JUAN ANTONIO MORGADO.-
EL linchamiento nacional al que está siendo sometido el Málaga desde el sábado es un sinsentido. Messi le escupió a Duda la pasada campaña y apenas tuvo repercusión en los medios de comunicación de esta bendita piel de toro. Weligton pisó al argentino en el último duelo del equipo blanquiazul contra el Barcelona y poco menos que lo quieren meter en la cárcel. La injusta campaña orquestada desde los periódicos, radios y televisiones catalanas (o, lo que es lo mismo, el 'lobby' de portavoces del club azulgrana) está empezando a adquirir tintes de juicio sumarísmo sin encomendarse a Dios ni al diablo. No se ha caracterizado el Málaga precisamente en los últimos años por ser un equipo violento. Todo lo contrario. La temporada anterior se convirtió en la revelación de la Liga por su juego de conjunto y su buen trato a la pelota, características que están reñidas con la leña en un terreno de juego. La injusticia que para los jugadores del club de La Rosaleda conlleva verse tachados ahora de «barriobajeros», como se ha escrito en algún periódico barcelonés, estriba no sólo en que todos los medios nacionales denuncien sin descanso y generalicen por un hecho puntual, sino que el efecto amplificador de los adjetivos lleve, por ejemplo, a un jugador del Xerez a declarar que el domingo deberán tocar mucho el balón para evitar las patadas del Málaga. Weligton reconoció que había cometido un error, pero se mantuvo en su sitio al decir que no tenía que hablar con Messi, porque el argentino no le pidió disculpas a Duda por su escupitajo. Esperemos que los árbitros se mantengan al margen de la dichosa campaña.
EL linchamiento nacional al que está siendo sometido el Málaga desde el sábado es un sinsentido. Messi le escupió a Duda la pasada campaña y apenas tuvo repercusión en los medios de comunicación de esta bendita piel de toro. Weligton pisó al argentino en el último duelo del equipo blanquiazul contra el Barcelona y poco menos que lo quieren meter en la cárcel. La injusta campaña orquestada desde los periódicos, radios y televisiones catalanas (o, lo que es lo mismo, el 'lobby' de portavoces del club azulgrana) está empezando a adquirir tintes de juicio sumarísmo sin encomendarse a Dios ni al diablo. No se ha caracterizado el Málaga precisamente en los últimos años por ser un equipo violento. Todo lo contrario. La temporada anterior se convirtió en la revelación de la Liga por su juego de conjunto y su buen trato a la pelota, características que están reñidas con la leña en un terreno de juego. La injusticia que para los jugadores del club de La Rosaleda conlleva verse tachados ahora de «barriobajeros», como se ha escrito en algún periódico barcelonés, estriba no sólo en que todos los medios nacionales denuncien sin descanso y generalicen por un hecho puntual, sino que el efecto amplificador de los adjetivos lleve, por ejemplo, a un jugador del Xerez a declarar que el domingo deberán tocar mucho el balón para evitar las patadas del Málaga. Weligton reconoció que había cometido un error, pero se mantuvo en su sitio al decir que no tenía que hablar con Messi, porque el argentino no le pidió disculpas a Duda por su escupitajo. Esperemos que los árbitros se mantengan al margen de la dichosa campaña.