Estas líneas no son más que una reflexión a título personal con la que me gustaría ponderar el ánimo latente en un momento en el que sólo ceros adicionales diferencian a este Málaga del de la idiosincrasia de equipo ascensor y sufridor.
Me inunda estos días una sensación que me deja contrariado a la par que resignado. Y es que nunca me dejé afectar por las opiniones vertidas sobre el proyecto Al-Thani -en su gran mayoría provenientes de hombres de mucho fútbol- por un corazón blanquiazul que sólo entiende de emociones y que, por ende, despejaba toda declaración externa que pusiera en entredicho la primera ilusión del malaguismo en toda su historia. Estar entre los más grandes.
Craso error entonces el mío, empiezo a pensar. Al margen de los eruditos que no han dudado en poner en cuarentena este proyecto a corto plazo (que lo es, aunque se venda que es a medio) y a golpe de talonario al poco que la palabra Málaga se escapaba de la boca del periodista de turno, también muchos allegados vinculados al fútbol durante años -eso sí, a menor escala- hacían sentir torpedeado un sueño gracias al que, considero, por vez primera la afición futbolística de Málaga se ha olvidado de poner sus miras más allá del césped.
Hay jugadores de talla internacional que hasta hace pocos meses sólo en videojuegos el malaguista de a pie podía ver de blanquiazul, también hay otros que representan el futuro del fútbol europeo y, cómo no, todo amarrado con las anclas que personifican los que, con los años, se han convertido, procedencias al margen, en buques insignia de la entidad.
Pero dejemos a un lado la materia prima; porque es ese sueño, esa ilusión, ese clavo ardiendo al que se agarra el aficionado más añejo de ver a su Málaga viajando por el viejo continente lo que hace que las sucesivas derrotas que viene cosechando el equipo no sean más que un borrón previo a una cuenta nueva porque "con lo que se ha invertido no se baja". Y esto me preocupa, y mucho.
Porque el fútbol, parafraseando de aquella manera a Vicente del Bosque hace unos meses, no entiende de dinero. Y quién mejor que la única persona capaz de habernos hecho tocar el cielo y llorar por un éxito deportivo a TODOS los españoles al unísono para poner en segundo plano nuestro malaguismo, traicionero esta temporada por su ceguera y por su inusitado grado de euforicidad. Al fin y al cabo, los valores del salmantino no han hecho más que nuestra alegría por haber alzado al Copa del Mundo sea aún mayor.
Citar al seleccionador me era obligado porque fueron sus palabras las que, en cierta manera, sí que consiguieron penetrar mi "parapeto blanquiazul". Qué menos. Y ahora, desde la distancia, es cuando uno se da cuenta por suerte o por desgracia de lo que representa, ha representado y representará el Málaga.
En Londres, a diferencia de lo que hubiéramos apostado muchos, no se conoce al Málaga del jeque Al-Thani. Realmente, lo que ha llegado a las islas británicas gracias a los tropecientosmil medios de los que se surten es el Málaga de 'La Bestia'. O lo que es lo mismo, un proyecto que se presupone histórico en la Costa del Sol ha pasado desapercibido hasta que las primeras instantáneas de Julio Baptista agasajado por decenas de seguidores blanquiazules en el aeropuerto de Málaga fueron llevadas al ente mediático.
El atractivo mediático del brasileño no viene dado por los millones que haya movido en el fútbol, si no por lo que a éste ha regalado. Sobre todo, aunque nos pueda pesar por aquello de la rivalidad, por haber engendrado junto a sus secuaces a un equipo temido por todos los rincones de Europa. No recuerdo las veces que nuestro eterno rival, en sus citas continentales, no presentaba la condición de favorito. Fue el mejor Sevilla de la historia. Y eso, amigos, en un equipo que en los últimos doce años ha disfrutado igual o menos en la élite que el Málaga, no tiene precio.
La moraleja: Aunque nos corra sangre blanquiazul por las venas, no nos dejemos vendar los ojos por un cuento de hadas que se puso de largo el pasado verano y que ahora tiene a nuestro Málaga colista de Primera tras una inversión sin precedentes. "El fútbol no entiende de millones". Pues bien, es así. Julio Baptista, y no el jeque, ha "sacado" al Málaga de Málaga. Humildad, trabajo, esfuerzo, títulos, internacionalidades, currículum de super clase e imágenes para el recuerdo... Ello es el fútbol y así debe ser nuestro Málaga. Y la palabrería, válgame el pareado, es tontería...
Por Borja Porras
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