De vuelta a su hábitat
Carlos Cabezas, padre del ex cajista, acaba de tomar las riendas del Estepona, tras una década sin entrenar, y lo ha sacado de la crisis.
El Unicaja acabó ayer su entrenamiento vespertino en el pabellón de La Lobilla, en plena concentración en Estepona. Por la bocana que da paso a los vestuarios surgió la inmensa figura de Carlos Cabezas, el padre del ex base del equipo. El también ex jugador acaba de regresar a su hábitat natural, al escenario en el que siente más cómodo y feliz: una pista de baloncesto. Acaba de tomar las riendas del CB Estepona de Liga EBA tras una década alejado de los banquillos.
Y su regreso a la actividad no ha podido ser más satisfactorio. A pesar de los problemas económicos en los que anda inmerso el club, de contar con sólo ocho seniors y de coger al equipo en el puesto decimoquinto, tras nueve derrotas consecutivas, el malagueño nacido en Montevideo (17 de julio de 1956) admite que incluso ha "perdido algo de peso". "Me siento ilusionado porque esto es lo que siempre me ha gustado", dice.
Cabezas llegó al rescate del equipo esteponero en la jornada 16, en una delicada situación. En los seis encuentros que lleva sentado en el banquillo ha conseguido voltear la crisis y obtener cuatro triunfos y sólo dos tropiezos. Tras debutar con una derrota en Aljaraque (81-71), luego el CB Estepona venció a Lepe (70-65), Guadix (79-92) y Morón (72-66), cayó en Atarfe (69-64) y se impuso al ABP de Badajoz: 84-78.
Semejante reacción ha posibilitado que el equipo se haya asentado en la mitad de la tabla. Ya es noveno –el Grupo D de la EBA tiene 16 clubes–, con un balance de 9-12. El Estepona comparte grupo con otros dos conjuntos malagueños, el Alhaurín de la Torre (quinto, 13-8) y Unicaja (decimocuarto, 6-15).
No está siendo, desde luego, un camino de rosas para Cabezas, que se ha encontrado con muchos problemas económicos. Para colmo se ha lesionado uno de sus baluartes, André Bamogo, un africano de Burkina-Faso de 2,14 metros. Y su gran estrella, el senegalés Sileye Dioum (17 puntos y 11 rebotes de media), cambió de equipo hace dos semanas y firmó por el Peixegalego pontevedrés, también de EBA.
Pero no hay reto que se le resista al ex internacional uruguayo en todas las categorías, que renunció a su nacionalidad cuando se convirtió en ciudadano español. Como jugador no llegó a debutar en la máxima categoría del básket nacional, y eso que jugó en Breogán, Hospitalet, Caja de Ronda –lo ascendió a Primera 80/81 justo cuando nació su hijo Carlos–, Maristas, Juventud de Córdoba, Oximesa Granada –dos ascensos– y Salesianos de Las Palmas.
Le brillan los ojos cuando recuerda su mejor partido. "Fue mi debut en Córdoba. Anoté 48 puntos, 44 en la segunda parte, y eso que no había línea de tres puntos. Le ganamos 103-102 al Calenzano de Pamplona. Fue un año impresionante (81/82). Acabé con una media de 30,6 puntos". Tirador compulsivo de muñeca letal, el malagueño residente en Marbella llegó a anotar 8 de 9 en triples en un primer tiempo en un Caja Canaria-Oximesa. Todo un ´crack´.
Se retiró a los 33 años, en el Salesianos de Las Palmas, y en 1995 obtuvo el título de entrenador nacional. Dirigió al Estepona y al Marbella, en EBA, pero lo dejó todo cuando su hijo Carlos debutó en el Unicaja. "Quería seguirle y verle en la ACB. Siempre me quedará el mal sabor de boca de no haber podido enseñar a los niños de la cantera del Unicaja. Me encantaría ser entrenador de la base en Los Guindos y poder sacar para el primer equipo a más Cabezas, a chavales malagueños como mi hijo. No comprendo por qué sigo sin tener esa oportunidad, porque podría mejorar el talento de los chicos de la cantera".
Por ahora tiene que contentarse con adiestrar al CB Estepona. Aunque lo que a él le haría inmensamente feliz sería "tener una oportunidad en la cantera del Unicaja" y que su hijo Carlos "regresara de nuevo a su equipo de siempre en Málaga".
Grande Cabezas, nunca mejor dicho.
