Reiterativo Otra concesión defensiva y un recital de remates sin acierto condenan al Málaga a su decimosegunda jornada sin triunfo Empate El tanto de Apoño a poco del final dejó el mal menor en Martiricos, aunque sigue sin sacar al equipo del pozo
Árbitro: Clos Gómez (aragonés). Baha reclamó un empujón de Azpilicueta dentro del área, igual que Juanfran de Iván, pero la televisión demostró que ninguno fue merecedor de penalti. Puso especialmente de los nervios a la parroquia local por las continuas faltas señaladas cada vez que Aranda caía al suelo. Fue más quisquilloso que determinante en el electrónico.
Tarjetas: Amarillas Josetxto (3'), Iván (22'), Obinna (31') y Azpilicueta (82').
Goles: 0-1 (47') Masoud. La defensa del Málaga no termina de despejar un balón en el interior del área, algo que aprovecha el iraní para fusilar desde corta distancia y por arriba a Munúa. 1-1 (83') Apoño. El malagueño bota una falta rasa al interior del área, Fernando se abre inteligentemente de piernas para que el esférico continúe hacia puerta y se cuela al fondo de las mallas después de que nadie consiga tocarlo.
Incidencias: Encuentro correspondiente a la decimotercera jornada de la Liga BBVA disputado en La Rosaleda ante 20.396 espectadores (según informó el club por los videomarcadores), una de las más bajas de la temporada. Buen tiempo durante la primera parte y viento frío a partir de la segunda. El terreno de juego presentaba tres grandes calvas y propiciaba un bote irregular.
Fallo a fallo, frustración a frustración, el Málaga enfila el camino a la Segunda División. Prueba de ello es que casi todo el mundo ya recurre a las matemáticas para pensar en la salvación. Partidos como el de ayer, un capítulo más dentro de la repetitiva secuencia de la temporada, justifican el proceso. Un proceso que cada vez es más parecido a ahogarse en unas arenas movedizas. El equipo se agita, lo intenta, quiere salir, pide socorro... pero cada jornada se hunde un poco más.
El consuelo del juego, de la mejora como colectivo y del infortunio lo será para quien lo quiera tomar, porque lo único cierto es que el Málaga lleva 12 jornadas sin ganar y esos cuatro empates consecutivos son sólo el engañoso envoltorio para un equipo defensivamente de cristal y con una ceguera preocupante en ataque. Punto a punto, el polvo no se va limpiando, sino que se va acumulando bajo la alfombra. Es cierto que los tres equipos que marcan la frontera de la permanencia (Almería, Valladolid y Zaragoza) sólo están a cuatro puntos, pero ya sería grave el asunto si a falta de dos tercios de la competición las distancias fueran insalvables (a día de hoy, la esperanza es viable hasta para el Xerez). Desde la igualada en Tenerife, la plantilla se aferra a hacer bueno el punto sumado la jornada siguiente, pero esa jornada todavía no ha aparecido por Martiricos.
La hemorragia no se detiene, sobre todo en La Rosaleda. Desde que el Atlético de Madrid cayó en la jornada inaugural (3-0), en Martiricos hay barra libre para los rivales: todos han marcado y todos han puntuado. Con poca munición y mucha facilidad se adelantó Osasuna; con todo su arsenal y otro día de sufrimiento el Málaga se llevó el mal menor del empate. En suma, que la séptima derrota de la temporada se coció con la misma receta de siempre.
Resulta bastante hiriente que el Málaga deje de ganar un encuentro en el que Ricardo sudó más que Munúa, en el que un remate de Masoud a bocajarro tras varios rechaces sin despeje en el área pudieran más que una falta de Duda a un poste, dos buenos remates de Fernando o los cañonazos de Obinna. A base de verlo repetido, va camino de convertirse en realidad. Y los aficionados comienzan a asumirlo. Sólo así se entiende la resignación con la que se encajó el empate de ayer. No fue muy distinto al del día del Zaragoza, pero ayer ni los más críticos de Muñiz tuvieron ganas de entonar su invitación a la dimisión (sonó de forma muy tímida al final).
Un año después, la vida en La Rosaleda no tiene nada que ver con lo de la temporada pasada. Valga la coincidencia para analizarlo: la campaña anterior Osasuna también visitó Martiricos en la jornada 13 (un 30 de noviembre, no un 6 de diciembre); al descanso el resultado era el mismo que el de ayer, 0-0, pero acabó siendo un 4-2, no un 1-1; en un encontronazo parecido al de Baha con Azpilicueta, pero protagonizado por Calleja y Juanfran, el colegiado decretó penalti, al contrario que ayer (y aquella era la segunda pena máxima de la temporada, cuando en esta todavía no ha habido ninguna a favor); el tanto con el que rompía la igualada Albert Luque llegó tras un rebote, cuando ayer Fernando estrelló en el cuerpo de Obinna un disparo que se colaba tras una falta de Duda a la madera... Y es que este Málaga no tiene nada que ver con el del año pasado: ni en resultados, ni en suerte ni en calidad individual. O mucho mejoran los de Muñiz, o muy fino se hila en el mercado invernal o Muñiz reinventa el fútbol. Porque esta plantilla está abocada al sufrimiento.
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