El holgado triunfo del Atlético de Madrid en el Calderón ante el Schalke en la previa de 'Champions' (4-0) -ojo, con papel estelar de Leo Franco- obliga a utilizar argumentos sobre el rendimiento del cuadro rojiblanco mañana ante el Málaga. ¿Estará agotado y acusará el desgaste y la tensión de la cita continental? O al revés: ¿será dulce la resaca y llegará con la inercia del éxito alcanzado? En cualquier caso, la distancia entre ambas plantillas es sideral.
Javier Aguirre. A pesar de todo, todavía muchos dudan de él. Desde luego, no es normal tener descartado a un futbolista, no utilizarlo en la pretemporada y luego, en el momento clave, darle el mando del equipo. Le ha ocurrido con Maniche. Ningún entrenador tira piedras contra su tejado: el problema de este Atlético será controlar el partido, tener el mando en el centro del campo. De lo demás parece corregido y muy mejorado.
Dos centrales. Aquella pareja Perea-Pablo se secó hace tiempo y los continuos remiendos empeoraron el panorama. La clave era fichar otros dos centrales y el Atlético se movió con tiempo. El holandés Heitinga no es alto, pero va bien de cabeza y es rápido. De vez en cuando sale a lo loco de su zona. El checo Ujfalusi brilla por arriba. Es contundente, mete siempre bien el cuerpo en el forcejeo, intimida... pero el miércoles en las tres opciones claras del Schalke estaba desaparecido, fuera de su sitio.
Laterales ofensivos. A Aguirre le gusta tener laterales que suban, sobre todo en el Calderón. Que suban, pero no a lo loco. Así se manejan Antonio López (a pie cambiado) y Pernía. Y así lo hizo el miércoles Perea, readaptado al lateral y protagonista en el primer gol. Seitaridis y Valera lo tienen difícil.
Un medio cretivo. Los seguidores del Atlético están cansados de que su equipo no mande en los partidos. Por eso Aguirre ha reculado con Maniche y también ha llegado Banega. Fiel a la norma, ha fichado a un medio de contención (Paulo Assunçao), pero el miércoles jugó Raúl García. Con él y Maniche hubo más huecos 'entre líneas', uno de los síntomas de debilidad. Claro que a cambio ambos están a buena altura en los envíos en largo.
Maxi y Simao. Juegan en las bandas, pero tienen gol. Tienen un buen disparo -Maxi, sobre todo, tal como le viene-, pero buscan huecos. Al argentino le gusta aprovechar los pasillos entre el lateral izquierdo y el central de esa zona. El portugués busca la espalda de la defensa en desmarques en diagonal.
Agüero y Forlán. Lo mejor de la pareja del Atlético es su intercambio de papeles. Al contrario que en muchos equipos, ni uno es el segundo punta fijo ni el otro el ariete. Agüero siempre aprovecha las caídas a las bandas de Forlán y los pasillos o los huecos que pueda dejar este. Si al primero no se le puede dar un metro en carrera, al segundo no se le puede dejar ni que recorte. Explicar las virtudes de cada uno de ellos valdría para completar una página, pero el valor de esta pareja de puntas es tan alto juntos como por separado.
A balón parado. Pernía (en los tiros directos) y Maxi, Simao y Antonio López en las faltas laterales y los córners golpean de cine a balón parado. Heitinga y Ujfalusi saben colocarse bien para el remate.
Javier Aguirre. A pesar de todo, todavía muchos dudan de él. Desde luego, no es normal tener descartado a un futbolista, no utilizarlo en la pretemporada y luego, en el momento clave, darle el mando del equipo. Le ha ocurrido con Maniche. Ningún entrenador tira piedras contra su tejado: el problema de este Atlético será controlar el partido, tener el mando en el centro del campo. De lo demás parece corregido y muy mejorado.
Dos centrales. Aquella pareja Perea-Pablo se secó hace tiempo y los continuos remiendos empeoraron el panorama. La clave era fichar otros dos centrales y el Atlético se movió con tiempo. El holandés Heitinga no es alto, pero va bien de cabeza y es rápido. De vez en cuando sale a lo loco de su zona. El checo Ujfalusi brilla por arriba. Es contundente, mete siempre bien el cuerpo en el forcejeo, intimida... pero el miércoles en las tres opciones claras del Schalke estaba desaparecido, fuera de su sitio.
Laterales ofensivos. A Aguirre le gusta tener laterales que suban, sobre todo en el Calderón. Que suban, pero no a lo loco. Así se manejan Antonio López (a pie cambiado) y Pernía. Y así lo hizo el miércoles Perea, readaptado al lateral y protagonista en el primer gol. Seitaridis y Valera lo tienen difícil.
Un medio cretivo. Los seguidores del Atlético están cansados de que su equipo no mande en los partidos. Por eso Aguirre ha reculado con Maniche y también ha llegado Banega. Fiel a la norma, ha fichado a un medio de contención (Paulo Assunçao), pero el miércoles jugó Raúl García. Con él y Maniche hubo más huecos 'entre líneas', uno de los síntomas de debilidad. Claro que a cambio ambos están a buena altura en los envíos en largo.
Maxi y Simao. Juegan en las bandas, pero tienen gol. Tienen un buen disparo -Maxi, sobre todo, tal como le viene-, pero buscan huecos. Al argentino le gusta aprovechar los pasillos entre el lateral izquierdo y el central de esa zona. El portugués busca la espalda de la defensa en desmarques en diagonal.
Agüero y Forlán. Lo mejor de la pareja del Atlético es su intercambio de papeles. Al contrario que en muchos equipos, ni uno es el segundo punta fijo ni el otro el ariete. Agüero siempre aprovecha las caídas a las bandas de Forlán y los pasillos o los huecos que pueda dejar este. Si al primero no se le puede dar un metro en carrera, al segundo no se le puede dejar ni que recorte. Explicar las virtudes de cada uno de ellos valdría para completar una página, pero el valor de esta pareja de puntas es tan alto juntos como por separado.
A balón parado. Pernía (en los tiros directos) y Maxi, Simao y Antonio López en las faltas laterales y los córners golpean de cine a balón parado. Heitinga y Ujfalusi saben colocarse bien para el remate.