Curiosa e insólita peripecia la vivida por un vecino de la localidad de Los Gallardos a quien la vida le provocó un enorme sobresalto el buen día en que se le ocurrió ajustar un cojinete a su miembro viril
A historia pordría estar pensada para que ayer, dia de Los Iniocentes, saliese a la luz. como una simple inocentada, pero no. El relato que recordamos en esta página sobre determinados hechos destacados en la provincia de Almería durante la transición, no tiene más protagonistas directos que la propia persona que padeció en sus carnes, en este caso en su pene, las consecuencias de un rocambolesco y divertido folletín, que por las circunstancias que ustedes ya suponen fue recogido en su día por todos los medios de comunicación social del país, con irónicos y mordaces comentarios a su desconocido protagonista.
La noticia del caso, comentada por quien esto escribe y en rigurosa primicia, fue publicada en la prensa local hace ahora veinte años, el 18 de junio de 1988. De insólita, fue calificada entonces la peripecia vivida por un vecino de la localidad de Los Gallardos, quien ese día se presentó en el departamento de Urgencias del centro médico de Torrecárdenas, para que un facultativo le solucionara un grave problema que lo venía amargando desde unas horas antes. Un cojinete de rodamiento se le había atrancado en el pene.
El vergonzante vecino, según sus propias palabras al personal subalterno del centro, había tratado durante varias horas de desprenderse del cuerpo extraño que había introducido en su pene, pero en vista de la imposibilidad de hacerlo por sus propios medios, bien aconsejado, ¿no sabemos por quién? y disimulando su delicada situación recorrió en su coche los más de sesenta kilómetros que separan Los Gallardos de la capital, para que un personal cualificado lo atendiese en el servicio de Urgencias del hospital.
El individuo afectado, cuya identidad no se reveló, aunque mucha gente sospecha de quien se trata, contaba entonces 42 años de edad y estaba casado. Se presentó en las oficinas de Admisión de Urgencias de Torrecárdenas sobre las cuatro y media de la tarde del 18 de junio, acompañado de su esposa ambos hechos un manojo de nervios.
Ante la ventanilla de Admisión, una joven y diligente administrativa atendía a los pacientes o familiares de enfermos según los casos con una aburrida resignación rutinaria.
Nuestro hombre, cuando le llegó su turno, intentó explicarle a la funcionaria a media voz entre titubeos y medias palabras lo que le ocurría sin que la mujer entendiese nada, pidiéndole ya en un tono de voz más alto las causas de su presencia en el departamento de Urgencias para poder rellenar el informe del padecimiento de los enfermos que han de entregar a los médicos del servicio de guardia como paso previo antes de recibir asistencia sanitaria.
La esposa, mezclada entre el numeroso grupo, y roja como un tomate no tuvo entonces más remedio a través del cristal de separación de la ventanilla y rodeada de enfermos y familiares, que pormenorizar entonces más detalladamente y a viva voz contar lo que le ocurría a su desdichado marido.
Ante lo insólito del caso y dado que los servicios sanitarias carecían del instrumental necesario en la sala de operaciones para resolver el singular problema, uno de los sanitarios tuvo la feliz idea de que se pidiera ayuda a uno de los mecánicos del servicio de mantenimiento del hospital.
El mecánico, un autentico manitas conocido desde entonces por los compañeros como 'El Barnard' intervino de forma decisiva y resolutiva en la "operación" liberando con herramientas propias de su trabajo y con increíble destreza el maltrecho miembro apresado por tan extraño objeto.
Las habilidades quirúrgicas demostradas por el mecánico durante el tiempo que duró la atípica intervención, fue comentada de forma muy satisfactoria por el resto del personal sanitario presente, escapándose algunas palmas espontáneas cuando el susodicho cojinete cayó sobre la camilla partido en dos piezas. Tras la intervención que no causó mayores problemas, el enfermo tuvo una rápida recuperación alterada algunas veces por los murmullos y comentarios jocosos de otros compañeros de la sala de Urgencias y las divertidas miradas del personal femenino del centro, una vez conocida la anécdota que corrió esa tarde en el hospital como la pólvora y que el periodista conoció de primera mano al pillarle circunstancialmente en el centro sanitario acompañando a un familiar en Urgencias.
