El técnico presiona a Sanz para que eleve el presupuesto de la plantilla con el fin de mejorar las ofertas y garantizar su continuidad y la de Goitia, Calleja y Eliseu
«En mi ánimo no está polemizar». Esa es la frase en la que se ampara Antonio Tapia cada vez que empieza a hablar de su renovación por el Málaga. Sólo el miércoles se expresó con más claridad de lo habitual. Se salió de su guión y sonó a despedida. Tal vez consideró que había llegado el momento de ir al grano, sin rodeos ni ambages, después de la cita que mantuvo la semana pasada con el presidente, Fernando Sanz, y en la que surgieron más desavenencias que de costumbre.
Tapia y Sanz se enrocan en su postura y no parece fácil que la situación se reconduzca pese a las magníficas dotes de negociador del agente del entrenador, Joaquín Domingo Martorell. Además, conviene recordar que el máximo responsable de Bahía Internacional fue el creador de esta empresa junto al desaparecido Antonio Asensio, suegro del dirigente malaguista. Sin ir más lejos, ambos solían ver juntos los partidos del cuadro blanquiazul por televisión.
Ni Sanz ni Tapia se pronuncian en público o en privado sobre el contenido de las reuniones, pero la última quizá fue la de más enjundia. Primero, porque Sanz -como adelantó SUR el martes- le dio un plazo definitivo a Tapia. «Míster, la semana que viene o a principios de la otra debo tener una respuesta», le recalcó. Mientras, el técnico, consciente de la inflexible postura del otrora pupilo y ahora jefe, fue más allá en sus pretensiones y en su exposición.
Quien piense que Tapia sólo piensa en su futuro económico se equivoca. Desde el primer día al entrenador malaguista le pareció corta la propuesta del club: un incremento de 100.000 euros en la ficha, un segundo año de contrato condicionado a que el equipo esté fuera de la zona de descenso cuando lleguen las próximas vacaciones navideñas y una subida de un 10 por ciento (10.000 euros) de la cláusula por la permanencia. Aun así, antepuso el proyecto deportivo. Sobre la mesa siempre figuraron los nombres de tres jugadores titulares: Goitia, Calleja y Eliseu. Por eso, el técnico realizó a Sanz una petición global. Quiere que el presidente eleve el presupuesto destinado a la primera plantilla (11,5 millones) para que se afronten las renovaciones de él mismo y de los tres jugadores citados.
Volver al pasado
Sanz fue contundente en su respuesta. Negativa, por supuesto. «No podemos volver al pasado», le recordó. Pero el técnico no termina de entenderlo, entre otras razones porque sabe -y así lo ha comentado en alguna reunión- que la próxima temporada el club no tendrá el lastre de la elevada ficha de Salva (1.200.000 euros), heredada de la etapa anterior.
Pero el punto álgido de la reunión entre Sanz y Tapia tuvo como base el futuro proyecto. El técnico insistió en el riesgo que supone empezar otra vez desde cero con la plantilla. «¿Qué necesidad tenemos?», le espetó al presidente. Él hace cuentas y ve que del equipo habitualmente titular pueden irse nueve de los once futbolistas (todos, menos Weligton y Cuadrado o Hélder). No comulga en absoluto con la tesis del presidente y de la dirección deportiva resumida en la frase «hay jugadores a patadas».
Tapia fue más allá y habló de números. Considera que con el tope salarial marcado, 400.000 euros, será muy complicado traer jugadores de garantías para competir al máximo nivel en Primera División. Sanz se aferró a su principal argumento, ese que bien se conoce en el mercado. «Los futbolistas y los agentes saben que nosotros pagamos al día, y muchos vendrán para no arriesgarse en otros equipos». La diferencia de criterio -más que económica- es abismal.
http://malagacf.sur.es/noticias/2009-05-08/peticion-global-tapia-20090508.html
«En mi ánimo no está polemizar». Esa es la frase en la que se ampara Antonio Tapia cada vez que empieza a hablar de su renovación por el Málaga. Sólo el miércoles se expresó con más claridad de lo habitual. Se salió de su guión y sonó a despedida. Tal vez consideró que había llegado el momento de ir al grano, sin rodeos ni ambages, después de la cita que mantuvo la semana pasada con el presidente, Fernando Sanz, y en la que surgieron más desavenencias que de costumbre.
Tapia y Sanz se enrocan en su postura y no parece fácil que la situación se reconduzca pese a las magníficas dotes de negociador del agente del entrenador, Joaquín Domingo Martorell. Además, conviene recordar que el máximo responsable de Bahía Internacional fue el creador de esta empresa junto al desaparecido Antonio Asensio, suegro del dirigente malaguista. Sin ir más lejos, ambos solían ver juntos los partidos del cuadro blanquiazul por televisión.
Ni Sanz ni Tapia se pronuncian en público o en privado sobre el contenido de las reuniones, pero la última quizá fue la de más enjundia. Primero, porque Sanz -como adelantó SUR el martes- le dio un plazo definitivo a Tapia. «Míster, la semana que viene o a principios de la otra debo tener una respuesta», le recalcó. Mientras, el técnico, consciente de la inflexible postura del otrora pupilo y ahora jefe, fue más allá en sus pretensiones y en su exposición.
Quien piense que Tapia sólo piensa en su futuro económico se equivoca. Desde el primer día al entrenador malaguista le pareció corta la propuesta del club: un incremento de 100.000 euros en la ficha, un segundo año de contrato condicionado a que el equipo esté fuera de la zona de descenso cuando lleguen las próximas vacaciones navideñas y una subida de un 10 por ciento (10.000 euros) de la cláusula por la permanencia. Aun así, antepuso el proyecto deportivo. Sobre la mesa siempre figuraron los nombres de tres jugadores titulares: Goitia, Calleja y Eliseu. Por eso, el técnico realizó a Sanz una petición global. Quiere que el presidente eleve el presupuesto destinado a la primera plantilla (11,5 millones) para que se afronten las renovaciones de él mismo y de los tres jugadores citados.
Volver al pasado
Sanz fue contundente en su respuesta. Negativa, por supuesto. «No podemos volver al pasado», le recordó. Pero el técnico no termina de entenderlo, entre otras razones porque sabe -y así lo ha comentado en alguna reunión- que la próxima temporada el club no tendrá el lastre de la elevada ficha de Salva (1.200.000 euros), heredada de la etapa anterior.
Pero el punto álgido de la reunión entre Sanz y Tapia tuvo como base el futuro proyecto. El técnico insistió en el riesgo que supone empezar otra vez desde cero con la plantilla. «¿Qué necesidad tenemos?», le espetó al presidente. Él hace cuentas y ve que del equipo habitualmente titular pueden irse nueve de los once futbolistas (todos, menos Weligton y Cuadrado o Hélder). No comulga en absoluto con la tesis del presidente y de la dirección deportiva resumida en la frase «hay jugadores a patadas».
Tapia fue más allá y habló de números. Considera que con el tope salarial marcado, 400.000 euros, será muy complicado traer jugadores de garantías para competir al máximo nivel en Primera División. Sanz se aferró a su principal argumento, ese que bien se conoce en el mercado. «Los futbolistas y los agentes saben que nosotros pagamos al día, y muchos vendrán para no arriesgarse en otros equipos». La diferencia de criterio -más que económica- es abismal.
http://malagacf.sur.es/noticias/2009-05-08/peticion-global-tapia-20090508.html