El equipo mantuvo su contención para paliar la falta de chispa y acumula seis partidos fuera sin recibir gol de los siete disputados
El Málaga de Pellegrini no solo sabe jugar. También sabe defender. Ayer, solo dos días y medio después del enorme esfuerzo en la Champions frente al Milan (solo pasaron 65 horas y media entre el final de ese partido y el comienzo del siguiente), estuvo falto de chispa, pero supo paliar esa carencia con una excelente contención. Se suele decir que la mejor defensa es un buen ataque, pero en ocasiones, como sucedió ayer, la mejor defensa es... una excelente defensa.
De los siete partidos disputados a domicilio esta temporada en la Liga, el Málaga no ha encajado un solo gol en seis de ellos. Casi pleno. La excepción conllevó su única derrota, en el estadio Vicente Calderón frente al Atlético de Madrid (2-1). El Espanyol se sumó ayer a la media docena de conjuntos incapaces de batir a Caballero, junto a Panathinaikos y Anderlecht (en la Champions), y al Mallorca, Zaragoza y Athletic (en la Liga).
Las secuelas de la Liga de Campeones no se reflejan en el cansancio de los jugadores, sino más bien en la falta de chispa. Es decir, su rendimiento no varía un ápice en cuanto a esfuerzo, concentración, mentalidad y espíritu colectivo, pero sí es más notorio el descenso en cuanto a claridad de ideas. De medio campo hacia arriba resulta más llamativo el desgaste, porque siempre falta ese punto para elegir la mejor opción, para interpretar la jugada o para estar más rápido o más hábil que el contrario.
Piezas ofensivas
Pellegrini ya lo intuía y por esa razón los tres cambios introducidos ayer en el campo de Cornellá-El Prat afectaron a piezas ofensivas. Portillo, Joaquín y Saviola recibieron descanso para que el equipo tuviera un hombre más específico de banda (Duda), un delantero con empuje (Sebastián Fernández) y un punta que permitiera jugar en largo para tener más salida y buscar algunas dejadas que pudiera aprovechar su pareja en ataque (Santa Cruz).
La solidez del Málaga está fuera de toda duda. Independientemente del papel estelar de Caballero en momentos puntuales, el equipo se sostiene atrás gracias a tres vértices: Demichelis, Weligton y Camacho. El momento de forma de la pareja de centrales y del medio de contención es extraordinario, de ahí que da igual que los delanteros sean dinámicos o estáticos y también que el rival cuente con más o menos especialistas en incorporarse a la zona de remate desde la segunda línea.
Claro que en otros partidos el Málaga corrió en exceso detrás del balón (como en Bilbao o en momentos puntuales en Vigo y Zaragoza), Pero ayer no fue el caso. El equipo se mantuvo fiel a su identidad y gracias a ello el Espanyol tuvo que desgastarse lo suficiente como para apenas tener opciones de remate (siempre lejos del área pequeña). Pero cuando fue necesario el equipo se encerró bajo su caparazón.
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