Carlos Cabezas, padre del ex cajista, acaba de tomar las riendas del Estepona, tras una década sin entrenar, y lo ha sacado de la crisis.
El Unicaja acabó ayer su entrenamiento vespertino en el pabellón de La Lobilla, en plena concentración en Estepona. Por la bocana que da paso a los vestuarios surgió la inmensa figura de Carlos Cabezas, el padre del ex base del equipo. El también ex jugador acaba de regresar a su hábitat natural, al escenario en el que siente más cómodo y feliz: una pista de baloncesto. Acaba de tomar las riendas del CB Estepona de Liga EBA tras una década alejado de los banquillos.
Y su regreso a la actividad no ha podido ser más satisfactorio. A pesar de los problemas económicos en los que anda inmerso el club, de contar con sólo ocho seniors y de coger al equipo en el puesto decimoquinto, tras nueve derrotas consecutivas, el malagueño nacido en Montevideo (17 de julio de 1956) admite que incluso ha "perdido algo de peso". "Me siento ilusionado porque esto es lo que siempre me ha gustado", dice.
Cabezas llegó al rescate del equipo esteponero en la jornada 16, en una delicada situación. En los seis encuentros que lleva sentado en el banquillo ha conseguido voltear la crisis y obtener cuatro triunfos y sólo dos tropiezos. Tras debutar con una derrota en Aljaraque (81-71), luego el CB Estepona venció a Lepe (70-65), Guadix (79-92) y Morón (72-66), cayó en Atarfe (69-64) y se impuso al ABP de Badajoz: 84-78.
Semejante reacción ha posibilitado que el equipo se haya asentado en la mitad de la tabla. Ya es noveno –el Grupo D de la EBA tiene 16 clubes–, con un balance de 9-12. El Estepona comparte grupo con otros dos conjuntos malagueños, el Alhaurín de la Torre (quinto, 13-8) y Unicaja (decimocuarto, 6-15).
No está siendo, desde luego, un camino de rosas para Cabezas, que se ha encontrado con muchos problemas económicos. Para colmo se ha lesionado uno de sus baluartes, André Bamogo, un africano de Burkina-Faso de 2,14 metros. Y su gran estrella, el senegalés Sileye Dioum (17 puntos y 11 rebotes de media), cambió de equipo hace dos semanas y firmó por el Peixegalego pontevedrés, también de EBA.
Pero no hay reto que se le resista al ex internacional uruguayo en todas las categorías, que renunció a su nacionalidad cuando se convirtió en ciudadano español. Como jugador no llegó a debutar en la máxima categoría del básket nacional, y eso que jugó en Breogán, Hospitalet, Caja de Ronda –lo ascendió a Primera 80/81 justo cuando nació su hijo Carlos–, Maristas, Juventud de Córdoba, Oximesa Granada –dos ascensos– y Salesianos de Las Palmas.
Le brillan los ojos cuando recuerda su mejor partido. "Fue mi debut en Córdoba. Anoté 48 puntos, 44 en la segunda parte, y eso que no había línea de tres puntos. Le ganamos 103-102 al Calenzano de Pamplona. Fue un año impresionante (81/82). Acabé con una media de 30,6 puntos". Tirador compulsivo de muñeca letal, el malagueño residente en Marbella llegó a anotar 8 de 9 en triples en un primer tiempo en un Caja Canaria-Oximesa. Todo un ´crack´.
Se retiró a los 33 años, en el Salesianos de Las Palmas, y en 1995 obtuvo el título de entrenador nacional. Dirigió al Estepona y al Marbella, en EBA, pero lo dejó todo cuando su hijo Carlos debutó en el Unicaja. "Quería seguirle y verle en la ACB. Siempre me quedará el mal sabor de boca de no haber podido enseñar a los niños de la cantera del Unicaja. Me encantaría ser entrenador de la base en Los Guindos y poder sacar para el primer equipo a más Cabezas, a chavales malagueños como mi hijo. No comprendo por qué sigo sin tener esa oportunidad, porque podría mejorar el talento de los chicos de la cantera".
Por ahora tiene que contentarse con adiestrar al CB Estepona. Aunque lo que a él le haría inmensamente feliz sería "tener una oportunidad en la cantera del Unicaja" y que su hijo Carlos "regresara de nuevo a su equipo de siempre en Málaga".
Grande Cabezas, nunca mejor dicho.