El joven, de 26 años, presenta un grave desgarro en la cabeza que ha precisado cirugía maxilofacial y sufre daños en dos vértebras
Al salir a la calle, se acordó de que se había dejado la PlayStation encendida, así que subió a apagarla mientras su mujer le esperaba con los niños en el portal. Entró, la desconectó y cerró la puerta. Entonces, justo cuando oyó cómo se encajaba la cerradura, recordó que se había dejado las llaves dentro. Problema. José Luis Díaz Moreno, malagueño de 26 años, parado y padre de dos hijos, optó por la peor solución: trepar por la fachada. Total, no era la primera vez que lo hacía.
Subió por las escaleras hasta la primera planta del edificio, en el número 5 de la calle Papamosca, en pleno corazón de la barriada de Portada Alta. Salió por una ventana del rellano que da al tejado que cubre la entrada al bloque. Desde ahí, escaló por la reja de la primera planta y llegó hasta la de su domicilio, un segundo piso a tres alturas -bajo más dos- del suelo.
«Lo había conseguido», dice su mujer. Ya se había subido a la barandilla de la ventana y solo le quedaba deslizarse hacia el interior. Pero cometió el error de agarrarse a una antena fijada a la pared por unos cuantos tornillos. Los tacos cedieron, el receptor se soltó y el joven perdió el único punto de apoyo que tenía. Y se precipitó, de espaldas, al vacío.
José Luis Díaz Mota, su padre, que ha manejado planos con frecuencia por su profesión, calcula unos ocho metros de altura. Su hijo se golpeó con el tendedero de la primera planta, que por un lado amortiguó la caída pero que, por otro, le causó un grave desgarro en la cabeza. Fue a parar sobre un ciclomotor que estaba aparcada debajo, y que atenuó el impacto contra el suelo.
La moto pertenece a María Mercedes, que descansaba en su domicilio -en la planta baja del mismo bloque- cuando escuchó el golpe seco. Eran las nueve de la noche del lunes. Salió a la calle, alarmada, para saber lo que había ocurrido. «Mi hija vino diciéndome que el vecino se había caído. Se formó mucho jaleo; llegó la policía, la ambulancia... Yo entré de nuevo en casa y puse unas velas para que no le pasara nada y que todo saliera bien», relata.
Al escuchar los gritos, Ángel Rosa, que vive tres pisos más arriba, se asomó a la venta: «No bajé porque todo el que se acercaba a él y lo veía, se llevaba las manos a la cabeza. Cuando se lo llevaron en la camilla, tenía puesto un aparato que le sujetaba la cara».
El barrio, en vilo
Sus padres estaban cenando cuando recibieron la noticia. «Nos vinimos corriendo al hospital, y aquí estamos», comentaba anoche el progenitor, que confiaba en que le dieran el alta a su hijo en las horas siguientes. José Luis ingresó en urgencias de Carlos Haya con una herida muy aparatosa en la cabeza. El barrio de Portada Alta, que lo vio salir en ambulancia, quedó en vilo, aguardando noticias. «Estuvimos toda la noche esperando que la familia nos llamara para decirnos cómo estaba», afirma Charo Alloza, vecina del barrio. «Aquí nos conocemos todos», apostilla.
Tras hacerle varias pruebas, los médicos descartaron lesiones internas, pero tuvo que pasar por el quirófano para que un cirujano maxilofacial le reconstruyera los desgarros. Tiene 54 grapas y una veintena de puntos de sutura en una cicatriz que le recorre desde el párpado derecho hasta la nuca. «Estoy acostumbrado a ver heridas por mi trabajo de carpintero, pero la suya era impresionante... Su cabeza parecía una sandía cuando se cuartea», explica el padre, todavía sobrecogido. También ha sufrido daños en dos vértebras. «De hecho, se queja más de la espalda que de la cabeza», añade.
Aun así, todo le parece un mal menor. «Los traumatólogos dicen que hay caídas mortales desde una primera planta, nadie se explica que él no se haya matado o haya quedado en silla de ruedas. Los médicos dicen que ese día volvió a nacer, y yo estoy de acuerdo. Tiene que celebrar su cumpleaños el 28 de mayo en lugar del 6 de marzo», afirma.
El joven José Luis, devoto como su familia de la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno de la Misericordia, tiene claro a quién va a agradecerle su suerte. «Me ha dicho: 'Papá, en cuanto pueda, quiero ir a la iglesia del Carmen para poner una vela al Chiquito, que es el que me ha echado una cuerda».
http://www.diariosur.es/v/20120601/malaga/vacio-trepar-fachada-bloque-20120601.html