Victoria sufrida y más que valiosa
PEDRO LUIS GÓMEZ | .-
La victoria del Málaga en Gijón puede marcar un punto de inflexión en la temporada del equipo de Pellegrini. No solo por la importancia de los tres puntos en juego ante un rival directo, sino porque además el equipo blanquiazul necesitaba una dosis de autoestima, de confianza para unos jugadores que la necesitaban más que nunca, y además otorga una gran dosis de tranquilidad ante un futuro que con los fichajes realizados en este mercado de invierno ha de ser infinitamente mejor que lo vivido hasta ahora. Este Málaga roto por los fichajes alucinantes de Ferreira está sufriendo lo indecible, y una derrota en tierras asturianas podía haber complicado, y no poco, el futuro, más de lo que muchos pueden suponer.
Nos jugábamos mucho en Gijón ante un Sporting herido, y por ello doblemente peligroso, pero el Málaga planteó un buen partido, contundente, con las líneas más juntas unas de otras y mucha seguridad, hasta que Teixeira decidió ponerlo mucho más difícil. No es el Málaga un equipo que al parecer caiga bien entre el colectivo arbitral y entre los comentaristas de Canal Plus (y si no, revisen el audio de todo lo que dijo el ¿asturiano? que tuvo el micrófono entre sus manos), y con el colegiado cántabro además llueve sobre mojado. El penalti, la tarjeta amarilla a Mtiliga, el momento y las circunstancias ponían las cosas muy cuesta arriba, pero fue entonces cuando apareció el Málaga que anhelamos, el que sorprendentemente se nos fue gracias al 'inolvidable' entrenador portugués, pero que sin embargo sigue ahí: Duda y Weligton, una vez más, realizando la combinación mortal que en el límite dio un empate 'psicológico'. Era la gran ocasión que llegó gracias a la velocidad de Eliseu, arrollado por un Cuéllar que solo con el peculiar Teixeira se podía quedar sobre el terreno de juego: el claro penalti sirvió para el 1-2 de Apoño. A partir de ahí, mucha serenidad, y si acaso, en el debe del equipo no haber matado al rival, pero al final esta 'victoria de oro' no nos la pudo quitar nadie. Ni siquiera los más que raros cambios del técnico chileno...