El club hace frente a los compromisos pactados al 30 de junio, cuatro millones, y también a los tres y medio que debe pagar a los acreedores el día 14
El Málaga está al día. Probablemente nunca en la historia del club de La Rosaleda haya podido pronunciarse esta frase. En el recinto de Martiricos el 30 de junio y el 1 de julio eran fechas de agobios, de llamadas telefónicas, de peticiones in extremis, de contactos para renegociar las deudas. Eso ya forma parte del pasado. El equipo de trabajo encabezado por Fernando Sanz cierra el ejercicio con sus pagos a tiempo, casi como una excepción en el fútbol español. Y lo que es más llamativo, en dos semanas -entre el martes y el día 14- va a hacer frente a compromisos por un montante de 7,5 millones de euros. Al cambio, nada menos que 1.250 millones de pesetas. Un ejemplo a seguir.
Hace dos lunes, el día 22, fue un día de análisis y también de felicidad. La cúpula del club se reunió en La Rosaleda junto al responsable del control presupuestario, el economista Daniel Pastor, el vigía de los pagos a los acreedores. Se hicieron números, se analizaron todos los datos y al final se llegó a una conclusión: el Málaga tiene una salud de hierro. Los pasos para dejar la deuda a cero son firmes. El horizonte está más que despejado.
Hace menos de dos años Fernando Sanz tomó las riendas del club. Ni esperaba ni intuía lo que se le venía encima. Empezó a levantar alfombras y se quedó de una pieza. Él y su cuñado, el flamante director general, Luis Yáñez, el eterno optimista. Ambos calibraron las opciones. «Sólo nos queda una, meternos en un proceso concursal, y tirar 'p'alante'», concluyó este último.
Yáñez no esperaba que en un par de meses iba a pelear en dos frentes por la supervivencia. Por la del club y, la más importante, por la suya. Pero el tratamiento contra el cáncer y el sufrimiento de su 'medio hermano', Fernando Sanz, no pudieron con él. Y así en Salamanca, aquella tarde de la alineación de los juveniles Kiko y Alcalá como pareja de centrales, sentenció cual adivino ante un grupo de periodistas. «Cuanto te agarras muy fuerte a algo para no perderlo, al final lo mantienes. Ya veréis: lo mejor está por llegar». A su lado, el presidente ya tenía otro color: había conseguido convencer a todos de que el proceso concursal había sido la única salida.
Dato oculto
El Málaga esquivó la desaparición, superó el proceso concursal y pactó un convenio exigente con los acreedores. Pero además se comprometió con Hacienda a abonar seis meses después, a comienzos de este año, unos tres millones de euros. Es un dato que ha permanecido oculto, del que los dirigentes están especialmente orgullosos. Aun así, Sanz, Yáñez y el resto de dirigentes destacan por su prudencia. Era mejor no presumir de ello, no fuera que ahora faltara dinero para hacer frente a los compromisos. En la Agencia Tributaria comprobaron desde el primer día que por fin en un club de fútbol se veía seriedad.
«Estamos todos para todo», es el lema que se ha instalado en las oficinas. En el Málaga trabajan codo con codo en todas las áreas, y eso ha permitido, por ejemplo, compensar con numerosas iniciativas el déficit generado por la falta de un patrocinador. Igual que cualquier familia utiliza una hucha para luego poder darse algún capricho, así se procedió al ahorro para el pago más importante del ejercicio.
En una situación de crisis galopante, cada vez más patente en el mundo del fútbol, el Málaga ha dado un paso gigantesco en su plan de saneamiento, en el sueño de Sanz de dejarlo a cero en agosto de 2013. Con una política exenta de excesos, con iniciativas por doquier -acuerdos de colaboración, partidos en La Rosaleda, implantación de un centro médico...- y con las ideas muy claras ha logrado el complicado reto de disponer de unos siete millones y medio para concluir el ejercicio y pagar el primero de los plazos del convenio de acreedores.
Situación insólita
El martes, 30 de junio, el Málaga dio la orden para el abono a los jugadores de las últimas cantidades correspondientes a la temporada, la última nómina, la decimocuarta paga anual (una extra) y en la mayoría de los casos la segunda parte de la ficha. En total, unos cuatro millones. Esto supone una situación insólita en La Rosaleda. Lo habitual siempre fueron los pagarés y tratar de ocultar las telarañas de la caja con préstamos y refinanciación de la deuda. Además, el club ya tiene reservados los cerca de tres millones y medio destinados a los acreedores, abono fijado para el día 14. «Está todo previsto, provisto y listo», confiesa en privado el presidente.
