Cuesta imaginarse que las aguas del mar invaden al completo el casco antiguo de la ciudad y el Perchel, que las olas llegan hasta la avenida de Juan Sebastián Elcano, en el litoral este, y que Huelin, La Princesa y Las Delicias quedan sumergidos en las profundidades marinas. Resulta impensable pero no imposible a tenor de los estudios realizados sobre la evolución de los efectos del cambio climático. El Observatorio de Medio Ambiente Urbano (OMAU), dependiente del Ayuntamiento de la capital, ha efectuado la simulación de un posible escenario del nivel del mar para finales de este siglo XXI que deja bajo las aguas a una gran parte de la costa de Málaga, penetrando considerablemente hacia el interior en algunos puntos de la urbe.
El estudio se basa en un informe realizado por la Agencia Internacional de la Energía (AIE) y en análisis del panel intergubernamental del cambio climático que hacen referencia a que, de continuar el nivel actual de emisiones contaminantes a la atmósfera, la temperatura media podría aumentar unos seis grados respecto a la actual dentro de noventa años, lo que implicaría que el nivel del mar subiría unos seis metros. Esto supondría la ocupación por el agua de las cotas bajas de importantes extensiones de terreno de todos los continentes, lo que afectaría no sólo a la fauna y flora del planeta, sino a la habitabilidad y condiciones de vida de los seres humanos.
Partiendo de esta premisa, que puede resultar un tanto catastrófica pero que sirve para concienciar a la población de la necesidad de reducir las emisiones de CO2, el OMAU ha realizado una simulación de lo que significaría en el caso de Málaga que el mar incrementara su nivel en seis metros, como también se ha analizado recientemente en otras ciudades costeras del país como Barcelona y Valencia, por parte del Institut Català de Cienciès del Clima.
La imagen resulta del todo dantesca. Tras efectuar una delimitación de las áreas inundables a partir de los datos del modelo digital del terreno, que permite visualizar las curvas de nivel y seleccionar aquellas zonas cuyo nivel de altitud sobre el mar está por debajo del umbral de los seis metros, se aprecia que las aguas invaden toda la zona comercial de Plaza Mayor, parte del aeropuerto, la desembocadura del Guadalhorce, la práctica totalidad del distrito de Carretera de Cádiz, el Perchel, el casco antiguo hasta la altura de la plaza de la Constitución (la Catedral se salvaría), el paseo del Parque, y una gran franja del litoral oriental de la ciudad que, en el caso de las playas de El Palo, alcanzaría la avenida de Juan Sebastián Elcano. Según los cálculos del OMAU, este panorama que, como se ha descrito, afectaría sobre todo a la parte central de la ciudad y al litoral occidental, dejaría sin casa a 123.000 personas, el 22% de la población malagueña.
Aumento de la temperatura
El incremento de la temperatura que causaría este efecto también ha sido constatado por este observatorio. En los últimos 14 años, la temperatura media de Málaga ha subido medio grado centígrado, de 18,5 a 19. En el mismo periodo de tiempo, han disminuido las lluvias, la humedad y el número de días nublados.
¿Se puede hacer algo para evitar este hipotético escenario? Evidentemente, la respuesta es afirmativa. Hace años que desde numerosos organismos públicos se insiste en la necesidad de frenar el cambio climático reduciendo el volumen de emisiones de CO2 que se emiten a la atmósfera. Estas emisiones, atribuibles fundamentalmente al sector de la energía y al transporte, constituyen uno de los principales factores responsables de la generación de los gases de efecto invernadero.
El Observatorio de Medio Ambiente Urbano revisa cada año una serie de indicadores sobre diferentes parámetros de la ciudad que abarcan desde el urbanismo a cuestiones de índole social. Esta radiografía de Málaga se plasmó el año pasado en un mapa dinámico colgado en Internet (www.omau-malaga.com), lo que supuso una iniciativa pionera que ha servido como modelo para otras ciudades. Este periódico ha podido tener acceso a los datos de esos indicadores relativos al cambio climático.
Se trata de los valores registrados en 2009 y revelan que Málaga emitió el año pasado 1.981.982 toneladas de CO2 al medio ambiente, lo que supone un registro de 3,43 toneladas por habitante y año. La marca puede parecer elevada, pero es sensiblemente inferior a la cuantificada hace seis años, en 2004, cuando las emisiones de cada malagueño eran de 4,8 toneladas al año. Esa cantidad se mantuvo prácticamente inalterada hasta el año 2008, cuando descendió a 3,7 toneladas. En 2009, volvió a bajar a 3,4.
No obstante, el motivo de esta disminución no hay que buscarlo en una mayor concienciación de la población, las autoridades y las industrias para tomar medidas que frenen el efecto invernadero, sino en la crisis económica, que ha reducido notablemente los desplazamientos y la producción de energía. Esa bajada se apreció sobre todo en 2008, cuando los niveles de CO2 en Málaga decrecieron un 22% respecto al año anterior. En 2009, la bajada ha sido menos acentuada, en torno al 8%, pero también es significativa, ya que la tendencia desde 2002 a 2007 era alcista, superando los 2,5 millones de toneladas de CO2 anuales.
Reducción de gases
La reducción de los gases contaminantes ha sido más acusada en el sector energético -que es culpable del 72% de las emisiones a nivel local- que en el de los transportes. El primero arroja una diminución de un 9,5% para Málaga en 2009 respecto a 2008, y el segundo sitúa ese porcentaje de caída en un 4,1%.
