Los jugadores, habituados al deficiente terreno de juego del Anexo, están encantados con el que posee su nuevo recinto de trabajo
Del Anexo al estadio de atletismo. «El cambio se nota mucho», recalcan sin tapujos los jugadores del Málaga. El deficiente terreno de juego del campo auxiliar de La Rosaleda parece ser ya una pesadilla olvidada, un recuerdo de tiempos de pobreza, casi una reliquia quién sabe con qué futuro a medio o largo plazo.
Los componentes de la plantilla malaguista no han tardado en adaptarse a las nuevas instalaciones. La remodelación en las dependencias interiores del recinto ha sido muy llamativa, y en las dos salas destinadas a protocolo los utileros del primer equipo, Miguel Zambrana y Juan Carlos Salcedo, ya lo han organizado todo a la perfección con perchas para colocar las botas de cada jugador.
A muchos jugadores el cambio les viene como anillo al dedo. La mayoría reside en la zona del Palacio o en Guadalmar. Peor lo llevan, lógicamente, los paleños. Sin embargo, el club se ha movido con tal celeridad para que todo estuviera dispuesto al regreso de la concentración en Alemania que los miembros del plantel se han adaptado sin problemas al recinto.
Con todo, el cambio más drástico se ha producido en el césped. En el Anexo siempre hubo zonas en las que apenas creció la hierba y, pese al empeño de los empleados del club, el terreno presentaba un aspecto deficiente por su irregularidad. Ahora, después de la llegada de los nuevos rectores, los jugadores están entusiasmados por la superficie en la que ahora se ejercitan y en la que, dicho sea de paso, todos esperan que se produzcan menos lesiones.
Desde hoy el estadio de atletismo será la segunda casa de todo el grupo, porque después de la primera sesión preparatoria, a una hora más temprana de lo habitual, almorzarán. Los cuerpos técnico y médico quieren controlar la alimentación de los futbolistas en esta última fase de la temporada. Eso sí, una vez concluya la comida, los jugadores podrán acercarse a sus domicilios para descansar durante un par de horas, hasta volver a tomar el automóvil para dirigirse al recinto y realizar la segunda segunda sesión de entrenamiento de la jornada.
Del Anexo al estadio de atletismo. «El cambio se nota mucho», recalcan sin tapujos los jugadores del Málaga. El deficiente terreno de juego del campo auxiliar de La Rosaleda parece ser ya una pesadilla olvidada, un recuerdo de tiempos de pobreza, casi una reliquia quién sabe con qué futuro a medio o largo plazo.
Los componentes de la plantilla malaguista no han tardado en adaptarse a las nuevas instalaciones. La remodelación en las dependencias interiores del recinto ha sido muy llamativa, y en las dos salas destinadas a protocolo los utileros del primer equipo, Miguel Zambrana y Juan Carlos Salcedo, ya lo han organizado todo a la perfección con perchas para colocar las botas de cada jugador.
A muchos jugadores el cambio les viene como anillo al dedo. La mayoría reside en la zona del Palacio o en Guadalmar. Peor lo llevan, lógicamente, los paleños. Sin embargo, el club se ha movido con tal celeridad para que todo estuviera dispuesto al regreso de la concentración en Alemania que los miembros del plantel se han adaptado sin problemas al recinto.
Con todo, el cambio más drástico se ha producido en el césped. En el Anexo siempre hubo zonas en las que apenas creció la hierba y, pese al empeño de los empleados del club, el terreno presentaba un aspecto deficiente por su irregularidad. Ahora, después de la llegada de los nuevos rectores, los jugadores están entusiasmados por la superficie en la que ahora se ejercitan y en la que, dicho sea de paso, todos esperan que se produzcan menos lesiones.
Desde hoy el estadio de atletismo será la segunda casa de todo el grupo, porque después de la primera sesión preparatoria, a una hora más temprana de lo habitual, almorzarán. Los cuerpos técnico y médico quieren controlar la alimentación de los futbolistas en esta última fase de la temporada. Eso sí, una vez concluya la comida, los jugadores podrán acercarse a sus domicilios para descansar durante un par de horas, hasta volver a tomar el automóvil para dirigirse al recinto y realizar la segunda segunda sesión de entrenamiento de la jornada.