Ahora sí, los responsables del Málaga sacan pecho: «Se ha demostrado que con sensatez es posible hacer una buena gestión. Hemos tenido la capacidad suficiente para pagarle a Hacienda a comienzos de año, estar al día con los profesionales y cumplir con lo pactado con los acreedores». Desde mediados de este mes la deuda habrá quedado rebajada a sólo diez millones, en torno a un tercio de la estimada cuando se puso en marcha el proceso concursal. El club ya no sólo respira. Camina con paso firme. Un éxito en los tiempos (futbolísticos) que corren.
www.diariosur.com
El Málaga está al día. Probablemente nunca en la historia del club de La Rosaleda haya podido pronunciarse esta frase. En el recinto de Martiricos el 30 de junio y el 1 de julio eran fechas de agobios, de llamadas telefónicas, de peticiones in extremis, de contactos para renegociar las deudas. Eso ya forma parte del pasado. El equipo de trabajo encabezado por Fernando Sanz cierra el ejercicio con sus pagos a tiempo, casi como una excepción en el fútbol español. Y lo que es más llamativo, en dos semanas -entre el martes y el día 14- va a hacer frente a compromisos por un montante de 7,5 millones de euros. Al cambio, nada menos que 1.250 millones de pesetas. Un ejemplo a seguir.
Hace dos lunes, el día 22, fue un día de análisis y también de felicidad. La cúpula del club se reunió en La Rosaleda junto al responsable del control presupuestario, el economista Daniel Pastor, el vigía de los pagos a los acreedores. Se hicieron números, se analizaron todos los datos y al final se llegó a una conclusión: el Málaga tiene una salud de hierro. Los pasos para dejar la deuda a cero son firmes. El horizonte está más que despejado.
Hace menos de dos años Fernando Sanz tomó las riendas del club. Ni esperaba ni intuía lo que se le venía encima. Empezó a levantar alfombras y se quedó de una pieza. Él y su cuñado, el flamante director general, Luis Yáñez, el eterno optimista. Ambos calibraron las opciones. «Sólo nos queda una, meternos en un proceso concursal, y tirar 'p'alante'», concluyó este último.
Yáñez no esperaba que en un par de meses iba a pelear en dos frentes por la supervivencia. Por la del club y, la más importante, por la suya. Pero el tratamiento contra el cáncer y el sufrimiento de su 'medio hermano', Fernando Sanz, no pudieron con él. Y así en Salamanca, aquella tarde de la alineación de los juveniles Kiko y Alcalá como pareja de centrales, sentenció cual adivino ante un grupo de periodistas. «Cuanto te agarras muy fuerte a algo para no perderlo, al final lo mantienes. Ya veréis: lo mejor está por llegar». A su lado, el presidente ya tenía otro color: había conseguido convencer a todos de que el proceso concursal había sido la única salida.
Dato oculto
El Málaga esquivó la desaparición, superó el proceso concursal y pactó un convenio exigente con los acreedores. Pero además se comprometió con Hacienda a abonar seis meses después, a comienzos de este año, unos tres millones de euros. Es un dato que ha permanecido oculto, del que los dirigentes están especialmente orgullosos. Aun así, Sanz, Yáñez y el resto de dirigentes destacan por su prudencia. Era mejor no presumir de ello, no fuera que ahora faltara dinero para hacer frente a los compromisos. En la Agencia Tributaria comprobaron desde el primer día que por fin en un club de fútbol se veía seriedad.
«Estamos todos para todo», es el lema que se ha instalado en las oficinas. En el Málaga trabajan codo con codo en todas las áreas, y eso ha permitido, por ejemplo, compensar con numerosas iniciativas el déficit generado por la falta de un patrocinador. Igual que cualquier familia utiliza una hucha para luego poder darse algún capricho, así se procedió al ahorro para el pago más importante del ejercicio.
En una situación de crisis galopante, cada vez más patente en el mundo del fútbol, el Málaga ha dado un paso gigantesco en su plan de saneamiento, en el sueño de Sanz de dejarlo a cero en agosto de 2013. Con una política exenta de excesos, con iniciativas por doquier -acuerdos de colaboración, partidos en La Rosaleda, implantación de un centro médico...- y con las ideas muy claras ha logrado el complicado reto de disponer de unos siete millones y medio para concluir el ejercicio y pagar el primero de los plazos del convenio de acreedores.
Situación insólita
El martes, 30 de junio, el Málaga dio la orden para el abono a los jugadores de las últimas cantidades correspondientes a la temporada, la última nómina, la decimocuarta paga anual (una extra) y en la mayoría de los casos la segunda parte de la ficha. En total, unos cuatro millones. Esto supone una situación insólita en La Rosaleda. Lo habitual siempre fueron los pagarés y tratar de ocultar las telarañas de la caja con préstamos y refinanciación de la deuda. Además, el club ya tiene reservados los cerca de tres millones y medio destinados a los acreedores, abono fijado para el día 14. «Está todo previsto, provisto y listo», confiesa en privado el presidente.
Ahora sí, los responsables del Málaga sacan pecho: «Se ha demostrado que con sensatez es posible hacer una buena gestión. Hemos tenido la capacidad suficiente para pagarle a Hacienda a comienzos de año, estar al día con los profesionales y cumplir con lo pactado con los acreedores». Desde mediados de este mes la deuda habrá quedado rebajada a sólo diez millones, en torno a un tercio de la estimada cuando se puso en marcha el proceso concursal. El club ya no sólo respira. Camina con paso firme. Un éxito en los tiempos (futbolísticos) que corren.
www.diariosur.com