Dado el feliz resultado, no se valoró en excesivo las consecuencias peligrosas que pudo haber tenido el caso, si hubiese pasado más tiempo desde el momento en que se produjo "el incidente" con el susodicho cojinete y la providencial intervención del "mecánico operador".
Otro periodista almeriense, mi compadre Juan Torrijos, aprovechó su habitual comentario para que la experiencia vivida por el vecino de Los Gallardos fuese recogida por el versado profesor Cojonciano, ilustre sexólogo residente en Barcelona con consulta abierta todos Los Jueves.
También creo recordar, que apuntó el detalle, de que Los Gallardos hiciese un monumento al cojinete. El histriónico periodista pretendía que Los Gallardos se sumara en el frente del humor como otros pueblos andaluces, Lepe o Archidona, famosos por sus chistes de brutos o por la longitud de sus cipotes.
Y OTRA COSA
Con fecha del 27 de diciembre de 2005 se supo que al menos una docena de internos del centro penitenciario de Acebuche a los que se la diagnosticado padecer una disfunción eréctil severa se les facilitaba Viagra con el fin de que los reclusos puedan mantener relaciones sexuales satisfactorias con las esposas, novias o compañeras sentimentales que les visitan periódicamente en la prisión almeriense durante las comunicaciones de vis a vis.
Estos internos, recibían regularmente este fármaco prescrito por los servicios médicos de la prisión por padecer distintas enfermedades que les provoca estas disfunciones lo que no les permite llevar una vida sexual total.
Al parecer el suministro de la Viagra no es una novedad en la cárcel almeriense, aunque el tema se reactivó al conocerse que el Departamento de Justicia de la Generalitat facilitaba el fármaco a un recluso detenido por violación que cumple condena en la prisión de Ponent en la provincia de LLeida.
Entre la docena de reclusos de la cárcel almeriense a quienes se les facilitó Viagra no consta que ninguno de ellos este cumpliendo condena por delitos de índole sexual y en su mayoría son presos de carácter preventivo. Según han revelado fuentes sindicales del centro penitenciario de Acebuche este tipo de medicamento se viene facilitando de forma regular por los especialistas de Urología a aquellos internos con problemas disfuncionales de erección desde hace tres o cuatro años.
http://www.elalmeria.es/article/almeria/312629/caso/pene/aprisionado.html
A historia pordría estar pensada para que ayer, dia de Los Iniocentes, saliese a la luz. como una simple inocentada, pero no. El relato que recordamos en esta página sobre determinados hechos destacados en la provincia de Almería durante la transición, no tiene más protagonistas directos que la propia persona que padeció en sus carnes, en este caso en su pene, las consecuencias de un rocambolesco y divertido folletín, que por las circunstancias que ustedes ya suponen fue recogido en su día por todos los medios de comunicación social del país, con irónicos y mordaces comentarios a su desconocido protagonista.
La noticia del caso, comentada por quien esto escribe y en rigurosa primicia, fue publicada en la prensa local hace ahora veinte años, el 18 de junio de 1988. De insólita, fue calificada entonces la peripecia vivida por un vecino de la localidad de Los Gallardos, quien ese día se presentó en el departamento de Urgencias del centro médico de Torrecárdenas, para que un facultativo le solucionara un grave problema que lo venía amargando desde unas horas antes. Un cojinete de rodamiento se le había atrancado en el pene.
El vergonzante vecino, según sus propias palabras al personal subalterno del centro, había tratado durante varias horas de desprenderse del cuerpo extraño que había introducido en su pene, pero en vista de la imposibilidad de hacerlo por sus propios medios, bien aconsejado, ¿no sabemos por quién? y disimulando su delicada situación recorrió en su coche los más de sesenta kilómetros que separan Los Gallardos de la capital, para que un personal cualificado lo atendiese en el servicio de Urgencias del hospital.
El individuo afectado, cuya identidad no se reveló, aunque mucha gente sospecha de quien se trata, contaba entonces 42 años de edad y estaba casado. Se presentó en las oficinas de Admisión de Urgencias de Torrecárdenas sobre las cuatro y media de la tarde del 18 de junio, acompañado de su esposa ambos hechos un manojo de nervios.
Ante la ventanilla de Admisión, una joven y diligente administrativa atendía a los pacientes o familiares de enfermos según los casos con una aburrida resignación rutinaria.