En el ámbito del transporte, destacan la reducción de los niveles de CO2 de los autobuses, sector en el que caen un 27%, y en la actividad portuaria, donde la bajada es del 55% respecto a 2008. En cambio, las emisiones del tráfico volvieron a crecer en Málaga en 2009 (un 2,3%) tras una acusada caída de un 16% en 2008. Los tubos de escape de los coches arrojan 475 toneladas de dióxido de carbono al año en la ciudad, la cuarta parte del total de sus emisiones.
El estudio se basa en un informe realizado por la Agencia Internacional de la Energía (AIE) y en análisis del panel intergubernamental del cambio climático que hacen referencia a que, de continuar el nivel actual de emisiones contaminantes a la atmósfera, la temperatura media podría aumentar unos seis grados respecto a la actual dentro de noventa años, lo que implicaría que el nivel del mar subiría unos seis metros. Esto supondría la ocupación por el agua de las cotas bajas de importantes extensiones de terreno de todos los continentes, lo que afectaría no sólo a la fauna y flora del planeta, sino a la habitabilidad y condiciones de vida de los seres humanos.
Partiendo de esta premisa, que puede resultar un tanto catastrófica pero que sirve para concienciar a la población de la necesidad de reducir las emisiones de CO2, el OMAU ha realizado una simulación de lo que significaría en el caso de Málaga que el mar incrementara su nivel en seis metros, como también se ha analizado recientemente en otras ciudades costeras del país como Barcelona y Valencia, por parte del Institut Català de Cienciès del Clima.
La imagen resulta del todo dantesca. Tras efectuar una delimitación de las áreas inundables a partir de los datos del modelo digital del terreno, que permite visualizar las curvas de nivel y seleccionar aquellas zonas cuyo nivel de altitud sobre el mar está por debajo del umbral de los seis metros, se aprecia que las aguas invaden toda la zona comercial de Plaza Mayor, parte del aeropuerto, la desembocadura del Guadalhorce, la práctica totalidad del distrito de Carretera de Cádiz, el Perchel, el casco antiguo hasta la altura de la plaza de la Constitución (la Catedral se salvaría), el paseo del Parque, y una gran franja del litoral oriental de la ciudad que, en el caso de las playas de El Palo, alcanzaría la avenida de Juan Sebastián Elcano. Según los cálculos del OMAU, este panorama que, como se ha descrito, afectaría sobre todo a la parte central de la ciudad y al litoral occidental, dejaría sin casa a 123.000 personas, el 22% de la población malagueña.
Aumento de la temperatura
El incremento de la temperatura que causaría este efecto también ha sido constatado por este observatorio. En los últimos 14 años, la temperatura media de Málaga ha subido medio grado centígrado, de 18,5 a 19. En el mismo periodo de tiempo, han disminuido las lluvias, la humedad y el número de días nublados.
¿Se puede hacer algo para evitar este hipotético escenario? Evidentemente, la respuesta es afirmativa. Hace años que desde numerosos organismos públicos se insiste en la necesidad de frenar el cambio climático reduciendo el volumen de emisiones de CO2 que se emiten a la atmósfera. Estas emisiones, atribuibles fundamentalmente al sector de la energía y al transporte, constituyen uno de los principales factores responsables de la generación de los gases de efecto invernadero.
El Observatorio de Medio Ambiente Urbano revisa cada año una serie de indicadores sobre diferentes parámetros de la ciudad que abarcan desde el urbanismo a cuestiones de índole social. Esta radiografía de Málaga se plasmó el año pasado en un mapa dinámico colgado en Internet (www.omau-malaga.com), lo que supuso una iniciativa pionera que ha servido como modelo para otras ciudades. Este periódico ha podido tener acceso a los datos de esos indicadores relativos al cambio climático.
Se trata de los valores registrados en 2009 y revelan que Málaga emitió el año pasado 1.981.982 toneladas de CO2 al medio ambiente, lo que supone un registro de 3,43 toneladas por habitante y año. La marca puede parecer elevada, pero es sensiblemente inferior a la cuantificada hace seis años, en 2004, cuando las emisiones de cada malagueño eran de 4,8 toneladas al año. Esa cantidad se mantuvo prácticamente inalterada hasta el año 2008, cuando descendió a 3,7 toneladas. En 2009, volvió a bajar a 3,4.
No obstante, el motivo de esta disminución no hay que buscarlo en una mayor concienciación de la población, las autoridades y las industrias para tomar medidas que frenen el efecto invernadero, sino en la crisis económica, que ha reducido notablemente los desplazamientos y la producción de energía. Esa bajada se apreció sobre todo en 2008, cuando los niveles de CO2 en Málaga decrecieron un 22% respecto al año anterior. En 2009, la bajada ha sido menos acentuada, en torno al 8%, pero también es significativa, ya que la tendencia desde 2002 a 2007 era alcista, superando los 2,5 millones de toneladas de CO2 anuales.
Reducción de gases
La reducción de los gases contaminantes ha sido más acusada en el sector energético -que es culpable del 72% de las emisiones a nivel local- que en el de los transportes. El primero arroja una diminución de un 9,5% para Málaga en 2009 respecto a 2008, y el segundo sitúa ese porcentaje de caída en un 4,1%.
En el ámbito del transporte, destacan la reducción de los niveles de CO2 de los autobuses, sector en el que caen un 27%, y en la actividad portuaria, donde la bajada es del 55% respecto a 2008. En cambio, las emisiones del tráfico volvieron a crecer en Málaga en 2009 (un 2,3%) tras una acusada caída de un 16% en 2008. Los tubos de escape de los coches arrojan 475 toneladas de dióxido de carbono al año en la ciudad, la cuarta parte del total de sus emisiones.