A LA CONTRA
Fuera euforia
JUAN ANTONIO MORGADO.-
Los aficionados que asistieron ayer al estadio de La Rosaleda presenciaron un espectáculo único. Puede que pasen muchos años antes de que en el último partido de Liga se enfrenten un equipo con la permanencia en juego y otro pendiente del título. El encuentro no era apto para cardiacos y así se vivió, porque la euforia del gol de Duda quedó empañada por el empate de Van der Vaart. Al final, los sufridos seguidores blanquiazules pudieron dar rienda suelta a la alegría, que se prolongó durante toda la noche.
Menos mal que el Barcelona marcó pronto y eso le quitaba todas las opciones al Real Madrid. De lo contrario, el Málaga habría pasado más apuros de los que al final sufrió. Mejor no pensar en un equipo blanco con sus posibilidades de ganar el título intactas, porque el conjunto blanquiazul ha terminado la temporada con la misma mala puntería de toda la Liga.
Ese sufrimiento final podría haberse evitado si el árbitro hubiera señalado como penalti el clamoroso empujón de Sergio Ramos a Caicedo. Corría el minuto 47. En un minuto se pasó del posible 2-0 al 1-1 del equipo visitante. Pero el Málaga ha sido condenado esta campaña a no tirar un solo penalti. Que en 38 jornadas no le hayan pitado una pena máxima a favor es para sospechar, como mínimo.
Pasada la euforia de ayer, el Málaga no tiene ya nada que celebrar desde hoy. En el club deben ponerse la pilas para evitar una agonía como la sufrida este año. La afición no merece una temporada como la que acaba de terminar. Una nefasta política de fichajes y una plantilla cuyas 'vacas sagradas' no han dado la talla en líneas generales, han llevado al equipo a rozar el descenso. No hay derecho.
Menos mal que el Barcelona marcó pronto y eso le quitaba todas las opciones al Real Madrid. De lo contrario, el Málaga habría pasado más apuros de los que al final sufrió. Mejor no pensar en un equipo blanco con sus posibilidades de ganar el título intactas, porque el conjunto blanquiazul ha terminado la temporada con la misma mala puntería de toda la Liga.
Ese sufrimiento final podría haberse evitado si el árbitro hubiera señalado como penalti el clamoroso empujón de Sergio Ramos a Caicedo. Corría el minuto 47. En un minuto se pasó del posible 2-0 al 1-1 del equipo visitante. Pero el Málaga ha sido condenado esta campaña a no tirar un solo penalti. Que en 38 jornadas no le hayan pitado una pena máxima a favor es para sospechar, como mínimo.
Pasada la euforia de ayer, el Málaga no tiene ya nada que celebrar desde hoy. En el club deben ponerse la pilas para evitar una agonía como la sufrida este año. La afición no merece una temporada como la que acaba de terminar. Una nefasta política de fichajes y una plantilla cuyas 'vacas sagradas' no han dado la talla en líneas generales, han llevado al equipo a rozar el descenso. No hay derecho.