Dramático El equipo se mete en zona de descenso y llega a la última jornada pendiente de carambolas para la salvación Sin vida Salvo en un disparo al poste de Benachour (11'), el equipo no fue competitivo en la trascendental cita de Getafe

El sudor de muchos, el dinero de otros, la sonrisa de los aficionados, miles de recuerdos e ilusiones están a punto de irse por el sumidero. Por ahí se los lleva una dolorosa sensación de impotencia. Camino a Segunda. El Málaga culminó su caída libre durmiendo en descenso y ha amanecido en descenso, con el único consuelo de la calculadora, ahora ya su única inversora en fe. Una carambola múltiple es la única que no le hace hincar las rodillas todavía (ganar al Madrid pugnando por la Liga es quimeríco). La tabla dice ahora que el Xerez aún está vivo, aguardando con su caña de pescar y sus 33 puntos varios tropiezos que canonicen el milagro de Gorosito. Por delante, un cuádruple empate a 36 puntos donde Valladolid y Racing se salvan de la quema y arden Málaga y Tenerife. Para no aburrir con probabilidades que no consiguen poner de acuerdo ni a los analistas, todo se resume en una contundente cuestión: hay casi las mismas opciones de permanecer en Primera que de ser colista.

Puede ser que el equipo necesite que no gane el Xerez para salvarse. Es la paradoja que resume la temporada. El Xerez estaba desahuciado cuando La Rosaleda empezó a gritarle "a Segunda". Luego llegó la remontada azulina, primero en Martiricos, después en la clasificación. El colista se irá a la categoría de plata entre aplausos, si es que eso sucede. El Málaga se marchó de suelo madrileño sin tragedias griegas que comentar en el AVE. No hubo parada in extremis de Codina, ni un Getafe embotellado en su área, ni un malaguista resignado a una roja por una patada llena de frustración. El Málaga desapareció cuando Benachour estrelló sus esperanzas en el poste (minuto 11). Sin grandes méritos, el Getafe se agarró a la inercia decadente de los de Muñiz. Llegó el primero de Soldado (fallo propio), luego el segundo (inspiración de Pedro León) y el Málaga no daba bocados, sólo alguna patada disimulada de Baha. Recortó terreno Fernando en el 91. Quedaban dos minutos aún, pero la sensación de impotencia, la que inundó toda la segunda parte, no varió ni una molécula.

Pasarán los días y el malaguismo invocará un milagro, un último esfuerzo de todos pese a las últimas esperanzas que traerá el Real Madrid a Málaga, ejemplo antagónico al blanquiazul en cuestiones de fe. Habría sido más fácil mostrar más ambición ante equipos más humanos, el Xerez, el Tenerife, el Valladolid o el Racing, pero esas son cuentas que habrá que rendir cuando acabe el campeonato.

El debe de ayer volvió a ser la fragilidad atrás. No debe obviarse en el análisis ese tiro de Benachour que pudo cambiar el curso de las aguas, tampoco que un minuto antes de que Pedro León echase el cierre los jugadores lloraron un probable penalti por manos de Rafa antes de un cabezazo de Orozco arriba. Ha habido dolorosos fallos arbitrales en toda la temporada, también muchas e inoportunas bajas, pero también es cierto que a lo largo del torneo el Málaga no ha estado a la altura. Sus únicas siete victorias le retratan como un equipo perdedor (ningún conjunto ha ganado menos partidos).

El Málaga murió con dos delanteros sobre el campo, como en San Mamés, pero no arrancó con la misma gallardía que allí. Muñiz restó un ápice de poderío al once del miércoles. Salió con un delantero menos, dándole a Benachour la media punta. Minutos antes del inicio Juanito había evidenciado insalvables molestias musculares, así que Orozco se vistió de corto y Manu, que había pagado el AVE de su bolsillo como los otros no convocados porque el club decidió que no estuvieran en la concentración de Madrid, tuvo que vestirse para sentarse en el banquillo.

El partido nacía torcido, aunque el equipo empezó entero sobre el césped. Pronto el Getafe mostró lo que es, dinamita arriba y cristal atrás. El escenario del contragolpe llamaba al Málaga, que por enésima vez intentaba conectar sin éxito con la punta, ayer enarbolada por Obinna. Pero se puede afirmar que dejó de tener fe en esa madera de Benachour. Los de Míchel se asieron a su mayor pólvora, sin necesidad de quemar muchas naves. Hacía frío y llovía, no paraban de hablar Muñiz y Dely, pero el Málaga no era el Málaga. Se desangraba y corría el reloj, nadie pagaba su frustración en los guantes de Codina. Si la histórica flor de Fernando Sanz continúa viva, tendrá que plantarla este domingo en el área de Munúa. Si no, el Málaga habrá culminado su desastrosa campaña con la justicia divina del descenso.


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