La droga y las enfermedades mentales son las dos patas del banco que sustenta la realidad carcelaria española. Según algunas estimaciones, ocho de cada diez internos tienen problemas con el consumo de sustancias prohibidas y el 40% de los presidiarios padece problemas psíquicos. Para mejorar la calidad de vida de los internos con padecimientos psiquiátricos la cárcel de la Alhaurín de la Torre va a utilizar, en tres meses, animales en las terapias dirigidas a internos aquejados de psicopatías y trastornos de personalidad.
El director del penal, Juan Antonio Marín, afirmó en declaraciones a este periódico que la iniciativa ya ha sido aprobada por la Dirección General de Instituciones Penitenciarias, por lo que ahora sólo habrá que realizar una pequeña obra en uno de los módulos para acoger a los animales: en concreto, en las terapias para enfermos mentales del presidio malagueño se usarán perros, por lo que hay que habilitar un espacio en el que los canes puedan habitar sin causar problemas.
El programa piloto se iniciará con entre cinco y diez presos, para extenderse después si se alcanza el éxito terapéutico.
En otros centros en los que ya se aplican estos módulos de rehabilitación «la experiencia ha sido muy positiva y las mejoras experimentadas por los pacientes han sido notables, por lo que hemos querido traer la experiencia al centro malagueño», reflexiona Marín, que en el año que lleva al frente de la institución presidiaria ha llevado a cabo varios planes para mejorar la convivencia en el presidio.
La terapia con animales, por ejemplo con caballos, es muy habitual en diversos centros psiquiátricos abiertos: así, por ejemplo, niños con síndrome de down o con autismo han experimentado importantes avances en su día a día. El contacto con los animales les hace más sociables y afectivos. Con los presos, la idea es reducir la agresividad y facilitar su recuperación y su reinserción.
Sustancias estupefacientes
La otra gran apuesta de Marín fue la de atajar, en la medida de lo posible, el consumo de droga entre los muros del penal, de forma que un plan específico ha posibilitado que se hagan más cacheos aleatorios tanto en las celdas como en el patio, y que se preste más atención a la entrada de estas sustancias a la penitenciaría.
Todo ello, por ejemplo, provocó que se redujera la conflictividad más de un 30%, a lo que también ayudó el plan aplicado para reducir la sobreocupación del penal: actualmente, hay un millar de reclusos, aunque se llegaron a rozar los 1.500.
El director del penal, Juan Antonio Marín, afirmó en declaraciones a este periódico que la iniciativa ya ha sido aprobada por la Dirección General de Instituciones Penitenciarias, por lo que ahora sólo habrá que realizar una pequeña obra en uno de los módulos para acoger a los animales: en concreto, en las terapias para enfermos mentales del presidio malagueño se usarán perros, por lo que hay que habilitar un espacio en el que los canes puedan habitar sin causar problemas.
El programa piloto se iniciará con entre cinco y diez presos, para extenderse después si se alcanza el éxito terapéutico.
En otros centros en los que ya se aplican estos módulos de rehabilitación «la experiencia ha sido muy positiva y las mejoras experimentadas por los pacientes han sido notables, por lo que hemos querido traer la experiencia al centro malagueño», reflexiona Marín, que en el año que lleva al frente de la institución presidiaria ha llevado a cabo varios planes para mejorar la convivencia en el presidio.
La terapia con animales, por ejemplo con caballos, es muy habitual en diversos centros psiquiátricos abiertos: así, por ejemplo, niños con síndrome de down o con autismo han experimentado importantes avances en su día a día. El contacto con los animales les hace más sociables y afectivos. Con los presos, la idea es reducir la agresividad y facilitar su recuperación y su reinserción.
Sustancias estupefacientes
La otra gran apuesta de Marín fue la de atajar, en la medida de lo posible, el consumo de droga entre los muros del penal, de forma que un plan específico ha posibilitado que se hagan más cacheos aleatorios tanto en las celdas como en el patio, y que se preste más atención a la entrada de estas sustancias a la penitenciaría.
Todo ello, por ejemplo, provocó que se redujera la conflictividad más de un 30%, a lo que también ayudó el plan aplicado para reducir la sobreocupación del penal: actualmente, hay un millar de reclusos, aunque se llegaron a rozar los 1.500.