Nuestro hombre, cuando le llegó su turno, intentó explicarle a la funcionaria a media voz entre titubeos y medias palabras lo que le ocurría sin que la mujer entendiese nada, pidiéndole ya en un tono de voz más alto las causas de su presencia en el departamento de Urgencias para poder rellenar el informe del padecimiento de los enfermos que han de entregar a los médicos del servicio de guardia como paso previo antes de recibir asistencia sanitaria.
La esposa, mezclada entre el numeroso grupo, y roja como un tomate no tuvo entonces más remedio a través del cristal de separación de la ventanilla y rodeada de enfermos y familiares, que pormenorizar entonces más detalladamente y a viva voz contar lo que le ocurría a su desdichado marido.
Ante lo insólito del caso y dado que los servicios sanitarias carecían del instrumental necesario en la sala de operaciones para resolver el singular problema, uno de los sanitarios tuvo la feliz idea de que se pidiera ayuda a uno de los mecánicos del servicio de mantenimiento del hospital.
El mecánico, un autentico manitas conocido desde entonces por los compañeros como 'El Barnard' intervino de forma decisiva y resolutiva en la "operación" liberando con herramientas propias de su trabajo y con increíble destreza el maltrecho miembro apresado por tan extraño objeto.
Las habilidades quirúrgicas demostradas por el mecánico durante el tiempo que duró la atípica intervención, fue comentada de forma muy satisfactoria por el resto del personal sanitario presente, escapándose algunas palmas espontáneas cuando el susodicho cojinete cayó sobre la camilla partido en dos piezas. Tras la intervención que no causó mayores problemas, el enfermo tuvo una rápida recuperación alterada algunas veces por los murmullos y comentarios jocosos de otros compañeros de la sala de Urgencias y las divertidas miradas del personal femenino del centro, una vez conocida la anécdota que corrió esa tarde en el hospital como la pólvora y que el periodista conoció de primera mano al pillarle circunstancialmente en el centro sanitario acompañando a un familiar en Urgencias.
Dado el feliz resultado, no se valoró en excesivo las consecuencias peligrosas que pudo haber tenido el caso, si hubiese pasado más tiempo desde el momento en que se produjo "el incidente" con el susodicho cojinete y la providencial intervención del "mecánico operador".
Otro periodista almeriense, mi compadre Juan Torrijos, aprovechó su habitual comentario para que la experiencia vivida por el vecino de Los Gallardos fuese recogida por el versado profesor Cojonciano, ilustre sexólogo residente en Barcelona con consulta abierta todos Los Jueves.
También creo recordar, que apuntó el detalle, de que Los Gallardos hiciese un monumento al cojinete. El histriónico periodista pretendía que Los Gallardos se sumara en el frente del humor como otros pueblos andaluces, Lepe o Archidona, famosos por sus chistes de brutos o por la longitud de sus cipotes.
Y OTRA COSA
Con fecha del 27 de diciembre de 2005 se supo que al menos una docena de internos del centro penitenciario de Acebuche a los que se la diagnosticado padecer una disfunción eréctil severa se les facilitaba Viagra con el fin de que los reclusos puedan mantener relaciones sexuales satisfactorias con las esposas, novias o compañeras sentimentales que les visitan periódicamente en la prisión almeriense durante las comunicaciones de vis a vis.
Estos internos, recibían regularmente este fármaco prescrito por los servicios médicos de la prisión por padecer distintas enfermedades que les provoca estas disfunciones lo que no les permite llevar una vida sexual total.
Al parecer el suministro de la Viagra no es una novedad en la cárcel almeriense, aunque el tema se reactivó al conocerse que el Departamento de Justicia de la Generalitat facilitaba el fármaco a un recluso detenido por violación que cumple condena en la prisión de Ponent en la provincia de LLeida.
Entre la docena de reclusos de la cárcel almeriense a quienes se les facilitó Viagra no consta que ninguno de ellos este cumpliendo condena por delitos de índole sexual y en su mayoría son presos de carácter preventivo. Según han revelado fuentes sindicales del centro penitenciario de Acebuche este tipo de medicamento se viene facilitando de forma regular por los especialistas de Urología a aquellos internos con problemas disfuncionales de erección desde hace tres o cuatro años.
http://www.elalmeria.es/article/almeria/312629/caso/pene/aprisionado.html