El 1-3-4-3 de Zaragoza sacó a relucir la mejor versión ofensiva del equipo . Muñiz tendrá que decidir si es arriesgado repetir ante el Valencia o le da continuidad . Los jugadores agradecieron el nuevo dibujo táctico
El Málaga se volvió de Zaragoza como si le hubiera tocado el bingo. El resultado (1-1) no sella el pase a octavos de final de la Copa del Rey. Sin embargo, reforzó la moral a altos niveles, justo lo que se buscaba desde hacía semanas. Varios factores ayudaron a la mejora de tono del equipo. Sin duda alguna, por encima de todos estuvo el nuevo sistema táctico empleado por Muñiz, un 1-3-4-3 que supuso muchos beneficios para el equipo. Con la inminente visita del Valencia, se abre el interrogante de si volverá a recurrir a él o no. El técnico meditará sobre ello estos días, aunque a priori parece que ofrece más ventajas que inconvenientes.
Sea o no fruto de ello el buen juego del equipo en La Romareda, lo cierto es que se evidenciaron mejoras muy palpables. Especialmente, la mayor presencia ofensiva. La acumulación de hombres en posiciones de medio campo (Jesús Gámez y Mtiliga fueron más extremos que laterales, aunque el holandés apenas fue incisivo en la segunda mitad) permitió sumar hombres por delante del balón, lo cual mejoró la incorporación de jugadores de segunda línea y la búsqueda del dos contra uno, facetas en las que el equipo estaba muy atorado.
De hecho, el recurso táctico de Muñiz (al que muchos cuelgan la etiqueta de reservón) respondió a la idea del técnico de adaptarse mejor a las condiciones de sus jugadores. La frustración por la falta de un ariete clásico y el problema de rendimiento en posiciones tan específicas como el medio centro, la banda derecha o la media punta llevaron al gijonés a esa nueva variante, que, de hecho, contribuyó a solucionar dichos problemas.
Lo arriesgado del planteamiento hacía que el técnico lo considerara un plan extremo. El escenario de la Copa del Rey y las necesidades le llevaron a emplearlo sin haberlo ensayado en toda la temporada. Únicamente dio unas nociones verbales a sus futbolistas el martes durante el trabajo en tierras mañas.
A pesar de ello, el equipo respondió bien a ese reajuste. Sobre todo, los jugadores de posiciones más adelantadas. Albert Luque fue el mayor ejemplo. Agradeció las mayores opciones para asociarse con compañeros, se le vio muy motivado y fue el generador de las ocasiones más peligrosas. Además, tanto él como Obinna tuvieron menos desgaste en la ayuda defensiva y les permitió estar frescos para encarar. Otros como Benachour o Apoño tuvieron más compañeros a los que buscar y Jesús Gámez pudo desplegarse con brío por la banda.
Ahora Muñiz medita si repetir ante el Valencia. La velocidad de sus jugadores aumenta el riesgo, pero la presencia de Stepanov y Duda en el once también eleva las prestaciones. Si repite, quedará claro que al fin parece haber hallado el antídoto contra la crisis.
http://www.malagahoy.es/article/deportes/551268/sistema/cambio.html