortsanitis. El senegalés puso el empate en el marcador (40-40, minuto 25), y Welsch, en la última acción del tercer cuarto, otorgó la primera ventaja (46-44).
Habían dado con la tecla y explotaron el filón con el quinteto más visceral hasta alcanzar los siete puntos de máxima (53-46, minuto 34) y relevar entonces a Cabezas, Haislip, Ndong y Haislip de una tacada para comenzar a jugar con la cabeza. El Unicaja acusó el múltiple cambio y su rival comenzó a rondarle en el electrónico. Llegó a igualar (56-56, minuto 38), pero entonces volvió a irrumpir la defensa del equipo y el acierto de Kelati para convertir cada detalle en decisivo.
diariosur.com
Y van 21. De récord. Para lucir entre lo más granado de la Euroliga. El Unicaja pide paso. La línea discontinua sigue pintada en el asfalto de su marcha continental. El adelantamiento del equipo 'cajista' no tiene fin. Sigue y sigue. Un turbodiésel. No para. No necesita repostar. La vigésima primera victoria consecutiva en casa deja al cuadro malagueño a las puertas del liderato de su grupo, que peleará mano a mano con el Olympiacos, que ayer tomó buena cuenta de cómo se las gastan en el Palacio de los Deportes (60-56) desde hace dos años. El todopoderoso plantel de Giannakis tomó cuenta en un duelo en el que se vio sobrepasado en una segunda parte de libro. Sin intermitente.
La vuelta del descanso se prolongó más de lo debido. Los concursos se sucedían y el Unicaja no salía de las entrañas del Martín Carpena. En las tripas del Palacio de los Deportes se gestaba la revolución, el cambio necesario para voltear un encuentro feo en las formas y feo en el marcador (28-35). Qué dijo o qué dejó de decir Aíto será un misterio. Lo cierto es que el cuadro 'cajista' alteró el rumbo del choque durante el tercer cuarto a fuerza de corregir todos y cada uno de los errores cometidos durante los dos primeros parciales.
Problemas
En ellos dejó demasiados problemas sin resolver. Por ejemplo, no tuvo respuestas para la irrupción de Schortsanitis en el choque, con un físico peculiar, pero decisivo, aunque sólo sea para sacar a su defensor del encuentro. En apenas tres minutos en la pista emparejado con él, Ndong se cargó con tres personales. Tampoco la defensa malagueña parecía preparada para ejecutar con solvencia las ayudas requeridas por el juego de ataque del Olympiacos. El equipo griego buscó siempre la posición más cercana a fuerza de forzar penetraciones y doblar la pelota, todo ello basado en la habilidad de Greer, Childress o Printezis en el uno contra uno.
La falta de aportación desde la línea de 6,25 ralentizaba el avance griego en el electrónico. Tampoco necesitaba de su perímetro. No tuvo prisas, ni tampoco pausas en su juego. Justo lo contrario que el Unicaja. Si la anotación del Olympiacos durante el primer tiempo llevó pareja una constancia clave para su dominio en el marcador, la del equipo malagueño estuvo marcada por la profunda laguna del segundo cuarto. Casi ocho minutos sin anotar, entre el 12 y el 19, tuvieron como castigo un 0-11 de parcial que elevó la renta visitante a los 13 puntos (19-31, minuto 17).
Aíto entonces optó por buscar un revulsivo para paliar la sequía anotadora. Lo encontró en Cabezas. La situación le vino como anillo al dedo. En su reaparición después de tres semanas de baja -Haislip también dispuso de minutos, pero no Berni Rodríguez-, el malagueño limó diferencias antes del descanso con dos triples vitales para recuperar el terreno perdido.
Quedaba un mundo por mejorar. Y el equipo dio con la tecla. La puesta en escena del tercer cuarto lo demostró. La defensa comenzó a detener la sangría bajo el aro y entonces, sólo entonces, el Olympiacos cayó en la cuenta de la descompensación de su juego de ataque. Nueve puntos fue su bagaje mientras que el Unicaja diversificó su producción. Al de siempre, Kelati, se sumó la producción interior de un Ndong liberado del martirio de Schortsanitis. El senegalés puso el empate en el marcador (40-40, minuto 25), y Welsch, en la última acción del tercer cuarto, otorgó la primera ventaja (46-44).
Habían dado con la tecla y explotaron el filón con el quinteto más visceral hasta alcanzar los siete puntos de máxima (53-46, minuto 34) y relevar entonces a Cabezas, Haislip, Ndong y Haislip de una tacada para comenzar a jugar con la cabeza. El Unicaja acusó el múltiple cambio y su rival comenzó a rondarle en el electrónico. Llegó a igualar (56-56, minuto 38), pero entonces volvió a irrumpir la defensa del equipo y el acierto de Kelati para convertir cada detalle en decisivo.
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