Delirio La afición vibró con su regreso y dio al Palacio la atmósfera propia de una cita histórica Útil No es el mismo, pero mantiene el saber estar, la pillería, la buena lectura...
Quizá para un aficionado al deporte con escaso conocimiento del baloncesto y de la historia del Unicaja, todo fuese excesivo. Seguramente le resultaría desorbitado que tres cuartos de hora antes de iniciar el choque ya no se pudiese aparcar en los alrededores del Carpena, sobre todo si se le explica que en partidos anteriores uno podía llegar cinco minutos antes y dejar el coche en la puerta. Consideraría exagerado que el público más cercano a la canasta donde calentaba el Unicaja siguiera la previa de pie, muchos de ellos cámara de foto en la mano, sin perder de vista al 15, y que cada cinco asientos hubiese un seguidor con la camiseta con ese número a la espalda. El ambiente, desde luego, no era normal. Pero se trataba de Jorge Garbajosa. Y eso en Málaga roza lo sagrado.
El calor apretaba y, por la temprana hora, era tiempo de siesta más que de baloncesto. Pero ayer apetecía acudir al Palacio para ver al madrileño. Su capacidad hipnótica para con la afición cajista quedó de manifiesto. El mencionado aficionado al deporte con escaso conocimiento del baloncesto y de la historia del equipo malagueño no entendería por qué tanta expectación. Venía el Madrid, sí, pero no se trataba más que de un partido de la fase regular. La sensación que flotaba en el Palacio era de partido histórico, de final de Copa, de duelo decisivo de play off. Le hubiera ayudado a darse cuenta de lo que el madrileño significa para esta afición haber mirado a la grada y leer algunos de los mensajes que colgaban de la zona alta: "Vuelve la ilusión al Carpena. Gracias Jorge", "Gracias a ti, el triple entró"...
Muchos de esos seguidores no quisieron perderse ni un momento del regreso de Garba, pero el ala-pívot estaba ya en la pista desde mucho antes. A las 15:30, una hora y media antes del inicio del encuentro, Jorge practicaba el tiro en medio de la penumbra y con las cheerleaders ensayando sus números. Cuando saltó de nuevo al parqué para hacer el calentamiento con el resto del equipo, el Carpena le recibió con la primera ovación de la noche. Pasa el tiempo, pero no el comportamiento y el de Torrejón salió, como siempre desde que se dedica a esto del baloncesto, el último y con la boca llena de agua. Si algo mantiene son las supersticiones y por eso, antes de acudir al corrillo que precede al inicio del partido, se queda lanzando de tres hasta que convierte, aunque ayer abandonó sin éxito. Al corrillo también llega el último.
El Carpena explotó a las 16:55. Momento de la presentación de los equipos. Se apagan las luces tras la del Real Madrid y en el videomarcador se proyecta el vídeo con el que el club anunció el lunes el fichaje del madrileño. La gente lo ve de pie. El primero en ser anunciado es Garbajosa. Y entonces es cuando ese aficionado al deporte con escaso conocimiento del baloncesto y de la historia del Unicaja comprende realmente lo que pasa. Jamás un jugador recibió una muestra mayor de cariño. Nunca tuvo la afición un vínculo tan intenso como el que guarda con el madrileño.
El impactante minuto de silencio por las víctimas del desastre de Japón dio paso a un partido pobre de juego pero pletórico de intensidad. En el palco, superpoblado ayer por ojeadores de la NBA, se comían las uñas y en la zona de prensa emergía el forofismo. Todo impregnado por la magia de Jorge, que convirtió un partido más en el partido de la temporada.
Inició el ala-pívot su segunda etapa como cajista en el sexto minuto de partido. Salió por Freeland, le costó meterse tras 56 días sin jugar y erró sus tres primeros tiros. No es el mismo, pero mantiene el saber estar, la pillería, la buena lectura del juego. Mateo creyó indispensables esas características en un final tan trabado e igualado y le hizo jugar más de lo esperado (24:47). Le salió bien. Una mano que fuerza una pérdida de Mirotic, una defensa al borde de lo ilegal que evita una bandeja de Vidal, el tapón a Prigioni... y el triple que ponía el 66-65 en la prórroga. Garbajosa lo volvió a hacer. Su espíritu devolvió la ilusión al Carpena. El horizonte se tiñe de esperanza.
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